Cuando Carlos Jofré se instaló en Cochoa, pequeño balneario ubicado entre Reñaca y Concón, recién había tres edificios, incipiente e inequívoco signo de lo que se vendría en los próximos años.
"Cuando llegué el 2004 estaba comenzando una suerte de moda en Cochoa. Ahora hay más de 20 edificios y cinco construyéndose", rememora el empresario dueño del restaurante Costa Cochoa, ubicado en el centro del ex poblado pesquero.
"Hasta los años 90 en Cochoa había algunas casas donde vivían los pescadores que trabajaban en una caleta de Montemar", cuenta Rodrigo Moreno, director del departamento de Historia y Ciencias Sociales de la Universidad Adolfo Ibáñez.
"Yo vivía muy cerca de ahí y era una zona que estaba botada, no había ningún servicio. Si querías comprar pan o el diario, tenías que ir a Reñaca. Tampoco había locomoción permanente. Unos buses que iban a Concón por la costa pasaban, pero era casi milagroso", ironiza el también doctor en Historia de América.
La foto pequeña de esta página es la Cochoa de los 60, hace 60 años, según se recuerda en el grupo de Facebook "Viña del Mar del Recuerdo". La principal, de noviembre de 2020, que acompaña esta nota.
El cambio
Esa suerte de desconexión cercana que caracteriza a Cochoa le significó el interés de muchos quienes le vieron un potencial turístico a esta playa a la vuelta de Reñaca, que ya contaba con un par de picadas donde probar mariscos frescos."El sector es muy cercano al centro de Reñaca, pero apartado. Es una suerte de Costa Azul, con una playa muy linda", describe Jofré.
Cuando él se instaló en Cochoa, ya había cierto desarrollo turístico, así que pensó en crear un barrio gastronómico y transformar la zona en un hito en la entrada y salida de Viña del Mar, en la costa norte.
"Cuando hay un desarrollo turístico en los espacios públicos atrae a proyectos privados que empiezan a desarrollarse. En este caso ocurrió en torno a una oferta gastronómica enfocada en el mar", agrega Arturo Grez, director del Área de Desarrollo Turístico y Económico de la Municipalidad de Viña del Mar.
La modernidad
"El cambio ha sido tremendo", reconoce el viñamarino Jorge Salomó, máster en Historia y especializado en Viña del Mar, quien hace poco volvió a pasar por la playa de Cochoa después de no haber ido al lugar durante mucho tiempo."Quedé anonadado. Es como estar en otra ciudad. Pero es también lo que ha pasado en Viña del Mar, un cambio muy enfocado en el desarrollo de la industria del turismo, con hoteles y departamentos en edificios impresionantes", dice.
Salomó es algo crítico con el costo visual detrás de este desarrollo.
"No es lo que conocimos en el antiguo balneario de Cochoa. Eso tiene su lado positivo asociado a un negocio que es bien pragmático y útil, pero para los viñamarinos de corazón es un impacto visual muy fuerte", agrega.
"Empezaron a construir en altura sin restricción, impactando la visual de una zona que era como una anfiteatro de baja altura y que se transformó en una masa edificada que urbanísticamente no se ve muy bien lograda", opina Moreno, ex residente en la zona.
Grez no desconoce el impacto visual, pero cree que es parte del crecimiento que caracteriza a una ciudad con balnearios como Reñaca que, como recuerda, solía ser la zona de camping preferida de los viñamarinos en los años 60.
"La industria del turismo la componen los hoteles y la oferta complementaria, que son restaurantes, pub y otras variadas unidades de comercio. Es un todo. No es sólo el edificio. Y el turismo genera empleo, porque son servicios que se efectúan con personas trabajando, funcionando y viviendo", agrega.
La mayoría de los departamentos corresponden a segundas viviendas y los edificios, en general, tienen altas prestaciones, con piscinas panorámicas y atardeceres de postal en el verano. A los residentes les resulta bastante atractivo quedarse ahí en vez de bajar a la pequeña playa a tomar el sol.