Fuad Garrido dice que le cuesta hablar del rescate porque sus hijos están cerca. Y no porque pudiesen escuchar algo inadecuado para su edad, sino porque al verlos, también ve la cara de esos niños abandonados a su suerte en el desierto, "sin zapatos, sin agua, sin ganas de respirar ni mucho menos de seguir caminando, a un paso de la muerte". Y entonces se emociona de nuevo y le dan ganas de llorar, como tantas veces ha llorado ya durante la semana. "Pero esto hay que contarlo", dice, como si se lo dijera más a sí mismo que a su interlocutor. Entonces respira profundo y comienza:
"Nosotros somos un grupo de aficionados al motocross enduro en Arica que se llama 'Team Tuareg' y que nos juntamos a hacer el mismo recorrido en moto todos los domingos. Es un trazado que le decimos 'La Frontera'. Está al sur de donde se encuentran las minas antipersonales. Para allá por supuesto que nunca nos metemos, porque es peligroso".
"El domingo 13 de septiembre nos juntamos 11 motoqueros y salimos como a las diez de la mañana desde Arica. Llevábamos un buen tiempo recorriendo 'La Frontera' hasta que decidimos descansar en la cima de una loma. En las cimas siempre corre más brisa. Fue en ese lugar donde vimos bien a lo lejos unos bultos moviéndose. No puede ser , dijimos. Quién podría estar en un lugar tan lejos. Estamos hablando de unos 28 kilómetros desde Arica, por lo menos. Fuimos para allá".
"Nos encontramos con cinco adultos y un lactante. Las mujeres lloraban desoladas. Nos dijeron que llevaban tres días dando vueltas, que veían montañas por todos lados y que estaban tratando de llegar a Arica. Eran venezolanos que venían de Tacna y querían pasar a Chile por un lugar no habilitado. Les dijeron que Arica quedaba a tres horas de caminata, pero llevaban tres días perdidos. Estaban deshidratados y rendidos, quemados por el sol. No tenían ni ganas de hablar. Pero una de las mujeres nos dijo que había más personas extraviadas y que estaban peor que ellos. Nos dijo que estaban por allá y apuntó hacia el norte. Donde estaban las minas antipersonales".
"Donde estábamos no había señal telefónica ni nada, así que decidimos rescatarlos nosotros mismos. Lo que hicimos fue dividirnos en dos grupos y avanzar orillando los cerros para no meternos por la planicie y no pisar una mina. Después de avanzar, no sé, unos 15 kilómetros, una de las motos que fue en el otro grupo nos vino a buscar porque habían encontrado a las personas perdidas".
"Eran seis mujeres que estaban arriba de una loma, tendidas en la tierra. Estaban absolutamente inmóviles, sin energía alguna. Hace dos días que no tomaban agua. Nosotros les dábamos lo que teníamos y se lo bebían desesperadas. No se podían mover ni poner de pie siquiera. Yo creo que ya se habían resignado a morir ahí mismo. Impresionantemente nos dijeron que había otro grupo de extraviados, el tercero, que estaban peor que ellos. Apuntaron al norte, a las quebradas".
"Las quebradas son un infierno. Arriba, en la cima de las lomas, por lo menos corre viento; en las quebradas no corre nada. Allá debe haber fácil 35 a 40 grados de temperatura y es muy difícil llegar. Incluso a pie es sumamente difícil avanzar. A esas alturas uno de nuestros motoqueros, que es mayor en retiro del Ejército, fue a buscar ayuda a un puesto fronterizo. Llegó con una patrulla de uniformados, pero nos dijeron que a la quebrada no podían meterse porque no tenían los medios para hacerlo. No se puede llegar en ningún tipo de vehículo. Decidimos partir nosotros".
"Fue sumamente complicado llegar. Pero cuando lo hicimos, nos encontramos con una escena espantosa. No podíamos creer que, efectivamente, estas personas estaban peor que todas las demás. Cómo explicarlo... (Fuad se quiebra). Había niños del porte de mis hijos que estaban lánguidos, como si fueran muertos vivientes. Había lactantes que eran sostenidos por mujeres que lloraban yo creo que sin poder soltar lágrima, de lo deshidratadas que estaban. Había un hombre que se derrumbó al vernos. No podía más. Encima caminaban en dirección contraria, hacia Tacna".
"Yo subí a un niño y a una mujer a mi moto, mis compañeros se llevaron al resto y los llevamos, no hasta Arica, pero sí hasta una planicie donde sí pudieran transitar los vehículos del Ejército. Los Carabineros también se habían sumado a la búsqueda".
"Después que los rescatamos a todos (23 en total), recién ahí reflexionamos en lo que había pasado y me puse a llorar. Fue demasiado. Nadie se merece pasar por lo que pasaron esas personas. Y esos niños, pobrecitos. Es un orgullo haber podido ayudarlos, pero fue demasiado desgarrador".
Las personas rescatadas se encuentran en buenas condiciones viviendo en una residencia sanitaria de Arica.