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Michael Ríos, a los 36 años, ya piensa en su vida sin el fútbol

Guardada en la parcela de un amigo que además es uno de sus socios, Michael Ríos tiene la joyita que se compró hace poco: un camión equipado para iniciar el negocio de food truck que espera que se haga realidad en algunas semanas: "La idea es instalarlo acá en el barrio, cerca de mi casa, pero obvio que el objetivo es recorrer e irnos a otras partes con el camión. La especialidad serán los completos, los churrascos y las papas fritas que es lo que gusta harto por acá. Yo atenderé cuando pueda mientras siga jugando. Cuando me retire seguro que estaré metido adentro del camión".

Ríos dice que nunca ha sido de planear mucho su futuro, pero que ahora, a los 36 años, debe empezar a activarse: "No sé qué será de mí en algunos años, pero mi familia me alienta a proyectarme. Por eso me metí en lo del camión y también tengo una pyme con mi señora de venta de paltas Hass. Las compro a un proveedor que tengo en Cabildo y las vendo en la población o al que me pida. Son paltas de calidad".

-¿No se ve haciendo otra cosa? ¿Entrenador, por ejemplo?
-Puede ser, no lo descarto, pero no he querido meterme al curso siendo aún jugador activo. No hay tiempo.

Si finalmente me metiera a sacar el título, sería un entrenador ofensivo, de esos que prefieren ganar 5-4 que 1-0. Una combinación entre Mario Salas y Pablo Guede. No dirigiría cabros chicos. No tengo paciencia.

-Usted es de la población José María Caro, comuna de Lo Espejo. Debe haber ganado dinero como para cambiarse. ; Por qué nunca lo hizo?
-Es que acá siempre estuvo mi vida. Y tengo a mi familia, a mis amigos más cercanos. Mis viejos viven a la vuelta de mi casa. Mi papá tiene colectivos y mi mamá un negocito, así que todos los conocen. Viví con ellos hasta el año 2009. Era el conchito entre cuatro hermanos. Aquí empecé a jugar a la pelota, en el glorioso club Varsovia, que es todo para mí porque me formaron como persona. Estuve en el colegio y en el liceo del barrio y es acá donde conocí a Carol, mi señora desde 2005, en una fiesta de amigos de la cuadra.

-¿Siempre quiso ser futbolista?
-No me acuerdo de haber tenido algún otro proyecto. Mi viejo siempre fue futbolero. La mayoría de la familia éramos colocolinos fanáticos, un tío mío jugó en Colchagua y en Ñublense, y yo a los 12 me fui a probar a Palestino, quedé y jugué ahí hasta los 14, cuando mi mamá me sacó de una oreja por haber repetido de curso. Con mis amigos del barrio, esos que son amigos hasta ahora, nos íbamos a la plaza a pelotear hasta que se iba el sol. Ahora con ellos hago lo mismo y después nos comemos un asado.

-Su población es su mundo.
-Claro, pero confieso que a pesar de todo eso ahora me gustaría irme.

-¿Por qué?
-Más que nada por mis hijos, en especial por las niñitas. Tengo tres: Ignacia de 13, que vive con su mamá a un par de cuadras de donde vivo yo; Melanie de 9 y Luciana de 4. Además está Johan Zinedine, que tiene microcefalia y a pesar de tener 14 actúa como un niño de 5. Amo mi población, es mi vida, pero por mis hijos me gustaría irme. Es complicado vivir acá.

-Debe haber sido duro enfrentar la enfermedad de Johan.
-Claro, nadie está preparado para algo así. Y nosotros nos dimos cuenta recién como a los cinco o seis años de nacido que tenía esa enfermedad. Lo dejábamos sentado y no hacía nada. No se movía, no reaccionaba. Fuimos al médico y ahí descubrieron que durante el embarazo había tragado líquido amniótico. Y que su vida sería siempre así. Fuimos a la Teletón y ahora ya le dieron el alta porque cumplió el período de tratamiento. Camina y eso nos emociona mucho. Es un campeón. Como Zinedine Zidane, mi ídolo, y por el que le puse el segundo nombre.

-Y con sus hijas ¿es un papá de esos celoso?
-Las más chicas aún no me dan motivos, pero a la Ignacia, que es la mayor y que no vive conmigo, ya tengo que controlarla: nada de pololeo, jajá.

-¿Ella se integra bien con sus hermanos?
-Sí, no hay problemas. Vive con su mamá a pocas casas de la mía, mi señora la considera en todo y yo nunca he tenido problemas con su mamá. Me he preocupado de darle todo, así que la Ignacia sabe que tiene papá y familia.

-¿Le molesta ser recordado por un hecho delictual?
-Más que molestarme, me parece injusto que se hable de mí por eso porque yo pagué todas mis culpas por ese hecho. Tuve firma mensual por mucho tiempo y ya está. No hay más.

-En un primer momento se habló de que estaba involucrado en una red de tráfico de drogas.
-Claro, fue en un canal que dijeron eso. Y es que los periodistas dicen cualquier cosa y cuando se equivocan no se disculpan. A la hora de que dijeron eso la PDI lo desmintió. Pero muchos quedaron con esa idea porque lo dijo un periodista en la tele.

-¿Qué pasó realmente?
-Compré mercadería que se traficaba ilegalmente. Un camión de nueces. Me equivoqué, asumí el error y pagué ante la justicia. No soy una mala persona por eso.

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