Franz Arancibia (53) tiene clarita la imagen que lo hizo famoso en la década de los
80. De hecho, aún guarda la fotografía que el diario "La Nación" publicó de esa tarde
inolvidable para él. "Debutaba en el Maga ante la Católica. Era 1984. Recuerdo
cuando el profe Hernán Castro me dijo que jugaría. Estaba ansioso y nervioso. En el
equipo estaban el Fino Toro, Tito Olivos, el Gringo Nef. Un equipazo. Esa tarde, el
estadio Vulco estaba lleno. A los 38 minutos me dio un pase Calquín y me saqué a
Chacón, luego a Marchioini, a Yoma y, finalmente, a Lepe. Me salió Cornez y le hice
un hoyito. Golazo, a lo Maradona. El partido lo ganamos 2-1 y, cuando terminó, mi tío
Willy, hermano de mi viejo, me tomó en andas y me puse a llorar. Esa fue la foto",
relata.
Otto, así le decían desde chico porque era rubio de ojos azules ("fui el único de la familia que salió a mi mamá, el resto son todos morenitos"), asegura que previo al encuentro frente a los cruzados "no andaba con la maldad" aunque poco antes lo habían echado precisamente de la UC.
-¿No lo encontraron tan bueno en la Católica?
-Nunca supe por qué me echaron. Llegué al club a los 12 años porque me vieron en un torneo del barrio y, desde que ingresé a la institución, fui titular y goleador. Estuve tres años y don Ignacio Prieto, cuando me veía, me decía Papelucho, por lo flaco que era. También me entrenaron don Tito Fouillioux y don Alfonso Rubilar. Pensé que estaba cumpliendo porque además iba todos los días a entrenar, desde Carrascal a San Carlos. Pero un año me sacaron de la lista de los que seguirían en el club. Nunca me dijeron porqué, pero creo que me encontraron demasiado flaco. Me fui nomás. Llegué a mi casa llorando. Luego se hizo la selección de Lo Franco para jugar un torneo, me convocaron y anduve muy bien. Lo curioso es que de nuevo me vieron veedores de la Católica y me ofrecieron volver al club. Les dije que no porque me habían echado. Ahí fui a Magallanes.
-¿Así y todo me va a decir que no entró con pica a jugar contra ellos ese día de su debut profesional?
-En serio que no. La que estaba picada era mi mamá (Edith Unger). De hecho, cuando el plantel de la Católica salió del camarín, mi mamá se subió al bus de ellos para recriminar a don Ignacio Prieto, que era el entrenador del equipo. Lo subió y lo bajó delante de todos. Don Ignacio le decía a mi mamá que no había sido él quien me había echado. Que fue decisión del profe Rubilar (ríe). Hasta el día de hoy cuando me encuentro con don Ignacio me dice: "Pucha que era brava su mamá".
Otto comenzó ahí una carrera que tuvo altos y bajos. En Magallanes no se pudo consolidar de inmediato, lo mandaron a préstamo a San Luis, y vuelve a Magallanes en 1989, que ahora estaba en Segunda División, para intentar volver a Primera de la mano del técnico Guillermo Páez.
"Teníamos un gran equipo. Éramos los candidatos lógicos a subir pero tuvimos la mala suerte de que fue el año que la U estaba en Segunda y, bueno, todos querían que fuera la U la que subiera", dice Arancibia.
-¿Cree que eso implicó"ayudas"?
-No sé, pero fue extraño. Yo siempre he sido hincha de la U, pero hubo cosas raras.
-Usted, de hecho, llegó a la U un par de años después.
-Sí, estuve en La Serena en un equipazo que armaron con el Pelao De Luca, Wirth, Juanito Castillo y el brasileño Kleber Da Rosa, y que dirigió don Luis Santibáñez. Me acuerdo que ahí me dieron un auto por firmaL Pero no nos fue bien, no hubo plata para comprar mi pase a fin de año y volví a Magallanes. Y en 1991 don Pedro Morales me llevó a la U. Estaba feliz porque de chico era azul. Mis ídolos eran Hoffens y Castec. Fui titular, pero el equipo anduvo mal. Nos salvamos al final de bajar de nuevo a Segunda. Yo igual pensé que seguiría, pero llego don Arturo Salah con su gente y me tuve que ir. Llegué a Temuco donde anduve muy bien y donde me pusieron mi otro apodo: Hijo del Viento. Estuve cuatro años y luego comencé a deambular por varios clubes hasta que me retiré en Melipilla, a los 34 años.
-¿Le costó tomar la decisión?
-No, la verdad es que no porque ya no quería más. Habían sido casi 20 años de carrera y estaba cansado. De hecho estuve dos años sin tocar una pelota. Volví a mi barrio, a Carrascal, donde siempre estuvo mi casa, mi familia, mis amigos. Me chanté.
-¿Cuándo decidió volver al fútbol?
-Me pidieron jugar para una Teletón y me lesioné el tendón de Aquiles. Me tuve que operar y no pude realizar actividad física por mucho tiempo. Me deprimí después del fútbol, lloraba porque empecé a engordar. Subí a 70 kilos, que puede no ser mucho para la mayoría, pero para mí sí porque siempre fui flaco. En esos momentos surgió la posibilidad de dirigir. Me fueron a buscar para hacer talleres a niños de poblaciones de comunas populares como El Bosque y Cerro Navia. Eso me gustó y hasta hoy hago mi vida en eso.
-¿Ha logrado detectar jugadores que puedan intentar una carrera en el fútbol?
-Varios clubes me han preguntado, he recomendado a algunos y hoy están jugando ahí. No sé qué será de ellos en el futuro. Depende del esfuerzo y el talento personal. Pero al menos ya se les abrió la opción.
-Esos chicos seguro que ni saben quién fue usted en el fútbol.
-Claro, ninguno me vio jugan Son chicos entre 6 y 17 años con los que hago estos talleres. Pero algunos me han preguntado si en verdad era famoso como les contó algún familiar que me vio jugar. Y les digo que sí, que yo era muy conocido.
-¿Y les dice que era bueno?
-Cuando los niños me preguntan cómo jugaba les digo que yo era igual a Alexis Sánchez: rapidito y goleador.
Otto, así le decían desde chico porque era rubio de ojos azules ("fui el único de la familia que salió a mi mamá, el resto son todos morenitos"), asegura que previo al encuentro frente a los cruzados "no andaba con la maldad" aunque poco antes lo habían echado precisamente de la UC.
-¿No lo encontraron tan bueno en la Católica?
-Nunca supe por qué me echaron. Llegué al club a los 12 años porque me vieron en un torneo del barrio y, desde que ingresé a la institución, fui titular y goleador. Estuve tres años y don Ignacio Prieto, cuando me veía, me decía Papelucho, por lo flaco que era. También me entrenaron don Tito Fouillioux y don Alfonso Rubilar. Pensé que estaba cumpliendo porque además iba todos los días a entrenar, desde Carrascal a San Carlos. Pero un año me sacaron de la lista de los que seguirían en el club. Nunca me dijeron porqué, pero creo que me encontraron demasiado flaco. Me fui nomás. Llegué a mi casa llorando. Luego se hizo la selección de Lo Franco para jugar un torneo, me convocaron y anduve muy bien. Lo curioso es que de nuevo me vieron veedores de la Católica y me ofrecieron volver al club. Les dije que no porque me habían echado. Ahí fui a Magallanes.
-¿Así y todo me va a decir que no entró con pica a jugar contra ellos ese día de su debut profesional?
-En serio que no. La que estaba picada era mi mamá (Edith Unger). De hecho, cuando el plantel de la Católica salió del camarín, mi mamá se subió al bus de ellos para recriminar a don Ignacio Prieto, que era el entrenador del equipo. Lo subió y lo bajó delante de todos. Don Ignacio le decía a mi mamá que no había sido él quien me había echado. Que fue decisión del profe Rubilar (ríe). Hasta el día de hoy cuando me encuentro con don Ignacio me dice: "Pucha que era brava su mamá".
Otto comenzó ahí una carrera que tuvo altos y bajos. En Magallanes no se pudo consolidar de inmediato, lo mandaron a préstamo a San Luis, y vuelve a Magallanes en 1989, que ahora estaba en Segunda División, para intentar volver a Primera de la mano del técnico Guillermo Páez.
"Teníamos un gran equipo. Éramos los candidatos lógicos a subir pero tuvimos la mala suerte de que fue el año que la U estaba en Segunda y, bueno, todos querían que fuera la U la que subiera", dice Arancibia.
-¿Cree que eso implicó"ayudas"?
-No sé, pero fue extraño. Yo siempre he sido hincha de la U, pero hubo cosas raras.
-Usted, de hecho, llegó a la U un par de años después.
-Sí, estuve en La Serena en un equipazo que armaron con el Pelao De Luca, Wirth, Juanito Castillo y el brasileño Kleber Da Rosa, y que dirigió don Luis Santibáñez. Me acuerdo que ahí me dieron un auto por firmaL Pero no nos fue bien, no hubo plata para comprar mi pase a fin de año y volví a Magallanes. Y en 1991 don Pedro Morales me llevó a la U. Estaba feliz porque de chico era azul. Mis ídolos eran Hoffens y Castec. Fui titular, pero el equipo anduvo mal. Nos salvamos al final de bajar de nuevo a Segunda. Yo igual pensé que seguiría, pero llego don Arturo Salah con su gente y me tuve que ir. Llegué a Temuco donde anduve muy bien y donde me pusieron mi otro apodo: Hijo del Viento. Estuve cuatro años y luego comencé a deambular por varios clubes hasta que me retiré en Melipilla, a los 34 años.
-¿Le costó tomar la decisión?
-No, la verdad es que no porque ya no quería más. Habían sido casi 20 años de carrera y estaba cansado. De hecho estuve dos años sin tocar una pelota. Volví a mi barrio, a Carrascal, donde siempre estuvo mi casa, mi familia, mis amigos. Me chanté.
-¿Cuándo decidió volver al fútbol?
-Me pidieron jugar para una Teletón y me lesioné el tendón de Aquiles. Me tuve que operar y no pude realizar actividad física por mucho tiempo. Me deprimí después del fútbol, lloraba porque empecé a engordar. Subí a 70 kilos, que puede no ser mucho para la mayoría, pero para mí sí porque siempre fui flaco. En esos momentos surgió la posibilidad de dirigir. Me fueron a buscar para hacer talleres a niños de poblaciones de comunas populares como El Bosque y Cerro Navia. Eso me gustó y hasta hoy hago mi vida en eso.
-¿Ha logrado detectar jugadores que puedan intentar una carrera en el fútbol?
-Varios clubes me han preguntado, he recomendado a algunos y hoy están jugando ahí. No sé qué será de ellos en el futuro. Depende del esfuerzo y el talento personal. Pero al menos ya se les abrió la opción.
-Esos chicos seguro que ni saben quién fue usted en el fútbol.
-Claro, ninguno me vio jugan Son chicos entre 6 y 17 años con los que hago estos talleres. Pero algunos me han preguntado si en verdad era famoso como les contó algún familiar que me vio jugar. Y les digo que sí, que yo era muy conocido.
-¿Y les dice que era bueno?
-Cuando los niños me preguntan cómo jugaba les digo que yo era igual a Alexis Sánchez: rapidito y goleador.