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Diego Rivarola y su esposa Paula Grass
En 2002, cuando Diego Rivarola apenas llevaba unos días en México, con la camiseta del Atlas, se dio cuenta de que ya no quería estar más solo. El ex delantero de Universidad de Chile llevaba varios años en soledad desde que salió de Mendoza para buscar su destino en el fútbol, pero no aguantaba más.

"Había estado varios años solo, desde que partí a Buenos Aires para jugar en River Plate. Después estuve varios años también sin compañía cuando me vine a Chile. Uno cuando es joven le gusta estar solo, pero cuando me fui a México le dije a Paula (Grassi, su esposa) que me fuera a acompañar. Ya llevábamos varios años juntos, pero cuando partí al Atlas le pedí que me fuera a acompañar. Así que ella decidió partir y desde entonces no nos hemos separado. Obviamente, que como toda pareja hemos tenido nuestras discusiones, pero lo hemos sabido llevar bastante bien", dice uno de los últimos ídolos de la U.

Rivarola Popón, actual embajador de Universidad de Chile, celebró el pasado 5 de agosto 20 años desde que conoció a Paula. "No se puede olvidar ese día, sino me matan, jejejé", confiesa. Todo comenzó el sábado 5 de agosto del 2000, cuando la U goleó 6-0 a Wanderers en Playa Ancha.

"Mientras volvíamos a Santiago nos pusimos de acuerdo para salir. Como era sábado y teníamos libre al otro día, armamos un grupo para ir al Pub Licity de La Florida, que ya no existe. Recuerdo que fui con Sergio Vargas, el Pollo (Eduardo) Arancibia y alguien más. Un amigo nos tenía reservada una mesa. También invitó a unas amigas. Ahí estaba Paula", recuerda clarito Gokú.

-¿Amor a primera vista?
-Claro que uno se fija quién está, pero no quedamos juntos, uno al lado del otro, en la mesa. Recuerdo que fui al baño y, cuando volví a la mesa, quedé casualmente al lado de ella. Ahí estuvimos conversando y bailamos. La fui a dejar a su casa esa noche.

-¿Pidió Messenger?
-Jajajá. ¿Me quieres preguntar si esa misma noche nos besamos? No. Incluso con ella comentamos que si nos hubiéramos besado quizás no estaríamos juntos. Me gustó, pero seguimos conociéndonos. Ibamos al cine y a comer. Conversábamos hasta que ya comenzamos a salir. ¿Messenger? No. Ya había celular, así que charlábamos por fono. Ahí empezó todo y nos fuimos después a México.

-¿Estaba todo planeado para irse juntos a México?
-No, pero ahí le dije. Y me sirvió mucho. Uno cuando es joven, por ahí, se puede desviar en el camino, pero ella fue un sostén en mi carrera. En México estábamos los dos solos y eso ayudó bastante. La pasamos súper bien. Volvimos a Chile y después nos casamos el 1 de enero de 2005 en Mendoza (Argentina). Tenemos tres hijos: Nicolás (1 3), Matías (8) y Valentino (5).

-¿Celosos los dos?
-Al principio me molestaba que miraran a Paula o que se le acercaran en el estadio, pero todo manejable. A ella se le notaba incómoda cuando se me acercaban a pedir fotos o autógrafos, sobre todo cuando eran mujeres. Le costó un poco pero después entendió.

-Se lo preguntaba porque, me imagino, que no debió ser grato cuando le gritaban al árbitro Pablo Pozo que usted había tenido un vínculo con su esposa.
-No, para nada. Incluso una vez yo no jugué y fuimos a ver a la U y justo Pablo era el juez del partido. Entonces ahí vino el cántico ofensivo en contra de él. Ahí recuerdo que Paula me miró, me pegó un codazo y me dijo: Mira las cosas que tengo que aguantar . Pero no pasaba nada.

-¿Y de dónde salió todo ese cahuín?
-Eso fue un invento de Mauricio Israel. Estoy seguro. Yo te prometo que no sé quién es la esposa de Pablo Pozo. Nunca la conocí ni tampoco la he visto en mi vida. Fue incómodo más para Pozo. Incluso una vez tuvimos que hacer una reunión con Pablo. Recuerdo que fui con Héctor Pinto y un dirigente de la U para vernos con Pozo, quien llegó con el representante de los árbitros y alguien más, que no recuerdo, para hablar del asunto. Yo no tenía mucho qué decir si nunca conocí a su mujer. Al final fue más que nada para la tranquilidad de Pablo Pozo, quien obviamente no la pasó muy bien. Ese fue un lamentable episodio.

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