El 16 de septiembre del 2015 ocurrió un terremoto en Illapel de magnitud 8,3 que
tuvo un efecto que recién pudo ser comprobado por los científicos: sus ondas
incidieron en la actividad de tres volcanes del sur del país, incluso a 800 kilómetros
de distancia. Si bien aceleraron la actividad en el Nevado de Chillán y el Copahue,
tuvieron un inesperado efecto en el Villarica: lo calmaron.
"Esto se ha visto súper pocas veces", dice Cristián Farías, doctor en Geofísica de la Universidad Católica de Temuco. "Se suponía que había sucedido en un par de volcanes, pero se tenía información vaga", complementa Daniel Basualto, doctor en Ciencias de la Geología de la Universidad de la Frontera.
Ambos son autores de un estudio publicado por la revista "Geophysical Research Letters", donde explicaron el alcance de sus investigaciones que, como dice el geólogo Basualto, pudo ser posible por la información del Observatorio Vulcanológico de los Andes del Sur (OVDAS). Se compararon los datos de los tres sitios previos al sismo y luego sus reacciones.
"Esos volcanes estaban alterados antes de ese 16 de septiembre, y los tres hicieron cosas diferentes tras el terremoto", dice Farías. "El Nevados de Chillán aceleró su erupción, que ocurrió 3 meses después; el Copahue se activó y entró en erupción 17 días después. Se puede esperar que un volcán se desestabilice tras un terremoto. Lo curioso es lo que aconteció en con Villarrica", agrega.
De acuerdo a Basualto, la explicación es que ocurrió"una deflación, o sea se desinfló". Asegura que las ondas venidas desde el norte impactaron la falla del volcán, que es un punto fragmentado de la tierra que funciona como una red de tuberías por la cual sube el magma. Su compañero añade que ese impacto, en lugar de forzar a la lava a subir, la hizo desplazarse de forma horizontal, por lo cual ese material no se asomó al cráter.
"Pudimos encontrar la evidencia y modelar lo ocurrido. Así pudimos determinar que los volcanes son súper sensibles y su reacción dependerá de qué lugar de la falla sea golpeada", comenta Farías. Basualto, en tanto, afirma que si bien los tres grandes macizos estudiados tienen una orientación similar, lo que los hace sensibles a los sismos del norte, hay pequeñas diferencias de ubicación que explican por qué actúan cada uno a su pinta.
"Por ejemplo, sabemos que la falla del Nevados de Chillán mira al noroeste. Para el gran terremoto de Valparaíso en 1906, se sabe que ese mismo día le apareció un nuevo cono. Así uno puede empezar a preguntarse qué podría pasar con el Tupungatito, que está en la cordillera a la altura de Santiago y que reaccionó un poco con el terremoto de 1985, con epicentro al sur de Valparaíso", comenta Farías.
"Esto se ha visto súper pocas veces", dice Cristián Farías, doctor en Geofísica de la Universidad Católica de Temuco. "Se suponía que había sucedido en un par de volcanes, pero se tenía información vaga", complementa Daniel Basualto, doctor en Ciencias de la Geología de la Universidad de la Frontera.
Ambos son autores de un estudio publicado por la revista "Geophysical Research Letters", donde explicaron el alcance de sus investigaciones que, como dice el geólogo Basualto, pudo ser posible por la información del Observatorio Vulcanológico de los Andes del Sur (OVDAS). Se compararon los datos de los tres sitios previos al sismo y luego sus reacciones.
"Esos volcanes estaban alterados antes de ese 16 de septiembre, y los tres hicieron cosas diferentes tras el terremoto", dice Farías. "El Nevados de Chillán aceleró su erupción, que ocurrió 3 meses después; el Copahue se activó y entró en erupción 17 días después. Se puede esperar que un volcán se desestabilice tras un terremoto. Lo curioso es lo que aconteció en con Villarrica", agrega.
De acuerdo a Basualto, la explicación es que ocurrió"una deflación, o sea se desinfló". Asegura que las ondas venidas desde el norte impactaron la falla del volcán, que es un punto fragmentado de la tierra que funciona como una red de tuberías por la cual sube el magma. Su compañero añade que ese impacto, en lugar de forzar a la lava a subir, la hizo desplazarse de forma horizontal, por lo cual ese material no se asomó al cráter.
"Pudimos encontrar la evidencia y modelar lo ocurrido. Así pudimos determinar que los volcanes son súper sensibles y su reacción dependerá de qué lugar de la falla sea golpeada", comenta Farías. Basualto, en tanto, afirma que si bien los tres grandes macizos estudiados tienen una orientación similar, lo que los hace sensibles a los sismos del norte, hay pequeñas diferencias de ubicación que explican por qué actúan cada uno a su pinta.
"Por ejemplo, sabemos que la falla del Nevados de Chillán mira al noroeste. Para el gran terremoto de Valparaíso en 1906, se sabe que ese mismo día le apareció un nuevo cono. Así uno puede empezar a preguntarse qué podría pasar con el Tupungatito, que está en la cordillera a la altura de Santiago y que reaccionó un poco con el terremoto de 1985, con epicentro al sur de Valparaíso", comenta Farías.