Por estos días, la mamá de Pablo Otárola (33), ex jugador de Temuco, está afanada
en decorar la pieza de su hijo con banderas chilenas y guirnaldas para esperar el 18.
La señora Lidia Torres (63) lo mira, tiernamente, y le habla para recordarle en qué día está o las fechas que se celebran. Ya le contó que estamos en septiembre. Además le dice que tuvo un accidente grave, pero que está avanzando, de a poquito. "Tienes que poner de tu parte y con la ayuda de todos estarás cada día mejor", lo alienta. El ex defensa central concentra su mirada en los ojos de su abnegada madre y esboza una sonrisa.
Han pasado más de cinco años desde que el eficiente zaguero casi muere en un accidente carretero. El 20 de marzo de 2015 iba en su auto, desde Temuco hacia su casa en Talcahuano, cuando chocó contra un camión tolva. El parte médico fue lapidario: fracturas en el fémur y cadera, con daño neurológico. Iba a quedar en estado vegetal y con mínimas probabilidades de supervivencia. "Ahora podemos decir que Pablo está notoriamente mejor, desde los puntos de vista físico y cognitivo", afirma aliviada Andrea Otárola (39), su hermana.
Hasta subió de peso y puede mantenerse en pie con ayuda de sus kinesiólogos. "Debe estar en 82 kilos, lo que es bueno, porque, al principio, bajó como 20. Ha ido recuperando la musculatura. Eso le permite sentarse. Pasó de no hacer nada, con cero estabilidad, a que ahora se pueda parar solo, con el auxilio de un estabilizador. Te mira y sonríe cuando le hablas. Hay días en que está más conectado que otros. A veces está más cansado, pero Pablo entiende todo lo que pasa en su entorno. Se preocupa cuando no están mis papás en la casa, porque ellos también han estado hospitalizados por sus problemas de salud", explica Andrea, quien se transformó en su tutora legal.
-¿Qué siente ahora que su hermano está mejor?
-Ha sido un camino difícil, triste y muy duro a ratos. Quisiéramos que Pablo estuviera mucho mejor, que ya nos pudiera hablar y tuviera más independencia, pero estamos conscientes de que ha avanzado mucho respecto de su diagnóstico inicial.
Andrea comenta que la familia, integrada además por el padre, Mario Otárola (69), y sus hermanas Karla (26) y Johanna (44), ha pasado momentos muy difíciles, que también han tenido que ver con los problemas económicos. "Durante estos cinco años y algunos meses hemos incurrido en gastos significativos. Por lo bajo y de manera estimativa, creo que estamos hablando de 50 millones de pesos. Esa plata se ha utilizado para pagar cuidadoras particulares, durante el año en que estuvo hospitalizado, hospitalizaciones, operaciones, medicamentos, kinesiólogos, insumos. En realidad, son muchas cosas", relata.
-¿Cómo pudieron juntar el dinero?
-Gracias a la ayuda de algunos clubes, beneficios, bingos, su licencia médica, su pensión de la AFP, la pensión de mi papá, y algunas colaboraciones de amigos. El costo de los kinesiólogos, por ejemplo, es de dos millones de pesos mensuales, que la isapre paga el 70 por ciento. El Sifup nos ayuda con los pañales, cada seis meses.
En noviembre pasado, Pablo se complicó debido a una neumonía. Tuvo que ser trasladado hasta la Clínica Universitaria de Concepción (CUC), donde fue operado. Tenía líquido en el pulmón izquierdo y unos hematomas, heredados del choque con el camión. Estuvo 26 días en la UCI, hasta que pudo superar la complicación. "No fue necesario sacarle el pulmón, pero hubo que limpiarlo. Todo eso salió otros dos millones y medio, que fueron cancelados por su pensión y por mis papás", explica Andrea.
-¿Cómo se comunica?
-Nosotros lo conocemos muy bien y sabemos, según sus expresiones, cuando está incómodo o algo le molesta.
-¿Le gusta mirar fútbol?
-Algo. Le ponemos fútbol, pero prefiere no mirar el televisor. Pensamos que quizás eso le trae recuerdos que le causan pena y nostalgia.
La señora Lidia Torres (63) lo mira, tiernamente, y le habla para recordarle en qué día está o las fechas que se celebran. Ya le contó que estamos en septiembre. Además le dice que tuvo un accidente grave, pero que está avanzando, de a poquito. "Tienes que poner de tu parte y con la ayuda de todos estarás cada día mejor", lo alienta. El ex defensa central concentra su mirada en los ojos de su abnegada madre y esboza una sonrisa.
Han pasado más de cinco años desde que el eficiente zaguero casi muere en un accidente carretero. El 20 de marzo de 2015 iba en su auto, desde Temuco hacia su casa en Talcahuano, cuando chocó contra un camión tolva. El parte médico fue lapidario: fracturas en el fémur y cadera, con daño neurológico. Iba a quedar en estado vegetal y con mínimas probabilidades de supervivencia. "Ahora podemos decir que Pablo está notoriamente mejor, desde los puntos de vista físico y cognitivo", afirma aliviada Andrea Otárola (39), su hermana.
Hasta subió de peso y puede mantenerse en pie con ayuda de sus kinesiólogos. "Debe estar en 82 kilos, lo que es bueno, porque, al principio, bajó como 20. Ha ido recuperando la musculatura. Eso le permite sentarse. Pasó de no hacer nada, con cero estabilidad, a que ahora se pueda parar solo, con el auxilio de un estabilizador. Te mira y sonríe cuando le hablas. Hay días en que está más conectado que otros. A veces está más cansado, pero Pablo entiende todo lo que pasa en su entorno. Se preocupa cuando no están mis papás en la casa, porque ellos también han estado hospitalizados por sus problemas de salud", explica Andrea, quien se transformó en su tutora legal.
-¿Qué siente ahora que su hermano está mejor?
-Ha sido un camino difícil, triste y muy duro a ratos. Quisiéramos que Pablo estuviera mucho mejor, que ya nos pudiera hablar y tuviera más independencia, pero estamos conscientes de que ha avanzado mucho respecto de su diagnóstico inicial.
Andrea comenta que la familia, integrada además por el padre, Mario Otárola (69), y sus hermanas Karla (26) y Johanna (44), ha pasado momentos muy difíciles, que también han tenido que ver con los problemas económicos. "Durante estos cinco años y algunos meses hemos incurrido en gastos significativos. Por lo bajo y de manera estimativa, creo que estamos hablando de 50 millones de pesos. Esa plata se ha utilizado para pagar cuidadoras particulares, durante el año en que estuvo hospitalizado, hospitalizaciones, operaciones, medicamentos, kinesiólogos, insumos. En realidad, son muchas cosas", relata.
-¿Cómo pudieron juntar el dinero?
-Gracias a la ayuda de algunos clubes, beneficios, bingos, su licencia médica, su pensión de la AFP, la pensión de mi papá, y algunas colaboraciones de amigos. El costo de los kinesiólogos, por ejemplo, es de dos millones de pesos mensuales, que la isapre paga el 70 por ciento. El Sifup nos ayuda con los pañales, cada seis meses.
En noviembre pasado, Pablo se complicó debido a una neumonía. Tuvo que ser trasladado hasta la Clínica Universitaria de Concepción (CUC), donde fue operado. Tenía líquido en el pulmón izquierdo y unos hematomas, heredados del choque con el camión. Estuvo 26 días en la UCI, hasta que pudo superar la complicación. "No fue necesario sacarle el pulmón, pero hubo que limpiarlo. Todo eso salió otros dos millones y medio, que fueron cancelados por su pensión y por mis papás", explica Andrea.
-¿Cómo se comunica?
-Nosotros lo conocemos muy bien y sabemos, según sus expresiones, cuando está incómodo o algo le molesta.
-¿Le gusta mirar fútbol?
-Algo. Le ponemos fútbol, pero prefiere no mirar el televisor. Pensamos que quizás eso le trae recuerdos que le causan pena y nostalgia.