Cuando el coronavirus empezó a atacar con fuerza, en Nueva Zelanda se masificó el concepto "Quédate en tu burbuja". Se trata de una burbuja social, que tiene relación con el núcleo familiar más íntimo o con las personas que uno vive, ya sean hijos, padres, pareja o amigos.
En el país oceánico, que se caracterizó por implementar estrictas medidas desde un comienzo, lo que les permitió doblegar al Covid, luego decidieron mantener el concepto de burbuja, pero con matices, ya que la realidad sanitaria ya no era tan grave. De esa manera surgió algo así como la burbuja extendida o ampliada, que les permitió a los neozelandeses reunirse con otras personas, más allá de su núcleo, pero siempre siguiendo reglas.
En la práctica, los miembros de una burbuja eligen a otras personas u otra burbuja con la que tienen contacto cercano. En total, no deberían ser más de 10 personas (familiares, amigos o cuidadores), pero pueden hacerlo sin la necesidad de seguir las estrictas medidas de seguridad, como distanciamiento social.
La relación es exclusiva, de modo que las personas que forman parte de una burbuja no pueden formar parte de otra y la idea es que todos vivan en la misma ciudad. De esta manera, si hay un contagio, es más fácil detectarlo y controlarlo.
Esta estrategia se hace cargo también de las personas que viven solas y en lo complejo que eso puede llegar a ser cuando el confinamiento se alarga por meses. Medidas similares se están aplicando en países como Canadá y el Reino Unido. ¿Y en Chile podría llegar a funcionar algo así? El doctor Jaime Cerda, académico del Departamento de Salud Pública de la Universidad Católica, entrega su opinión.
"En el papel, en la teoría, suena bastante inteligente el sistema. Es difícil hacerle críticas, en el sentido de que limita los contactos que las personas pueden tener con otros y promueve todo lo que nosotros quisiéramos, que es restringir el contacto y evitar que personas se enfermen", describe el médico salubrista, quien inmediatamente expresa sus reparos.
"Pienso que esto requiere de una sociedad bastante ordenada y cumplidora. Y ahí tengo dudas de si nosotros estaríamos preparados para cumplir con este plan. Me asusta que un plan que suena súper bien en la teoría, probablemente en la práctica no va a tener mucho respaldo. Me quedan dudas de si sería exitoso en nuestro contexto e idiosincrasia", agrega.
Para Cerda, uno de los problemas es que en Chile por más que algunos quisieran relacionarse de esta manera "no todos tienen la capacidad o están dispuestos a hacerlo. El problema de esta estrategia es que apela al buen juicio y buena voluntad de la gente. Además hay circunstancias que atentan contra esto. Si alguien quiere hacerlo, pero todos los días debe trasladarse en Metro, todos los días se está exponiendo a contagiarse"
-Por lo que sólo algunos podrían cumplir esta estrategia.
-Es que, por ejemplo, yo tengo la oportunidad de que todo lo hago por teletrabajo. Son circunstancias ideales. Pero no todo el mundo las tiene.
-¿Y puede ser recomendable que las personas que tienen la posibilidad, establezcan sus burbujas?
-Creo que sí y lo promovería. Habría que ser bien valiente y firme. Porque imagina que tienes a tu mamá y su amiga fulanita insiste en visitarla. Uno tendría que tener la firmeza de decirle a la amiga que no, porque hay una estrategia y no queremos romper con ella. Requiere firmeza y compromiso, para no relajar la burbuja.
-Ya que las cosas tardarán en volver a ser como antes, una estrategia así ¿tiene sentido, tal vez no globalmente, pero sí a nivel micro?
-Tiene bastante sentido, apunta en la dirección correcta. Las cosas van a tardar mucho en ser como eran y probablemente la nueva normalidad a la que vamos a tener que acostumbrarnos tendrá que hacernos pensar en estrategias de este tipo. Porque a pesar de todo, uno tiene la necesidad de contacto con la gente. Pero algo así requiere de una dosis fuerte de compromiso. Puede que no sea exitosa a nivel global, pero uno sí la puede plantear de manera voluntaria, para la familia de uno. Porque hay personas que están dispuestas a hacer ciertos sacrificios.