Los queques quedan con un sabor especial si llevan un poco de ralladura de limón.
Después de una comida pesada viene bien eso de tomar una "agüita perra"
preparada con un pedacito de cáscara de limón. Y que un gin tonic no es un
verdadero gin tonic sin la cascarita.
La cocinera Camila Prado (@Camilachef), por ejemplo, aromatiza el aceite de oliva con cáscara de limón y lo utiliza mucho en preparaciones saladas.
"Cuando hago comidas con mucho ají, uso ralladura de limón. En la cocina, la cáscara de limón se llama zest y existen los zester (ralladores Premium) para cortar bien las tiritas", dice.
Y agrega: "Para hacer un cordero, por ejemplo, puedes rallar mucho-mucho limón, lo mezclas con mantequilla y cilantro, lo pones sobre la carne y lo llevas al horno; al sacarlo quedará como una costra de limón".
Los usos de la cáscara del limón van mucho más allá de las recetas. Se puede poner una cascarita en el agua en que se hervirá un brócoli o los porotos verdes para la ensalada. Eso evitará que, con la cocción, se pongan grises.
"La cáscara de limón tiene ácido cítrico, un compuesto que evita la oxidación de los productos, es decir, que las cosas se pongan negras. Se retrasa ese proceso de oxidación o ennegrecimiento del tejido", explica Bruno Defilippi, ingeniero agrónomo e investigador en calidad de fruta del Instituto de Investigaciones Agropecuarias, INIA.
Diego Sierra, doctor en ciencias mención química y profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Valparaíso, complementa: "Los citratos ayudan a que las verduras se mantengan saludables durante más tiempo, la adición de cáscaras aporta ácido cítrico y hace que las verduras se oxigenen durante el hervor o también durante el almacenaje".
Por eso este experto recomienda poner unas cascaritas entre medio de las lechugas: así durarán más tiempo frescas.
¿Y el jugo de limón hace lo mismo? No necesariamente. "Como el jugo es ácido podría ocurrir que el jugo de limón ataque las células de la hortalizas y las estropee. Eso tiene que ver con la tonicidad, el jugo es un medio hipertónico porque tiene mucha concentración de minerales y compuestos, y eso va a causar que las hortalizas se deshidraten porque van a tratar de expulsar agua; ese es un proceso que se conoce como tonicidad. Por eso yo creo que es mejor usar cáscara de limón, porque es menos fuerte", dice Sierra.
"Las cáscaras tienen bastante aceite, son un poquito resinosas, y ese aceite es medianamente soluble en agua; es un compuesto orgánico que puede solubilizar las grasas. No es como el aceite de maravilla o la grasa de los animales, que son completamente insolubles en agua", explica Sierra.
Y dice que aunque no sabía que algunas personas usan las cáscaras como limpiador de muebles, le encuentra lógica: "Para evitar que las mesas o muebles mantengan la humedad interna, pero dejen fuera la humedad externa, hay que sellar los poros. Generalmente los muebles vienen sellados, barnizados, pero en muchas ocasiones ese sello se va perdiendo con el tiempo. La madera tratada, es decir, con los poros cerrados, no va a emitir humedad, pero es mucho más cara. Entonces, para los muebles no sellados es importante que los limpiadores tengan contenido de aceite; así se impregnan y se meten dentro de los poros de la madera".
"Los gatos tienen un sentido del olfato 40 veces más sensible que el de los humanos. Esto significa que poseen alrededor de 200 millones de células sensibles al olor dentro de su nariz. Para hacernos una idea, los humanos sólo tenemos cinco millones. Esta característica sensorial la podemos ocupar a nuestro favor cuando queremos evitar que nuestros gatos usen algún área en particular. En la naturaleza hay elementos muy aromáticos, como los cítricos, que para nosotros son agradables y refrescantes, pero para los felinos son demasiado exagerados. Se puede dejar cáscaras de frutos como limón, pomelo, naranja o mandarina en los lugares donde no queremos que circule el felino. La idea detrás de esto es simplemente que el gato huela la fruta, no le guste y se aleje", explica Luisa Torres, especialista en felinos y médica veterinaria en el Hospital Veterinario de la Universidad Austral.
La cocinera Camila Prado (@Camilachef), por ejemplo, aromatiza el aceite de oliva con cáscara de limón y lo utiliza mucho en preparaciones saladas.
"Cuando hago comidas con mucho ají, uso ralladura de limón. En la cocina, la cáscara de limón se llama zest y existen los zester (ralladores Premium) para cortar bien las tiritas", dice.
Y agrega: "Para hacer un cordero, por ejemplo, puedes rallar mucho-mucho limón, lo mezclas con mantequilla y cilantro, lo pones sobre la carne y lo llevas al horno; al sacarlo quedará como una costra de limón".
Los usos de la cáscara del limón van mucho más allá de las recetas. Se puede poner una cascarita en el agua en que se hervirá un brócoli o los porotos verdes para la ensalada. Eso evitará que, con la cocción, se pongan grises.
"La cáscara de limón tiene ácido cítrico, un compuesto que evita la oxidación de los productos, es decir, que las cosas se pongan negras. Se retrasa ese proceso de oxidación o ennegrecimiento del tejido", explica Bruno Defilippi, ingeniero agrónomo e investigador en calidad de fruta del Instituto de Investigaciones Agropecuarias, INIA.
Diego Sierra, doctor en ciencias mención química y profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Valparaíso, complementa: "Los citratos ayudan a que las verduras se mantengan saludables durante más tiempo, la adición de cáscaras aporta ácido cítrico y hace que las verduras se oxigenen durante el hervor o también durante el almacenaje".
Por eso este experto recomienda poner unas cascaritas entre medio de las lechugas: así durarán más tiempo frescas.
¿Y el jugo de limón hace lo mismo? No necesariamente. "Como el jugo es ácido podría ocurrir que el jugo de limón ataque las células de la hortalizas y las estropee. Eso tiene que ver con la tonicidad, el jugo es un medio hipertónico porque tiene mucha concentración de minerales y compuestos, y eso va a causar que las hortalizas se deshidraten porque van a tratar de expulsar agua; ese es un proceso que se conoce como tonicidad. Por eso yo creo que es mejor usar cáscara de limón, porque es menos fuerte", dice Sierra.
Desengrasante natural
Los cubiertos y la loza se pueden desengrasar tanto con limón como con la cáscara."Las cáscaras tienen bastante aceite, son un poquito resinosas, y ese aceite es medianamente soluble en agua; es un compuesto orgánico que puede solubilizar las grasas. No es como el aceite de maravilla o la grasa de los animales, que son completamente insolubles en agua", explica Sierra.
Y dice que aunque no sabía que algunas personas usan las cáscaras como limpiador de muebles, le encuentra lógica: "Para evitar que las mesas o muebles mantengan la humedad interna, pero dejen fuera la humedad externa, hay que sellar los poros. Generalmente los muebles vienen sellados, barnizados, pero en muchas ocasiones ese sello se va perdiendo con el tiempo. La madera tratada, es decir, con los poros cerrados, no va a emitir humedad, pero es mucho más cara. Entonces, para los muebles no sellados es importante que los limpiadores tengan contenido de aceite; así se impregnan y se meten dentro de los poros de la madera".
Para gatos intensos
Quienes tienen gatos saben que las plantas pueden sufrir con sus jugueteos o que, peor aún, ocupen esa tierra como baño. En estos casos, las cáscaras de limón pueden ser de ayuda."Los gatos tienen un sentido del olfato 40 veces más sensible que el de los humanos. Esto significa que poseen alrededor de 200 millones de células sensibles al olor dentro de su nariz. Para hacernos una idea, los humanos sólo tenemos cinco millones. Esta característica sensorial la podemos ocupar a nuestro favor cuando queremos evitar que nuestros gatos usen algún área en particular. En la naturaleza hay elementos muy aromáticos, como los cítricos, que para nosotros son agradables y refrescantes, pero para los felinos son demasiado exagerados. Se puede dejar cáscaras de frutos como limón, pomelo, naranja o mandarina en los lugares donde no queremos que circule el felino. La idea detrás de esto es simplemente que el gato huela la fruta, no le guste y se aleje", explica Luisa Torres, especialista en felinos y médica veterinaria en el Hospital Veterinario de la Universidad Austral.