Norma Vásquez fue parte de la generación de carabineros que egresó antes de tiempo, apurada por el estallido social, y sin experiencia alguna, le tocó enfrentarse a manifestaciones en Santiago. Pero alcanzó a estar menos de un año en la policía. Hace un mes, fue encontrada muerta en el maletero de un auto. El único formalizado por el delito es su expareja y ahora excarabinero, a quien había denunciado por abuso sexual. “Sábado” habló con familiares y cercanos de la víctima para reconstruír su vida, su paso por la institución y los hechos que la llevaron a su fatal descenlace y a un funeral sin honores.
En el parte policial se anotaron los datos: sábado 22 de agosto, cuerpo sin vida, identificado como Norma Vásquez Soto, carabinera, 20 años, encontrada en el maletero de un auto, en el estacionamiento del motel Eclipse de Luna de Linares, el motor encendido. Hora: 7:15 de la mañana.
Lo que la policía vio esa mañana fue un cuerpo ensangrentado con su pelo enmarañado. Cerca de ella, en el asiento trasero del auto, había un extintor manchado con sangre y con restos de pelo. Según la Fiscalía Local de Linares, ese extintor sería el objeto con el que golpearon a Norma en la cabeza, varias veces, hasta fracturarle la base del cráneo.
Se detectaron también, de acuerdo a los antecedentes de la investigación, lesiones asociadas a un posible arrastre del cuerpo por el suelo de gravilla del motel, desde la habitación donde ella estaba esa noche hasta el vehículo. En el dormitorio, señala la fiscalía, se encontró, además, sangre en el suelo y en los muros, probablemente a causa del fuerte impacto de los reiterados golpes.
Mientras la fiscalía y la Brigada de Homicidios registraba el lugar, a pocos kilómetros de allí, en el sector rural de Llepo, la familia de Norma Vásquez la esperaba en su casa. Eso habían acordado días antes. Ella tendría días libres y aprovecharía de visitarlos el fin de semana. Pero cerca de las 10:30 de la mañana, relata Mariana, su hermana, comenzaron a preocuparse: no aparecía y tampoco contestaba el teléfono. Sus padres decidieron partir a Linares, al terminal de buses. Tal vez la encontrarían allá, pensaron. Mariana se quedó en la casa por si llegaba y, casi por instinto, comenzó a revisar las redes sociales.
—Pensaba que quizá había habido un accidente de carretera, pero lo primero que me apareció fue un encabezado terrible: “Encuentran mujer muerta en un motel en Linares”. Cuando lo leí, me tuve que sostener de la muralla. No decía iniciales, no decía la edad, no decía nada, pero a mí algo me dijo que era ella —recuerda Mariana.
Entonces llamó por teléfono a su madre, que ya estaba en el terminal de buses.
—Mi mamá estaba muy nerviosa, porque no encontraba a mi hermana y en el terminal nadie sabía nada. Yo le conté sobre la noticia que había visto y le dije: “Mamá, afirmémonos, porque estoy segura de que es la Norma”. Ella se descolocó. Me dijo que qué estaba hablando y me cortó el teléfono.
Norma Vásquez nació en noviembre de 1999 en Linares. Sus padres Zenen Vásquez y Norma Soto viven en Llepo, un sector rural, donde trabajan como temporeros cosechando frambuesas y arándanos en el verano, y podando arbustos frutales en invierno.
Cuenta Mariana Vásquez que desde chicas, ella y su hermana Norma trabajaban junto a sus padres durante los meses más calurosos de los veranos, cuando estaban de vacaciones. Mariana siguió el camino de sus padres en la cosecha. A Norma también le gustaba el campo, dice, pero tenía otras aspiraciones.
—De muy chica quería ser carabinera, le fascinaba, los veía en las películas y ella se metía en el tema. Pensábamos que quizá se iba a olvidar cuando creciera, pero no, después lo tomó con más fuerza. Le gustaba la institución, lo que se hacía, todo esto de la criminalística, de andar en los peritajes. Además, veía el ejemplo de mi tío que también es carabinero, una persona intachable —cuenta.
En enero de 2019, Norma ingresó a la Escuela de Formación de Carabineros, en la comuna de Cerrillos, y dejó por primera vez su casa y su familia. Para ellos, relata Mariana, fue difícil dejarla partir.
—Nosotros la llorábamos en la casa, porque la echábamos de menos, pero ella nos contaba que estaba bien, que estaba feliz. Y cuando le costaba, nos decía: “Yo me la puedo”, porque no fue todo tan fácil. A ellos se le exige mucha condición física y ella se lesionó, tuvo una tendinitis en el muslo. Nos contaba que los instructores, como la veían lesionada, le decían: “Aquí me sobra una”, pero ella no se iba a retirar —recuerda Mariana.
Ese año, con el estallido social en octubre, Carabineros decidió que la generación en la que Norma estudiaba debía graduadarse con anticipación, ya que se necesitaban refuerzos. Así, su egreso se adelantó para noviembre. Según Mariana Vásquez, sus padres estaban preocupados, porque veían en la televisión cómo estaba la situación en Santiago.
—Nosotros como familia estamos como civiles, como personas, pero también tenemos una parte en la institución, era como estar en ambos lados. No somos de ningún partido político, nunca lo hemos sido, pero apoyamos a todas estas personas que luchan por la injusticia y eso está bien, solamente que nos somos extremistas. Creemos que si hay marchas tienen que ser pacíficas, pero no en la forma que se llevó todo, con los saqueos, no compartimos ese ideal —explica Mariana Vásquez.
Desde Santiago, su hermana Norma les relataba por teléfono cuando le tocaba ir a manifestaciones, les explicaba que muchas veces la insultaban y también que, en una ocasión, la apedrearon.
—Iba pasando por una feria con su escuadrón, había una protesta, y de pronto le tiraron piedras en las piernas y la espalda. De inmediato intentó protegerse y no pudo ver de dónde venía el ataque. Decía que por un lado estaba feliz de empezar su servicio, pero por otro estaba triste, porque en la calle les gritaban insultos. A veces sentía el bajón, a ella igual la criticaban a pesar de que no hacía nada malo. Por lo mismo, nunca viajaba con su uniforme, ni nada que indicara que ella era carabinera, porque sentía que era peligroso —explica Mariana.
Preocupada por su seguridad, la madre de Norma Vásquez le ofreció a su hija varias alternativas por si quería retirarse de Carabineros.
—En cada conversación, mi mamá le decía: “Si no se siente bien allá, véngase. Si no le gusta el trabajo, véngase. Acá con el papá luchamos los dos, trabajamos y le podemos dar otra educación si es que usted lo quiere”. Pero Norma le echaba ganas al trabajo, le gustaba —recuerda su hermana.
Norma Vásquez llevaba cuatro meses en el servicio, se estaba recién aclimatando, cuando comenzó una relación con el entonces subteniente Gary Valenzuela Ramos, de 26 años. Se conocieron porque trabajaban en la misma comisaría. Ahí también trabajaba Claudia, compañera carabinera de Norma, quien pidió cambiar su nombre para resguardar su identidad. Ella cuenta que en ese entonces a Norma se le veía contenta.
—Él le conocía los gustos, tenía mucho blablá y le decía cosas bonitas. Una vez le regaló un peluche gigante de pingüino y cuando se juntaban, ella llegaba de vuelta con rosas azules o negras, que eran las que le gustaban —cuenta Claudia.
Luego se pusieron a pololear, pero a los pocos meses Claudia dice que comenzó a ver que la relación se deterioraba.
—Cuando él se molestaba, terminaban, y ella se bajoneaba mucho. Después, al par de horas o al día siguiente, él le empezaba a rogar para que volvieran. Le molestaba que ella hablara con ciertas personas o le prohibía tener ciertas amistades, no le gustaba que hablara con hombres, cosas así —relata Claudia.
Según declaraciones entregadas a la fiscalía por cercanos a Norma Vásquez, Gary Valenzuela “era muy celosos, tenía la costumbre de registrarle el teléfono celular, la tomaba de la cara y la apretaba. Ella usaba frenillos, probablemente en alguna oportunidad cuando le apretaba la cara, le causó una lesión interna”.
A principios de julio, después de varios meses de pololeo, Norma le contó a su familia lo que estaba viviendo con su pareja.
—Ella nos dijo que le daba susto, que de la nada él empezaba a llorar, le hacía show, le bloqueaba los contactos, se ponía agresivo, reaccionaba súper mal. Después lloraba para que no lo dejara solo, que solamente la tenía ella y que si lo dejaba él se iba a matar. Mi mamá le dijo que estaba mal, que no podía permitir eso, que ese no era el trato que tenía que recibir y le pidió que terminara con él —señala Mariana Vásquez, pero explica que luego su hermana le reconoció que continuó su relación con Valenzuela, “pensaba que él podía cambiar”.
Dos semanas después de esa conversación con su madre, la mañana del 17 de julio, la carabinera llegó nerviosa a la comisaría donde trabajaba. No venía a comenzar una jornada laboral, sino que a interponer una denuncia de abuso sexual contra Valenzuela.
Según la fiscalía, en la denuncia se indica que el abuso ocurrió en la casa de Valenzuela, en Maipú.
—Ella cuenta en la denuncia que estaba durmiendo y a eso de las dos de la mañana Valenzuela despierta y comienza a revisarle el celular. Al terminar de revisar, en una reacción de celo infundado, él empieza una discusión con ella, la toma fuertemente, la lanza sobre la cama, le baja su ropa inferior, pantalón de buzo y ropa interior. Él se desnuda e intenta penetrarla. Ella se protege con sus manos para evitar dicha violación —relata la fiscal a cargo del caso Carola D'Agostini.
Carabineros confirmó a “Sábado” que tras la denuncia, Valenzuela fue dado de baja y se le hizo llegar una orden de alejamiento como medida cautelar. Además, desde la institución explican que él tenía un sumario anterior vinculado indirectamente con el caso de Alex Núñez, el manifestante que falleció durante el estallido social tras recibir una golpiza de carabineros.
Claudia, la amiga de Norma Vásquez, dice que a pesar de haber hecho la denuncia, ella no se sentía tranquila. Agrega que la orden de alejamiento no llegó a la comisaría, por lo que ella no fue notificada, dice que probablemente solo lo notificaron a él. También cuenta que le dieron a Norma una hora en salud mental en el Hospital de Carabineros, para que la acompañara durante el proceso, pero, según Claudia, “Norma no se sintió cómoda”.
—Fue a la primera sesión y dijo que fue como hablar con una pared. Sentía que esta persona le daba el favor a él, y que en pocas palabras era culpa de ella lo que le había pasado. No quiso seguir asistiendo a las sesiones (…). Además, ella estaba en el Escuadra de Control de Orden, donde ya había generado un fiato con el equipo, y la cambiaron a Control de Tránsito, donde estás con gente diferente todos los días. Me dijo que la sacaron porque pensaban que ella podía ser agresiva con las personas por lo que le había pasado, y tenían miedo de que tuviera una mala reacción con el público —asegura Claudia.
Cambiar a Norma de equipo justo después de la denuncia, dice su hermana Mariana Vásquez, fue algo que la perjudicó.
—La sacaron de su única fortaleza que ella tenía ahí. Su equipo era básicamente su familia, con los que almorzaba todos los días. En lugar de protegerla como víctima, la discriminaron. A los chicos con los que trabajaba, ella les contaba todo, sabían su historia, sabían cuál era su relación. Pero la separaron y la dejaron sola —dice Mariana.
A los pocos días de la denuncia, relata Claudia, Valenzuela comenzó a llamar nuevamente por teléfono a Norma. Lo hacía reiteradas veces. Ella lo bloqueaba, pero él insistía a través de otros números telefónicos.
—Él la empezó a hostigar por celular y por WhatsApp. Ella andaba muy bajoneada por esos días. A veces contestaba para decirle que parara de llamarla y por un rato él le hacía caso, pero después insistía —cuenta la amiga.
Mariana Vásquez también estaba al tanto de los hostigamientos, pero dice que su hermana les transmitía a su familia que estaba tranquila y que luego de la denuncia el quiebre había sido definitivo.
Sin embargo, ese viernes 21 de agosto, el día del crimen, Norma envió un audio de WhatsApp a su familia. Les dijo que llegaría el sábado, cuando en realidad el viernes ya estaba en Linares y se había reunido con Valenzuela.
—Sí, ella nos dijo que llegaba el sábado, pero algo pasó en ese lapso que nos ocultó que venía viajando. Nosotros supimos después que este tipo anduvo muy cerca de nuestro hogar, acá en el campo, preguntó por nosotros en la municipalidad y en negocios cercanos. Creemos que la amenazó, porque ella no se juntó con él por voluntad propia, pensamos que fue bajo amenaza, porque si estaba preguntando por nuestro hogar, quizá qué intenciones tenía —dice Mariana Vásquez.
La carabinera viajó el viernes en un auto particular, según las investigaciones de fiscalía. El dueño del auto, un compañero de la policía que también viajaba al sur a ver su familia, declaró que durante el trayecto Valenzuela la llamó insistentemente y también le mandó mensajes, diciéndole que quería entregarle un regalo. Norma se bajó en la carretera justo en la entrada de Linares. Aún la fiscalía no sabe cómo, pero ese día, cerca de las diez de la noche, ella llegó junto a Valenzuela al motel a una habitación que él había reservado antes.
Según las declaraciones de la recepcionista del motel entregadas a la fiscalía, la noche transcurrió tranquila hasta que cerca de las 7:15 de la mañana vio por las cámaras de seguridad que Valenzuela se retiraba. La recepcionista relató que decidió ir a revisar la habitación para ver que estuviera todo en orden, pero encontró restos de sangre en las murallas. Alarmada, regresó a la recepción, donde se encontró con Valenzuela. De acuerdo a su testimonio, allí le preguntó por su acompañante, a lo que él le respondió que se había retirado antes. La recepcionista dijo que la situación le pareció extraña porque estuvo despierta toda la noche y que no vio salir a nadie. Entonces llamó a Carabineros. En ese momento, declaró la mujer, Valenzuela escapó. Según la fiscalía, en las imágenes de las cámaras de seguridad se ve que saltó la pandereta del motel y huyó.
Al poco rato, llegó a la Brigada de Homicidios y más tarde Carola D'Agostini. En el lugar, dice la fiscal, había varios detalles que hablaban de lo que ocurrió en esa habitación esa noche. Menciona, por ejemplo, que el extintor con que Valenzuela habría golpeado a Norma estaba originalmente en el auto.
—Presentamos el tema de la premeditación y de la alevosía, porque en algún momento hubo una planificación para salir e ir a buscar el extintor o entrar con él con un propósito definido. Es la perspectiva que nosotros tenemos, porque confirmamos que este implemento no pertenecía al motel —relata la fiscal.
También plantean la teoría de que Norma Vásquez fue atacada con este objeto de manera inesperada.
—No hay signos de defensa de parte de ella, no alcanzó a hacer nada. Estamos hablando de una niña de 1,70 metros, 70 kilos de peso, tenía una buena contextura, además de su formación policial para haber evitado algo. Creemos que esto la pilló por sorpresa.
La fiscal también teoriza sobre las posibles motivaciones que pueden haber llevado a Valenzuela a terminar con la vida la carabinera.
—Creo que hay dos grandes motivaciones: una es la denuncia que Norma hizo por abuso sexual en contra de él, porque eso le significó la baja en un tiempo muy breve. El otro propósito es que ella se negaba a mantener relaciones sexuales con él, porque quería llegar virgen al matrimonio por su formación familiar y religiosa. Y lo tengo más que claro: de hecho, los peritajes dan cuenta que, efectivamente, ella nunca tuvo relaciones sexuales con este sujeto. Los peritajes que se hicieron con la denuncia un mes atrás también arrojaron lo mismo —explica la fiscal.
Ese día, los padres de Norma, luego de recorrer el terminal de buses buscando a su hija, fueron a la comisaría. Allí se reunieron con su hija Mariana. Ella relata que los mantuvieron esperando en el casino, que les dieron té y tranquilizantes.
—Se demoraron como dos horas en decirnos lo que ya sabíamos y lo que todos sabían. Nos acompañaban muchas chicas carabineras de la comisaría, y cuando nos dieron la noticia ellas lloraban junto con nosotros —recuerda Mariana Vásquez.
Poco rato después, Gary Valenzuela Ramos fue detenido por la PDI en un bosque cerca de Yumbel. Más tarde fue formalizado y hoy se encuentra en prisión preventiva en la cárcel de Cauquenes.
En la formalización, el defensor público, Marco Caballero, mencionó que al conversar con Valenzuela, él le manifestó de forma expresa no oponerse a la prisión preventiva y colaborar con la investigación, por lo que no hicieron alegaciones durante la audiencia. Sí solicitó que se le asignara el módulo especial de excarabineros dentro de la cárcel de Cauquenes, lo cuál se le otorgó.
“Sábado” contactó al abogado defensor, pero señaló no tener más comentarios a lo expuesto en la audiencia.
El lunes 24 agosto, en el Cementerio General de Linares, se realizó el funeral de Norma Vásquez. Ese día, relata su hermana, el lugar se llenó de gente que los acompañó en un cortejo desde Llepo hasta el cementerio. Los carabineros de la comisaría de Linares participaron del funeral, pero Mariana dice que esperaba más de los altos mandos de Santiago.
—Ni siquiera le trajeron la bandera de Carabineros para cubrir el ataúd, ni la gorrita, ni nada, porque su muerte no fue considerada en acto de servicio. Acá, mi tío se consiguió con la comisaría para que nos prestaran una gorrita y una bandera para el ataúd. El general Mario Rozas ni si quiera nos llamó. Nos mandó una carta de protocolo, de esas que copia y pega y cambia el nombre. Vino en su representación una general fría, no empatizó en nada y no tenía idea quién era mi hermana.
Sin embargo, cuenta que ese día algunos compañeros de Norma Vásquez juntaron dinero, se consiguieron una van y viajaron por el día a Linares para asistir al funeral. Dice que lo hicieron en su horario de descanso, ya que en sus servicios no les dieron permiso para asistir al funeral.
Desde Carabineros mencionan que asistió al funeral una delegación oficial a cargo de la general Pamela Olivares, comisario de la unidad en la que trabajaba Norma, acompañada por un teniente coronel, oficiales y personal. Además, explican, asistieron compañeros en forma particular con vestimenta civil autorizados por su comisario.
Dos semanas después del funeral, el director Mario Rozas declaró que Carabineros “apañó” a Norma.
—En realidad no fue así y eso lo saben muy bien los que trabajan ahí. Hay mucha discriminación, lo único que importa es que la persona esté sana y trabajando. No les importa si detrás de ellos hay familia, hay hijos o hay alguien enfermo.
Hoy, la familia de Norma Vásquez cree que la institución podría haber tomado más medidas para proteger a su hermana desde que hizo la denuncia contra Valenzuela.
—Había una orden de alejamiento, pero resulta que este tipo vivía en Maipú, en la misma comuna que mi hermana. Y acá en la PDI me dijeron que mi hermana hizo la denuncia de abuso antes de las 12 horas y cuando eso ocurre al imputado se le toma detenido, y carabineros no lo hizo. Había que detenerlo y no se hizo.
El día del funeral, sobre la posibilidad de haber prevenido la muerte de la carabinera, la general Pamela Olivares dijo que “siempre se puede hacer algo más, pero como institución hicimos lo que estaba en nuestras manos”.
Mariana Vásquez cuenta que a través de las redes sociales ha recibido el apoyo y las condolencias de cientos de personas, pero también palabras en contra.
—Gente ha criticado a Norma por haber pertenecido a la institución, pero el uniforme no describe a una persona. Ella empatizaba con la gente. Deberían sacarse ese pensamiento tan discriminador. Porque antes de ser carabinera, ella es mujer y esa es la empatía que debemos tener.