Hace nueve años, Cristián Montecinos, delantero goleador con una zurda letal que
jugó en clubes de Chile, Colombia, México, Qatar, Emiratos Árabes y la Selección,
dejó Concepción tras el terremoto de 2010 y partió a Pucón. En las cercanías del
lago Caburgua se distanció del fútbol y se entregó por entero a la familia. A sus 49
años tiene seis hijos, de cuatro madres distintas, y los reúne a todos cada vez que
puede. También disfruta con su esposa, Paola Catalán, mamá de los más pequeños,
Renato y Luz Elena, quienes lo tienen viviendo una nueva etapa de la paternidad.
"Me quedé acá definitivamente, estoy tranquilo, dedicado a la crianza con dos niños chicos, así que estoy de papá otra vez. Es un periodo donde estoy descansando y viviendo en medio de la tranquilidad de un lugar muy bonito y cómodo. Me siento feliz en esta zona. Tenía un tío regalón que vivía en Lanco y por él me vine. Esa fue la causa. Me muevo entre Villarrica, Pucón y Caburgua. Al final quería más paz y aquí la encontré. No tengo necesidad de estar en un trabajo fijo y vivo de lo que tengo", sostiene Montecinos.
En el verano el ex ariete hizo una reunión familiar con sus hijos: Camila (26 años), Joaquín (24), Athena (14), Renato (3) y Luz Elena (1). Solo faltó Cristián (19), quien vive en México. "Reuní a cinco, nos pilló la pandemia y al final estuvimos entre tres a cuatro meses en mi casa. Mi hija mayor se tituló de ingeniera comercial, nos organizaba las rutinas de ejercicios y los carretes, y Joaquín es el futbolista que juega en Deportes Melipilla. Athena vive en Concepción y es la del medio. Es más niña todavía, disfruta del TikTok y es buena para los chistes", cuenta.
"Tengo tres generaciones de hijos y se quieren mucho entre ellos. Eso ha sido mi aporte y también de sus mamás. No hay distinciones para ninguno, aunque los más chiquititos se llevan el cariño de los hermanos grandes. Joaquín nació en Colombia y es de esos que llaman todos los días. Se lleva maravilloso con Cristián, quien vive en Irapuato, México, con su mamá, a quien conocí cuando jugué en Puebla. El nació en Emiratos Árabes y vino hace un año de vacaciones a Chile. Seguro volverá cuando se pueda viajar", dice.
Cristián Montecinos se radicó en una zona rodeada de lagos, volcanes y el parque nacional Huerquehue. Se dedica a la compra y venta de propiedades y tiene una casa que comparte con Paola y sus niños y otra en la que se instalan sus hijos mayores cada vez que lo visitan. Dice que no le gusta la pesca ni tampoco sale a trotar por los alrededores, aunque mantiene una rutina de ejercicios para hacer en su hogar y durante la estadía de Camila y Joaquín, sus hijos mayores, inventaron circuitos al aire libre para entrenar.
Su contacto actual con el fútbol se limita a ver los partidos de Joaco en Melipilla y jugar a nivel amateur en el club Ferrovilla de Villarrica, donde ha sido campeón regional y mantiene un disparo potente de zurda que aún impone respeto: "Quiero aprovechar a mis hijos, lejos del estrés y, pese a que tengo el título de técnico, seguiré lejos de la actividad. Se pierde mucho tiempo. Mis hijos de 3 y 1 año me tienen loco, ando con ellos para todos lados y me gusta. Antes me despertaba a las 11 de la mañana y ahora a las 8, pero lo hago dichoso".
"Es lo que no hice con mis hijos más grandes. Nunca estuve muy presente porque siempre estaba jugando o viajando. Tengo la suerte de que, cuando los junto, lo pasamos muy bien y ellos, entre hermanos, se llevan increíble y se adoran. Viví en muchos lugares con climas calientes como Barranquilla, en Colombia, o Torreón, en México. O Qatar, donde hacían hasta 45 grados Celsius y había que entrenar a las 7 de la mañana. En Caburgua estoy entre montañas, me gusta la lluvia y vivo rodeado de un entorno que me fascina", agrega.
Montecinos optó por quedarse con el recuerdo hermoso de sus años como futbolista. Dice que en un momento pensó que iba a ser gerente deportivo de Deportes Concepción y al final el club fue desafiliado del profesionalismo y la chance murió. "El fútbol es muy lindo, pero te consume y hay que tener una vocación para seguir. Yo con los veintitrés años que jugué quedé listo, me retiré y pensé en hacer otras cosas. Fue una alegría total y lo disfruté al máximo, pero ya no tengo un arraigo con el fútbol. Me va a gustar siempre y, si volviera a nacer, otra vez sería futbolista, pero actualmente no es mi prioridad y no está en mi pensamiento que el fútbol es todo".
"Me quedé acá definitivamente, estoy tranquilo, dedicado a la crianza con dos niños chicos, así que estoy de papá otra vez. Es un periodo donde estoy descansando y viviendo en medio de la tranquilidad de un lugar muy bonito y cómodo. Me siento feliz en esta zona. Tenía un tío regalón que vivía en Lanco y por él me vine. Esa fue la causa. Me muevo entre Villarrica, Pucón y Caburgua. Al final quería más paz y aquí la encontré. No tengo necesidad de estar en un trabajo fijo y vivo de lo que tengo", sostiene Montecinos.
En el verano el ex ariete hizo una reunión familiar con sus hijos: Camila (26 años), Joaquín (24), Athena (14), Renato (3) y Luz Elena (1). Solo faltó Cristián (19), quien vive en México. "Reuní a cinco, nos pilló la pandemia y al final estuvimos entre tres a cuatro meses en mi casa. Mi hija mayor se tituló de ingeniera comercial, nos organizaba las rutinas de ejercicios y los carretes, y Joaquín es el futbolista que juega en Deportes Melipilla. Athena vive en Concepción y es la del medio. Es más niña todavía, disfruta del TikTok y es buena para los chistes", cuenta.
"Tengo tres generaciones de hijos y se quieren mucho entre ellos. Eso ha sido mi aporte y también de sus mamás. No hay distinciones para ninguno, aunque los más chiquititos se llevan el cariño de los hermanos grandes. Joaquín nació en Colombia y es de esos que llaman todos los días. Se lleva maravilloso con Cristián, quien vive en Irapuato, México, con su mamá, a quien conocí cuando jugué en Puebla. El nació en Emiratos Árabes y vino hace un año de vacaciones a Chile. Seguro volverá cuando se pueda viajar", dice.
Cristián Montecinos se radicó en una zona rodeada de lagos, volcanes y el parque nacional Huerquehue. Se dedica a la compra y venta de propiedades y tiene una casa que comparte con Paola y sus niños y otra en la que se instalan sus hijos mayores cada vez que lo visitan. Dice que no le gusta la pesca ni tampoco sale a trotar por los alrededores, aunque mantiene una rutina de ejercicios para hacer en su hogar y durante la estadía de Camila y Joaquín, sus hijos mayores, inventaron circuitos al aire libre para entrenar.
Su contacto actual con el fútbol se limita a ver los partidos de Joaco en Melipilla y jugar a nivel amateur en el club Ferrovilla de Villarrica, donde ha sido campeón regional y mantiene un disparo potente de zurda que aún impone respeto: "Quiero aprovechar a mis hijos, lejos del estrés y, pese a que tengo el título de técnico, seguiré lejos de la actividad. Se pierde mucho tiempo. Mis hijos de 3 y 1 año me tienen loco, ando con ellos para todos lados y me gusta. Antes me despertaba a las 11 de la mañana y ahora a las 8, pero lo hago dichoso".
"Es lo que no hice con mis hijos más grandes. Nunca estuve muy presente porque siempre estaba jugando o viajando. Tengo la suerte de que, cuando los junto, lo pasamos muy bien y ellos, entre hermanos, se llevan increíble y se adoran. Viví en muchos lugares con climas calientes como Barranquilla, en Colombia, o Torreón, en México. O Qatar, donde hacían hasta 45 grados Celsius y había que entrenar a las 7 de la mañana. En Caburgua estoy entre montañas, me gusta la lluvia y vivo rodeado de un entorno que me fascina", agrega.
Montecinos optó por quedarse con el recuerdo hermoso de sus años como futbolista. Dice que en un momento pensó que iba a ser gerente deportivo de Deportes Concepción y al final el club fue desafiliado del profesionalismo y la chance murió. "El fútbol es muy lindo, pero te consume y hay que tener una vocación para seguir. Yo con los veintitrés años que jugué quedé listo, me retiré y pensé en hacer otras cosas. Fue una alegría total y lo disfruté al máximo, pero ya no tengo un arraigo con el fútbol. Me va a gustar siempre y, si volviera a nacer, otra vez sería futbolista, pero actualmente no es mi prioridad y no está en mi pensamiento que el fútbol es todo".