"Tengo imágenes y recuerdos borrosos, no muy conectados y con muchos baches.
Me acuerdo de que contesté el teléfono y una persona de la radio, no sé quién, pero
parece que era un gerente, me dijo: "Se mató... se mató". Yo pensé que era una
pitanza, una broma de mal gusto, pero no, me insistía: "Se mató... se mató" . Solté el
teléfono y me senté. Y lloré. Lloré creo que dos días seguidos sin paran Caí en
estado de shock . Ni siquiera tengo recuerdos muy claros de su funeral. Mucha gente
después me ha preguntado si recuerdo lo que dijeron ese día de él, de lo que me
dijeron a mí cuando me saludaban, y casi no tengo recuerdos. Estaba en otra.
Simplemente no aceptaba que Eduardo se hubiese suicidado".
Era el 18 de septiembre de 201 5, a María Victoria Laymuns le cambió la vida. Estaba separada desde hacía casi un año de Eduardo Bonvallet, tras 12 años juntos, y a sus tres hijos en común, Aurelia, Eduardo y Noelle, los hacía mantener una relación más o menos "civilizada", dice. Ella cree que él aún pensaba que las cosas podrían arreglarse y volver así a ser una familia.
"A él claramente no le gustaba cuando yo le decía que había salido con amigos. Aunque él me contaba que salía con otras mujeres. Era celoso conmigo y siento que le costó asumir que ya no seríamos pareja", dice María Victoria.
-¿Cree que la separación influyó en su decisión?
-Siento que fueron muchas cosas las que lo hicieron tomar esta decisión. Eduardo tenía problemas sicológicos, sufría de depresión y por eso debía medicarse. Cuando estábamos juntos, doy fe de que seguía las indicaciones del médico y se tomaba los remedios. Pero cuando nos separamos, creo que dejó esa disciplina, el tratamiento, las pastillas y eso fue el detonante para hacer algo que jamás hubiese pensado que haría.
-¿Alguna vez le conversó del tema a usted?
-Eduardo me contó que, cuando era joven, en su época de futbolista, dos veces pensó en suicidarse. Pero cuando estuvimos juntos, siempre se mostró muy aferrado a la vida. Ni siquiera cuando tuvo el cáncer pensó en la muerte como opción. Al contrario, él me decía que no se quería morir, que nuestros hijos lo necesitaban y que no quería dejarnos solos. Y eso a pesar de que el cáncer lo atacó de manera agresiva. Tenía que hacer quimioterapia tres veces por semana y estaba casi 23 horas cada vez. Quedó sin pelo, se le empezaron a caer los dientes, que era algo que él resentía mucho. Pero así y todo Eduardo luchaba por vivir. No, nunca pensé que él se quitaría la vida.
-¿Por qué, entonces?
-Creo que a Eduardo lo empeoró sentir la soledad. La soledad lo afectó.
-Mucha gente, seguidora de Bonvallet, la culpó a usted por lo que pasó.
-Sí, incluso recibí amenazas de muerte. Y me tuve que tragar comentarios de gente que hablaba como si supiera de mi relación con Eduardo y yo ni siquiera los conocía. Me tiraban balas de todos lados. Algunos de sus compañeros de radio, por ejemplo. Yo nunca fui amiga de ellos. No eran de nuestras amistades comunes. No entendía cómo hablaban tan sueltos de cuerpo de algo que no conocían. Ahí conocí la bajeza humana. Y cometí el error de contestar, de tratar de explicar.
-Algunos dijeron que usted no lo dejaba visitar a sus hijos.
-Eso no es así. Y eso es parte de lo que se dijo sin saben De hecho, un par de semanas antes de su muerte, Eduardo fue con los tres niños de vacaciones a Viña. Y la ocasión a la que se referían algunos fue un día en que los niños estaban solos con mi mamá y Eduardo llegó a mi casa un poco alterado. Mi mamá me llamó asustada y le contesté que le dijera que volviera al otro día, cuando estuviera yo y se hubiese tranquilizado. Él entonces se enojó, fue a Carabineros a denunciarme y puso en Twitter que yo no lo dejaba ver a sus hijos. De eso se agarraron los que me criticaron. Pero no es cierto que yo quería que dejara de ver a los niños. Sé que los adoraba, era su papá.
-¿Encaró a quienes la apuntaron con el dedo?
-Como dije, nunca tuve mucha relación con ellos. Salvo con el periodista Marco Sotomayor, que siempre fue muy apoyador tras la muerte de Eduardo. Y con Cristián Peñailillo hubo una especie de reconciliación tras una entrevista, donde reconocía que se había equivocado al decir cosas sobre mí y mi relación con Eduardo.
-¿Cómo se conocieron con Bonvallet?
-En realidad a Eduardo le costó conquistarme. Pasaron ocho meses entre que lo conocí y empezamos a ser pareja. Nos conocimos en un pub en Vitacura. Yo estaba con unas amigas del trabajo porque despedíamos a una de ellas y él estaba ahí y se acercó todo canchero con ganas de engrupirnos. Yo no lo pesqué mucho. Sabía quién era porque todos sabían quién era Eduardo Bonvallet, pero yo ni cachaba mucho que había sido futbolista y que había estado en un Mundial. Nunca fui futbolera y no me llamó mucho la atención. Pero me empezó a llamar porque se consiguió mi número, a dejarme chocolates en la oficina del ministerio de Educación, donde trabajaba. Hasta que finalmente me conquistó.
-A pesar de como terminó su relación, ¿lo extraña?
-Claro. Siempre será parte de mi vida y el padre de mis hijos.
-¿Acepta ya su determinación de terminar con su vida?
-Uuufff, se van a cumplir cinco años de su muerte y no puedo decir que todo está superado. En todo este período yo he pasado de la pena a la rabia y ahora a la aceptación. Es algo que nunca podré olvidar, pero he aprendido a vivir con la pena.
Era el 18 de septiembre de 201 5, a María Victoria Laymuns le cambió la vida. Estaba separada desde hacía casi un año de Eduardo Bonvallet, tras 12 años juntos, y a sus tres hijos en común, Aurelia, Eduardo y Noelle, los hacía mantener una relación más o menos "civilizada", dice. Ella cree que él aún pensaba que las cosas podrían arreglarse y volver así a ser una familia.
"A él claramente no le gustaba cuando yo le decía que había salido con amigos. Aunque él me contaba que salía con otras mujeres. Era celoso conmigo y siento que le costó asumir que ya no seríamos pareja", dice María Victoria.
-¿Cree que la separación influyó en su decisión?
-Siento que fueron muchas cosas las que lo hicieron tomar esta decisión. Eduardo tenía problemas sicológicos, sufría de depresión y por eso debía medicarse. Cuando estábamos juntos, doy fe de que seguía las indicaciones del médico y se tomaba los remedios. Pero cuando nos separamos, creo que dejó esa disciplina, el tratamiento, las pastillas y eso fue el detonante para hacer algo que jamás hubiese pensado que haría.
-¿Alguna vez le conversó del tema a usted?
-Eduardo me contó que, cuando era joven, en su época de futbolista, dos veces pensó en suicidarse. Pero cuando estuvimos juntos, siempre se mostró muy aferrado a la vida. Ni siquiera cuando tuvo el cáncer pensó en la muerte como opción. Al contrario, él me decía que no se quería morir, que nuestros hijos lo necesitaban y que no quería dejarnos solos. Y eso a pesar de que el cáncer lo atacó de manera agresiva. Tenía que hacer quimioterapia tres veces por semana y estaba casi 23 horas cada vez. Quedó sin pelo, se le empezaron a caer los dientes, que era algo que él resentía mucho. Pero así y todo Eduardo luchaba por vivir. No, nunca pensé que él se quitaría la vida.
-¿Por qué, entonces?
-Creo que a Eduardo lo empeoró sentir la soledad. La soledad lo afectó.
-Mucha gente, seguidora de Bonvallet, la culpó a usted por lo que pasó.
-Sí, incluso recibí amenazas de muerte. Y me tuve que tragar comentarios de gente que hablaba como si supiera de mi relación con Eduardo y yo ni siquiera los conocía. Me tiraban balas de todos lados. Algunos de sus compañeros de radio, por ejemplo. Yo nunca fui amiga de ellos. No eran de nuestras amistades comunes. No entendía cómo hablaban tan sueltos de cuerpo de algo que no conocían. Ahí conocí la bajeza humana. Y cometí el error de contestar, de tratar de explicar.
-Algunos dijeron que usted no lo dejaba visitar a sus hijos.
-Eso no es así. Y eso es parte de lo que se dijo sin saben De hecho, un par de semanas antes de su muerte, Eduardo fue con los tres niños de vacaciones a Viña. Y la ocasión a la que se referían algunos fue un día en que los niños estaban solos con mi mamá y Eduardo llegó a mi casa un poco alterado. Mi mamá me llamó asustada y le contesté que le dijera que volviera al otro día, cuando estuviera yo y se hubiese tranquilizado. Él entonces se enojó, fue a Carabineros a denunciarme y puso en Twitter que yo no lo dejaba ver a sus hijos. De eso se agarraron los que me criticaron. Pero no es cierto que yo quería que dejara de ver a los niños. Sé que los adoraba, era su papá.
-¿Encaró a quienes la apuntaron con el dedo?
-Como dije, nunca tuve mucha relación con ellos. Salvo con el periodista Marco Sotomayor, que siempre fue muy apoyador tras la muerte de Eduardo. Y con Cristián Peñailillo hubo una especie de reconciliación tras una entrevista, donde reconocía que se había equivocado al decir cosas sobre mí y mi relación con Eduardo.
-¿Cómo se conocieron con Bonvallet?
-En realidad a Eduardo le costó conquistarme. Pasaron ocho meses entre que lo conocí y empezamos a ser pareja. Nos conocimos en un pub en Vitacura. Yo estaba con unas amigas del trabajo porque despedíamos a una de ellas y él estaba ahí y se acercó todo canchero con ganas de engrupirnos. Yo no lo pesqué mucho. Sabía quién era porque todos sabían quién era Eduardo Bonvallet, pero yo ni cachaba mucho que había sido futbolista y que había estado en un Mundial. Nunca fui futbolera y no me llamó mucho la atención. Pero me empezó a llamar porque se consiguió mi número, a dejarme chocolates en la oficina del ministerio de Educación, donde trabajaba. Hasta que finalmente me conquistó.
-A pesar de como terminó su relación, ¿lo extraña?
-Claro. Siempre será parte de mi vida y el padre de mis hijos.
-¿Acepta ya su determinación de terminar con su vida?
-Uuufff, se van a cumplir cinco años de su muerte y no puedo decir que todo está superado. En todo este período yo he pasado de la pena a la rabia y ahora a la aceptación. Es algo que nunca podré olvidar, pero he aprendido a vivir con la pena.