Desde que empezó la pandemia, Carlos Vizcaya (41 años) ha visto dos veces a sus
hijos Renato (12) y Josefina (8). "Ellos se ponen en el balcón del departamento
donde viven con su mamá y yo abajo. Conversamos y nos reímos, pero no los
abrazo. No me perdonaría si los llego a contagiar. Soy vector por mi trabajo y por
trasladarme por la ciudad. No basta con usar mascarilla. Puedes llevar el Covid en tu
ropa, en cualquier cosa que estés transportando", asegura.
Es sábado y Vizcaya disfruta su día libre. El viernes 14 fue uno de los últimos en cerrar las puertas del Centro Hospitalario Huechuraba, que funcionó desde el 7 de abril en el Espacio Riesco. Él fue uno de los enfermeros supervisores de los 12 módulos -con 24 camas cada uno- que funcionaron en el lugar y que acogieron en total a 713 pacientes. "Había seis módulos en el primer piso y seis en el subterráneo. Cada uno tenía un médico a cargo, tres enfermeras y cuatro técnicos de enfermería. Hacíamos turnos de 24 horas por 3 días libres. En total trabajamos 170 personas ahí", relata.
El objetivo inicial del Centro Hospitalario Huechuraba era, según explica este enfermero de Centro Medical, "descongestionar la red metropolitana de salud, atendiendo a pacientes no Covid. Pero eso nos duró un mes. Después empezamos a recibir sólo pacientes con Covid. Teníamos camas básicas para los pacientes que sólo reciben tratamiento oral y camas medias para pacientes con tratamiento endovenoso y que requerían oxigenación. Teníamos una planta lista para ser habilitada como UCI: con ventiladores mecánicos y las camas listas, pero no la alcanzamos a usar".
"Nos habíamos proyectado funcionar hasta fin de año en el centro. No pensábamos que iba a existir este desconfinamiento y el paso a paso. En lo personal, de acuerdo a cómo se está comportando todo, pienso que vamos a tener un rebrote importante en octubre", sigue Vizcaya, que a fin de mes se va a trabajar al Hospital Regional de Copiapó.
-¿No se toma vacaciones?
-No es el momento de descansan Soy un sobreviviente del Covid y quiero seguir luchando contra él.
Vizcaya se contagió a fines de mayo. "De las 170 personas que trabajamos en el centro sólo nos contagiamos tres, yo estuve mal, mal. Estuve siete días con oxígeno y en posición prono. Me enfermé justo cuando estaban recomendando ese tratamiento antes de avanzar a la ventilación mecánica, que es mucho más invasiva. Tuve suerte porque evité ser intubado", cuenta.
-¿Se contagió trabajando?
-Sí. Como supervisor tenía que entrar a los módulos. A pesar de las medidas de seguridad -usábamos pechera, guantes, mascarilla N95, encima una mascarilla quirúrgica y encima la máscara facial, gorro- algo falló y me contagié. Teníamos un flujo de circulación bien estricto con la entrada y la salida separadas. Eliminábamos el material, nos lavábamos las manos, nos echábamos alcohol gel y con una máquina de ultrasonido nos desinfectábamos los zapatos.
Vizcaya dice que ha reflexionado por qué lo atacó fuerte el coronavirus. "Tal vez estaba con las defensas baja. Soy sano, no tengo ninguna enfermedad base y hago ejercicios tres veces por semana. Supuestamente no debió darme tan fuerte, pero me dio y eso te demuestra que el virus te puede atacar porque sí nomás. Además, como población, no estamos acostumbrados a hacernos chequeos médicos. Tal vez tenía una deficiencia de vitamina B", comenta.
Los primeros días con Covid los pasó en su casa. "Empecé con fiebre: 39 grados que no bajaban con antipiréticos y tenía una tos seca que no podía aliviar. Cuando llegué a 40 grados y me dolía el pecho de tanto toser, llamé a urgencia del Hospital del Trabajador. Me fueron a buscar en ambulancia. Cuando llegué vi los ojos de preocupación de mis colegas, los escuchaba darse instrucciones y correr. Sabía que era grave y me angustié. Lo peor es que estás realmente solo. Y sabes que no hay ni una cura, que sólo te darán paracetamol y oxígeno y que al final dependerá de tu organismo y de tu mente", recuerda.
-¿Cuántos días estuvo enfermo?
-En total, poco más de un mes. A los 19 días me dieron de alta. Al principio daba tres pasos y me cansaba. Fue súper angustiante. Pero ya estoy bien. He sobrevivido a todo: a un divorcio y al Covid-19. Por eso quise volver a trabajar apenas pude. Tuve apoyo total de mi empresa y del servicio de salud. Volver significaba devolver la mano, seguir luchando. Por eso me voy a Copiapó. Me siento más seguro. Me hice un examen de anticuerpos y la IgM está súper bien, estoy protegido por ahora y si me da, no será tan fuerte".
Es sábado y Vizcaya disfruta su día libre. El viernes 14 fue uno de los últimos en cerrar las puertas del Centro Hospitalario Huechuraba, que funcionó desde el 7 de abril en el Espacio Riesco. Él fue uno de los enfermeros supervisores de los 12 módulos -con 24 camas cada uno- que funcionaron en el lugar y que acogieron en total a 713 pacientes. "Había seis módulos en el primer piso y seis en el subterráneo. Cada uno tenía un médico a cargo, tres enfermeras y cuatro técnicos de enfermería. Hacíamos turnos de 24 horas por 3 días libres. En total trabajamos 170 personas ahí", relata.
El objetivo inicial del Centro Hospitalario Huechuraba era, según explica este enfermero de Centro Medical, "descongestionar la red metropolitana de salud, atendiendo a pacientes no Covid. Pero eso nos duró un mes. Después empezamos a recibir sólo pacientes con Covid. Teníamos camas básicas para los pacientes que sólo reciben tratamiento oral y camas medias para pacientes con tratamiento endovenoso y que requerían oxigenación. Teníamos una planta lista para ser habilitada como UCI: con ventiladores mecánicos y las camas listas, pero no la alcanzamos a usar".
"Nos habíamos proyectado funcionar hasta fin de año en el centro. No pensábamos que iba a existir este desconfinamiento y el paso a paso. En lo personal, de acuerdo a cómo se está comportando todo, pienso que vamos a tener un rebrote importante en octubre", sigue Vizcaya, que a fin de mes se va a trabajar al Hospital Regional de Copiapó.
-¿No se toma vacaciones?
-No es el momento de descansan Soy un sobreviviente del Covid y quiero seguir luchando contra él.
Vizcaya se contagió a fines de mayo. "De las 170 personas que trabajamos en el centro sólo nos contagiamos tres, yo estuve mal, mal. Estuve siete días con oxígeno y en posición prono. Me enfermé justo cuando estaban recomendando ese tratamiento antes de avanzar a la ventilación mecánica, que es mucho más invasiva. Tuve suerte porque evité ser intubado", cuenta.
-¿Se contagió trabajando?
-Sí. Como supervisor tenía que entrar a los módulos. A pesar de las medidas de seguridad -usábamos pechera, guantes, mascarilla N95, encima una mascarilla quirúrgica y encima la máscara facial, gorro- algo falló y me contagié. Teníamos un flujo de circulación bien estricto con la entrada y la salida separadas. Eliminábamos el material, nos lavábamos las manos, nos echábamos alcohol gel y con una máquina de ultrasonido nos desinfectábamos los zapatos.
Vizcaya dice que ha reflexionado por qué lo atacó fuerte el coronavirus. "Tal vez estaba con las defensas baja. Soy sano, no tengo ninguna enfermedad base y hago ejercicios tres veces por semana. Supuestamente no debió darme tan fuerte, pero me dio y eso te demuestra que el virus te puede atacar porque sí nomás. Además, como población, no estamos acostumbrados a hacernos chequeos médicos. Tal vez tenía una deficiencia de vitamina B", comenta.
Los primeros días con Covid los pasó en su casa. "Empecé con fiebre: 39 grados que no bajaban con antipiréticos y tenía una tos seca que no podía aliviar. Cuando llegué a 40 grados y me dolía el pecho de tanto toser, llamé a urgencia del Hospital del Trabajador. Me fueron a buscar en ambulancia. Cuando llegué vi los ojos de preocupación de mis colegas, los escuchaba darse instrucciones y correr. Sabía que era grave y me angustié. Lo peor es que estás realmente solo. Y sabes que no hay ni una cura, que sólo te darán paracetamol y oxígeno y que al final dependerá de tu organismo y de tu mente", recuerda.
-¿Cuántos días estuvo enfermo?
-En total, poco más de un mes. A los 19 días me dieron de alta. Al principio daba tres pasos y me cansaba. Fue súper angustiante. Pero ya estoy bien. He sobrevivido a todo: a un divorcio y al Covid-19. Por eso quise volver a trabajar apenas pude. Tuve apoyo total de mi empresa y del servicio de salud. Volver significaba devolver la mano, seguir luchando. Por eso me voy a Copiapó. Me siento más seguro. Me hice un examen de anticuerpos y la IgM está súper bien, estoy protegido por ahora y si me da, no será tan fuerte".