Patricio Undurraga (45) se tomó dos semanas de vacaciones en la casa junto a su pareja y sus hijos de 19 y 10 años. "Me desconecté de la pega, me prohibí tocar el computador o celular para trabajar. Pudimos hacer las cosas de la casa que teníamos pendientes, maestrié pintando una pieza y, como estuve yo solo, hacía de chef también. Como familia conversábamos más y los viernes hacíamos noches de juegos, con picoteo y juegos clásicos de mesa como cacho, carioca y de adivinanzas. Hacer cosas diferentes descansa la mente", cuenta.
Álvaro Vidal, neurólogo de Clínica Meds, advierte que no tomar las vacaciones puede tener efectos nocivos en la salud mental y provocar trastornos ansiosos y cuadros depresivos. Un escenario que puede ser especialmente complejo en este peculiar 2020, cuando muchas personas llevan más de un año sin tomar vacaciones.
"Es importante evitar sobrecargas de pensamientos laborales, sobre todo en un año tan duro como éste. Tomando en cuenta que nuestra realidad laboral cambió con la pandemia y, para un gran porcentaje, su casa es también su lugar de trabajo, cobra más importancia la necesidad de cambios de ambientes para desconectarse", explica.
Manuel Araya, sicólogo de PSY Alive asegura que para hacer un descanso de calidad son 15 días de corrido, como mínimo.
¿Recomendaciones? "Desconectarse o disminuir a la mínima expresión la necesidad de estar conectados a temas laborales. Hacer cosas que a uno lo hacen disfrutar y gozar de inmediato, por ejemplo la lectura, ver series o películas, salir a pasear, andar en bicicleta. También es bueno retomar los vínculos familiares, porque tenemos más tiempo y mejor calidad, sin preocuparnos de estar pendientes del whatsapp, de responder el correo", aconseja.
No importa el lugar
Araya define las vacaciones como un cambio de rutina, más que de lugar, por lo que no es obligación tener que viajar para desestresarse."Debemos decirnos a nosotros mismos que estamos en un momento de receso. Si no se puede viajar o cambiar de casa, hay que dejar de hacer cosas que tengan que ver con el trabajo y, en compensación, empezar a hacer cosas que impliquen un esfuerzo cognitivo menor, algo que efectivamente relaje y se disfrute. Eso ya es vacaciones", señala.
En el estudio "Las vacaciones cortas mejoran el nivel de estrés y el bienestar de los mandos intermedios de habla alemana: una prueba controlada aleatoria" publicado en el International Journal of Environmental Research and Public Health el 2018, investigadores de Universidad de Ciencias de la Salud, Informática Médica y Tecnología (UMIT) de Austria, encuestaron a 40 personas: la mitad pasó cuatro días en un hotel y la otra mitad en su casa.
"Los resultados indicaron que un sólo periodo corto de vacaciones, independientemente del modo, tiene efectos grandes, positivos e inmediatos sobre el estrés percibido, la recuperación, la tensión y el bienestar. Los niveles de tensión disminuyeron en mayor medida en el grupo de intervención en comparación con el grupo de control que estaba en casa. Los efectos perduran por 30 días en la recuperación y por 45 días en bienestar y tensión después de las vacaciones. Alentar a los empleados de mandos medios a que se tomen unas vacaciones breves parece ser una estrategia eficaz de promoción de la salud; los efectos ambientales parecen jugar un papel menor", concluye la investigación.
Inyección de dopamina
Isabel Sepúlveda (44) se tomó cuatro días libres agotada de su trabajo y para estar con sus hijas de 10, 9 y 8 años. "Han sido una de las vacaciones más necesarias de mi vida. No podía dormir y sentía que en cualquier momento me iba a desplomar. Una se imagina vacaciones para distraerse, pero en este tiempo, dormir hasta las 12 sin culpa, se valora. Después de tener vacaciones recuperé energía y sentí como una descompresión mental", indica.Vidal comenta que en los períodos de descanso laboral los mecanismos cerebrales de la recompensa son activados por neurotransmisores como la dopamina. "Para la mayoría de las personas se activan sistemas del cerebro que tienen que ver con la recompensa y beneficio, con los sistemas de placer del cerebro. La alimentación puede ser más agradable, el sueño puede ser más reparador y las actividades del día a día pueden ser mucho más agradables para la persona", detalla.
Las áreas verdes ayudan
Para el neurólogo Vidal, es importante dejar un lugar fijo de la casa como oficina, para que estar en cualquier otro ambiente signifique separarse del trabajo."Tratar de hacer deporte, salir a pasear a parques, caminatas y cosas así, dentro de los medios económicos para cambiar de ambiente y las normas sanitarias lo permitan, para despejar la mente", indica. Como consejo adicional, Vidal recomienda llevar un ritmo regular de sueño: "siete u ocho horas diarias sin abusar de las siestas, para la vuelta del trabajo no sea muy dura".
El sicólogo Araya dice que los entornos naturales tienen un efecto relajante: "Uno asocia el ruido del agua, de la naturaleza, con la calma, con un 'no tengo nada que hacer, estoy disfrutando' . Entonces, si estamos en la ciudad y no podemos salir a otro lugar por causas económicas o de pandemia, se puede ir a un parque, ir a dar una vuelta, hacer un picnic. Ayuda porque cambia el aire y también te nutres de este tipo de estímulos que neurológicamente te transportan a la calma".