Fue en la Navidad de 2016 cuando el médico urgenciólogo Christian Urrutia se ganó el cariño de sus compañeros. Esa noche en la ex Clínica Las Lilas, además de trabajar, dejaron unos minutos para celebrar el amigo secreto. Pero Urrutia no sólo llegó con el regalo para la persona que le tocó en el juego, sino para el turno completo: cuatro enfermeras, dos enfermeros y el otro médico de noche.
"Llegó con unos bolsitos grandes para trasportar cosas, tipo cartera o para ir a la playa", recuerda Jeannette San Martín, una técnico en enfermería que coincidió en dos unidades de cuidados intensivos con Urrutia: en la ex Clínica Las Lilas y la Clínica Dávila.
Fueron detalles como ese, coinciden compañeros que lo conocieron, los que destacaban a Urrutia, un urgenciólogo que ponía su nota personal en todo lo que hacía. "Le decíamos el 'Doctor Eco' porque andaba siempre con su ecógrafo para todos lados, examinando a los pacientes", cuenta San Martín, quien actualmente trabaja en la UCI del Hospital de la Fuerza Aérea.
"Su nicho fue la ecografía en el paciente crítico. A todo paciente que ingresaba le tocaba ver, él iba con el ecógrafo y lo examinaba tanto física como ecográficamente, lo cual le daba un plus. Pero nosotros, que sabíamos para qué lo realizaba, lo encontrábamos genial", dice el médico Alejandro Sáez, que fue jefe de Urrutia del 2013 al 2016 en la UCI de Las Lilas.
¿Cómo así? Una ecografía es una prueba de diagnóstico por imagen que utiliza ondas sonoras (ultrasonido) para crear imágenes de órganos, tejidos y estructuras del interior del cuerpo. "Usaba el ecógrafo para examinar pulmones, vesículas, corazón, riñón, hígado y bazo en pacientes sanas y embarazadas. Eso le permitiría compararlo con los pacientes realmente enfermos en un futuro", explica Sáez, actual jefe coordinador UPC en el Instituto de Seguridad del Trabajo.
"Él era muy simpático, agradable, muy entregado a su quehacer, buena persona. También era muy preocupado por los pacientes y por las personas que trabaja con él", describe la enfermera San Martín.
"Era algo introvertido, amable, humilde, amaba mucho a sus hijos. Y también a sus caballos, le encantaban los caballos. Tanto, que fue uno de los motivos por el cual le colocaron como sobrenombre 'El Pony' cuando estaba en su formación como urgenciólogo. A mí no me gustaba, porque sentía que lo aminoraba", dice Sáez.
"Desde el punto de vista profesional estaba muy comprometido con sus pacientes, siempre con ansias de aprender e ir mejorando. También era una persona que toleraba recibir consejos al respecto del manejo y escuchaba otras alternativas a las soluciones que él podía plantear", destaca.
Fin de la búsqueda
Al urgenciólogo de 36 años lo buscaban desde el domingo 16 de agosto. Más de un mes después, este jueves 17 de septiembre, carabineros de la subcomisaría de San José de Maipo lo encontraron sin vida en el sector El Toyo, en las laderas de uno de los brazos del río. Su camioneta estaba a 600 metros de la ribera.
Según Felipe Armijo, director de Seguridad Pública de la Municipalidad de San José de Maipo, la madrugada del 16 de agosto el médico salió de la Clínica Vespucio luego de terminar su turno. "A las 5:16 envió un mensaje de WhatsApp a sus familiares, que daba a entender que venía al Cajón del Maipo a purificar su alma. Como él deja su camioneta cerca del río, se presume que ese tipo de purificación era en el río".
"Muchos colegas y amigos fuimos a ayudar a encontrarlo en el Cajón. Y siempre con la esperanza de que no estuviera muerto", dice el médico Sáez.
"Quiero recordarlo como una gran persona, alguien muy querido, que se ganó el cariño de todos", dice la enfermera San Martín.