Daniela Palavecino (36, @dani_palvecino) se considera una muy buena conductora.
Maneja desde hace veinte años, nunca ha chocado y cree que tiene un talento innato
para estacionarse. "Si pudiera mostrarlo con un video te haría una demostración",
dice. La actriz creció en Lo Barnechea, así que su vehículo fue por años su otro
hogar. "Me siento segura, sin miedo, como que siempre fluyó. Y lo del talento para
estacionar creo que tiene que ver con que tengo muy buena puntería, para las
actividades dieciocheras me luzco", asegura.
Hoy relocalizada en Los Angeles, California, no se ha comprado aún un vehículo, pero comparte el de su hermana Constanza, con quien además tiene un canal de Youtube en el cual relatan anécdotas.
"La primera vez que vine a Los Angeles tenía 22 años y recuerdo que me llamó la atención lo rápido que manejan acá, sobre todo porque hay muchas autopistas. En ese tiempo tenía menos experiencia al volante y me impactó", detalla.
Pero tiene un talón de Aquiles: es dependiente de las aplicaciones de GPS, como Waze o Google Maps, para trasladarse. "Me cuesta mucho el tema de la ubicación y orientarme en cómo llegar a lugares. Es algo que me pasaba cuando vivía en Santiago y manejaba un buen rato por Américo Vespucio hacia el sur, pensando que era para el norte, y también me pasa con mayor razón ahora que vivo en Estados Unidos, porque es más grande y llevo sólo recién algunos meses acá. Sin el GPS no soy nada", admite la actriz.
Así, le han pasado varias tallas. Se ha tenido que salir de autopistas por perder la conexión de internet (y estacionarse hasta que funcione) y otras veces pedir indicaciones como sea. "Una vez tuve que preguntarles a algunos gringos cómo llegar a mi casa, por suerte estaba a 5 minutos", recuerda.
-Lleva 20 años manejando, ¿cómo lo hacía para llegar a lugares antes de que los GPS fueran tan masivos?
-Me preocupaba de que me dieran muy bien los datos antes de llegar a un lugar; en tal cuadra dobla a la derecha, ahí está ese letrero y ve allá. Me dateaba además de los nombres de las calles con algunos datos más notorios. También tenía una guía amarilla con los mapas de Santiago. Se me cayó el carné pesado, pero era así.
-¿Nos hemos vuelto muy dependientes del uso de GPS?
-Lamentablemente sí, yo me he mal acostumbrado. Creo que las personas más adultas tienen un sentido mejor de la orientación, y las nuevas generaciones nos hemos hecho muy dependientes. La primera vez que vine a Los Angeles, que fue en 2007, arrendé un auto que tenía GPS y me impactó cómo funcionaba; desde ahí que lo uso harto.
-¿Hay alguna manera de no ser tan dependiente?
-Lo que se recomienda es hacer la ruta para llegar a un lugar el día antes en la noche, para que esta se consolide en la memoria y si uno se pierde, entonces utilizar el celular para guiarse, pero tratar no perder el ejercicio de ver por dónde me voy y cómo voy a llegar, porque ayuda mucho en términos de memoria y aprendizaje.
-¿Usted usa Waze?
-Waze no, pero sí Google Maps, pero sólo cuando voy por primera vez donde un paciente y no conozco a un lugan Hago el ejercicio de hacer un mapa la noche anterior. Creo que el GPS es útil en viajes al extranjero, que son períodos reducidos de tiempo, pero en la vida diaria no me parece la mejor estrategia abusar de él pensando en la reserva cognitiva. Hay que tratar de potenciar estas redes de aprendizaje cuando se es joven.
El psiquiatra Mauricio Vergara cuenta que parte de su enseñanza media la cursó en Barcelona y en clases de matemáticas se usaban calculadoras. "Por end, no me sé ni las tablas de multiplicar. Yo he escuchado a muchos pacientes que dependen del GPS y ya no se preocupan del nombre de las calles ni de memorizar las direcciones", dice.
Él profesional no lo considera algo malo per se . "Es parte de la tecnología y del avance de la sociedad. Quizás el cerebro no va a usar su memoria en memorizar calles, pero sí en otra información que considere más relevante. La crítica que uno puede hacer es que nos vamos robotizando, pero si dejo de memorizar teléfonos, pero empiezo a memorizar el nombre del guardia de mi trabajo o el del conserje de mi oficio, estoy dándole un buen uso. Ahora, si hago que mi cerebro se atrofie porque delego todas las funciones a la tecnología, eso obviamente no es bueno", sostiene.
Hoy relocalizada en Los Angeles, California, no se ha comprado aún un vehículo, pero comparte el de su hermana Constanza, con quien además tiene un canal de Youtube en el cual relatan anécdotas.
"La primera vez que vine a Los Angeles tenía 22 años y recuerdo que me llamó la atención lo rápido que manejan acá, sobre todo porque hay muchas autopistas. En ese tiempo tenía menos experiencia al volante y me impactó", detalla.
Pero tiene un talón de Aquiles: es dependiente de las aplicaciones de GPS, como Waze o Google Maps, para trasladarse. "Me cuesta mucho el tema de la ubicación y orientarme en cómo llegar a lugares. Es algo que me pasaba cuando vivía en Santiago y manejaba un buen rato por Américo Vespucio hacia el sur, pensando que era para el norte, y también me pasa con mayor razón ahora que vivo en Estados Unidos, porque es más grande y llevo sólo recién algunos meses acá. Sin el GPS no soy nada", admite la actriz.
Así, le han pasado varias tallas. Se ha tenido que salir de autopistas por perder la conexión de internet (y estacionarse hasta que funcione) y otras veces pedir indicaciones como sea. "Una vez tuve que preguntarles a algunos gringos cómo llegar a mi casa, por suerte estaba a 5 minutos", recuerda.
-Lleva 20 años manejando, ¿cómo lo hacía para llegar a lugares antes de que los GPS fueran tan masivos?
-Me preocupaba de que me dieran muy bien los datos antes de llegar a un lugar; en tal cuadra dobla a la derecha, ahí está ese letrero y ve allá. Me dateaba además de los nombres de las calles con algunos datos más notorios. También tenía una guía amarilla con los mapas de Santiago. Se me cayó el carné pesado, pero era así.
-¿Nos hemos vuelto muy dependientes del uso de GPS?
-Lamentablemente sí, yo me he mal acostumbrado. Creo que las personas más adultas tienen un sentido mejor de la orientación, y las nuevas generaciones nos hemos hecho muy dependientes. La primera vez que vine a Los Angeles, que fue en 2007, arrendé un auto que tenía GPS y me impactó cómo funcionaba; desde ahí que lo uso harto.
Pérdida de la orientación
En 2014 ganaron el Premio Nobel de Medicina tres neurofisiólogos que hicieron un mapeo de la memoria espacial en el cerebro (hüps://bit.lyL3gXOJgQ). "Identificaron lo que es el GPS en nuestro cerebro, que está ubicado en el hipocampo y tiene que ver con que uno se oriente bien en espacio, tiempo y situación. Si dependemos mucho de aplicaciones, perdemos esa función de crear esas nuevas conexiones neuronales y eso es un factor de riesgo para demencia, porque no es solo pérdida de memoria, sino que se pierden las funciones ejecutivas, como memoria y ubicación espacial", explica Alvaro Vidal, neurólogo de la Clínica Somno.-¿Hay alguna manera de no ser tan dependiente?
-Lo que se recomienda es hacer la ruta para llegar a un lugar el día antes en la noche, para que esta se consolide en la memoria y si uno se pierde, entonces utilizar el celular para guiarse, pero tratar no perder el ejercicio de ver por dónde me voy y cómo voy a llegar, porque ayuda mucho en términos de memoria y aprendizaje.
-¿Usted usa Waze?
-Waze no, pero sí Google Maps, pero sólo cuando voy por primera vez donde un paciente y no conozco a un lugan Hago el ejercicio de hacer un mapa la noche anterior. Creo que el GPS es útil en viajes al extranjero, que son períodos reducidos de tiempo, pero en la vida diaria no me parece la mejor estrategia abusar de él pensando en la reserva cognitiva. Hay que tratar de potenciar estas redes de aprendizaje cuando se es joven.
El psiquiatra Mauricio Vergara cuenta que parte de su enseñanza media la cursó en Barcelona y en clases de matemáticas se usaban calculadoras. "Por end, no me sé ni las tablas de multiplicar. Yo he escuchado a muchos pacientes que dependen del GPS y ya no se preocupan del nombre de las calles ni de memorizar las direcciones", dice.
Él profesional no lo considera algo malo per se . "Es parte de la tecnología y del avance de la sociedad. Quizás el cerebro no va a usar su memoria en memorizar calles, pero sí en otra información que considere más relevante. La crítica que uno puede hacer es que nos vamos robotizando, pero si dejo de memorizar teléfonos, pero empiezo a memorizar el nombre del guardia de mi trabajo o el del conserje de mi oficio, estoy dándole un buen uso. Ahora, si hago que mi cerebro se atrofie porque delego todas las funciones a la tecnología, eso obviamente no es bueno", sostiene.