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Qué tiene que ver la cuarentena con la aparición de la miopía
Un niño menor de quince años, acostumbrado a mirar durante horas un horizonte poco iluminado que no está más allá de cincuenta centímetros de distancia de su rostro, puede desarrollar miopía. Y si eso es un riesgo en tiempos normales, en tiempos de cuarentenas, lo es aún más.

Por eso, dice el doctor en Neurociencias Alex Vielma, contemplar paisajes a plena luz del día antes de alcanzar la mayoría de edad, debiese transformarse en una especie de deporte visual. Y si su hijo sigue en cuarentena, agrega, lo recomendable es incitarlo a mirar por el balcón al menos quince minutos cada dos horas.

La miopía, explica el oftalmólogo Juan Pablo López, es un defecto de la visión que puede desarrollarse cuando existe predisposición genética y también cuando no la hay.

"Aparece cuando el ojo tiene un tamaño mayor a lo normal. Es más largo. Eso hace que los rayos de luz converjan en un punto que está delante de la retina. O bien, puede aparecer porque la cornea, que es la parte transparente, es demasiado curva" dice el especialista de la Clínica Alemana.

¿Por qué la falta de luz natural contribuye en la aparición de la miopía? La visión, dice Vielma, se forma en gran parte gracias al trabajo de la retina.

"Es un tejido nervioso que permite detectar la luz y captar toda la información sobre colores, forma y movimiento", explica el investigador del Instituto Milenio Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso.

En la retina, detalla, existen unas células llamadas conos, que se encargan de detectar los colores y funcionan de forma óptima con la luz natural. Los bastones, en cambio, son utilizados por el ojo para observar en penumbra.

Los conos, enseña Vielma, están adaptados para funcionar con altas intensidades de luz. La luz que emite una ampolleta común y corriente, por ejemplo, tiene una intensidad de entre 100 y 150 lux (unidad de medida). En la oficina, esa iluminación puede llegar hasta los 500 lux. Pero la luz natural, esa que vemos al salir a la calle, asegura el neurocientífico, tiene una intensidad sobre los 100.000 lux.

"Los conos están creados para trabajar con esa luz. Si un niño comienza sistemáticamente a evitar la luz solar, va a cambiar la forma de su ojo. Igual va a poder ver, pero el circuito de su retina se va a adaptar a trabajar con poca intensidad de luz, entonces, se genera un cambio en el funcionamiento, que no es lo óptimo", resume.

Menciona, además, que se produce en etapa infantil porque el ojo está en desarrollo. "Hasta los nueve años se produce la maduración de los circuitos del ojo. Después, hasta los quince, se ha visto que sigue creciendo. Si los niños se acostumbran a mirar de una sola manera, el ojo se va a adaptar a eso, la retina se va a acostumbrar a trabajar con ese rango de iluminación", dice.

Juan Pablo López, oftalmólogo de la Clínica Alemana, asegura que está demostrado la influencia de la luz artificial en el desarrollo de la miopía en niños y adolescentes.

"Aquí está la relación directa entre miopía y pantallas: en general los jóvenes y niños que tienen predisposición genética a desarrollar miopía o bien que ya son miopes, si se pasan una gran cantidad de horas frente a una pantalla, no están haciendo actividad al aire libre, con luz natural. Está demostrado que esto influye en la aparición de la miopía y que aumente de forma rápida. Esa es la relación entre las pantallas y la miopía", finaliza el oftalmólogo.

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