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Jorge Araneda tiene un sistema de generación fotovoltaica en su casa

Aunque no ha sacado la cuenta peso por peso, Jorge Araneda dice que tener un sistema de paneles solares en su casa conviene. "En los meses de mucho sol la cuenta me sale $500. En el invierno, en cambio, cuando la generación baja mucho, tengo que pagar unos $25.000". Eso para un consumo de cuatro personas.

Las casa del ingeniero civil, de 58 años, ubicada en el barrio Pedro de Valdivia Norte, en Providencia, fue la protagonista el martes pasado del lanzamiento del programa Casa Solar del ministerio de Energía. La iniciativa subsidia los equipos fotovoltaicos entre un 20% y un 50%, según el avalúo fiscal de la vivienda y en una primera fase solo está disponible para casas (ver recuadro).

El sistema de Araneda es parte de un pionero programa de la municipalidad de Providencia y la Agencia Chilena de Eficiencia Energética, que en 2018 instaló sistemas fotovoltaicos en 34 viviendas del barrio Pedro de Valdivia Norte, en lo que fue la primera micro red urbana solar de Latinoamérica. "Nosotros tenemos la capacidad de generar nuestra energía y compartirla con nuestros vecinos, pero eso lo impide la legislación, porque está hecha más para las empresas. Yo, por ejemplo, podría entregarle a mi vecino la energía que genero y no consumo y no a la compañía, lo que me podría resultar más conveniente" cuenta.

En una de las aguas de su techo, que tiene orientación norte, Araneda tiene instalado un sistema de ocho paneles con una capacidad de generación de 2kWp (la potencia máxima de los paneles solares instalados) mediante el sistema de netbilling, es decir que cuando le sobra energía, él la puede inyectar al sistema y recibir un descuento en su cuenta del mes. Los paneles se conectan a un inversor, que transforma la corriente continua que estos generan en alterna, que es la que se consume en las casas. A eso se agrega el medidor inteligente bidireccional, que mide en ambos sentidos, tanto la corriente que la casa consume, como la que genera. El sistema en total tuvo un costo de $2.100.000, pero con un importante subsidio y, según las estimaciones iniciales, debiera permitir un ahorro anual de al menos $320.000. "Es una inversión cara, que no cualquiera la puede hacer, por eso es bueno que hayan programas que subsidien estas instalaciones, pero aún sigue siendo inaccesible para mucha gente", dice Araneda. "Estimo que la inversión con subsidio se recupera en unos ocho años", agrega.

La opción de los paneles, sin embargo, no está disponible para cualquier vivienda. "En nuestro caso el techo debía tener una inclinación de 35 grados o menos; estar orientado lo más hacia el norte posible; ser firme, porque en los de tejas chilenas, por ejemplo, no se pueden instalar, porque van anclados, y estar libre de árboles", cuenta el ingeniero que tiene una veta ambiental, ya que recicla y tiene composteras en su casa. Los requerimientos para el programa del ministerio de Energía se pueden ver en el sitio de Casa Solar.

El último chiche solar de su casa es un sistema de limpieza automática de los paneles, el que tiene unos pequeños aspersores de agua que se activan automáticamente en la noche y riegan los paneles. "Es una tecnología israelita que me regalaron los encargados del programa. La verdad es que ayuda mucho en la generación, porque mantiene los paneles limpios y en su máxima recepción en todo momento", cuenta Araneda.

Para el ingeniero, además de los subsidios, es clave cambiar la legislación que norma la autogeneración. "Sería muy bueno reformarla para que las personas que generen su propia energía pueden compartirla o venderla con sus vecinos. Eso daría mayor autonomía y la gente no tendría que estar supeditada a los precios de las compañías", dice.

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