Este jueves por la tarde Andrés Caniulef terminó su segunda jornada, tras encontrar trabajo nuevamente como panelista de "Bienvenidos" (Canal 13), y partió rumbo hasta el departamento de sus padres, en El Bosque. Esa es su nueva morada desde la semana pasada, luego de pasar un año en tratamiento contra su adicción a las drogas en la clínica de rehabilitación Crea Chile y seis meses posteriores trabajando en ese lugar.
Desde el living de su nuevo hogar, en compañía de Eladio Caniulef (74) y María Urrea (75), sus papás, él detalla: "Mis padres vendieron su casa y se vinieron a este departamento, afortunadamente tenían una habitación extra que ocupaban los nietos (tienen seis, de sus hermanas Maritza y Carolina) cuando venían y ahora la ocupo yo". Un período de transición mientras se rearma económicamente.
-¿Cómo han sido estos días viviendo de nuevo con los papás?
-He sabido de muchas personas que han debido volver a la casa de los papás por las dificultades de la pandemia. Y tiene que ver con eso, que la familia y los papás siempre van a ser el mejor lugar donde refugiarse. Así lo veo hoy. Para mí es necesario vivir esta transición desde el origen, desde la casa de mis papás. Compartir con ellos y darme la oportunidad de volver a ser hijo, a dejarme querer de esta forma. Uno no le puede negar a la mamá que te regalonee como quiere hacerlo. A veces exagera, jajá. Mis papás son súper de piel y aquí el cariño se demuestra con comida porque yo no soy de cocinar mucho. Por ahora, que estamos en este período de luna de miel los dejo, pero no quiero trastocar demasiado la rutina de ellos.
-Don Eladio, ¿qué actividades hacen juntos con Andrés?
-Somos buenos para ver juntos las noticias y comentarios de Canal 13, porque estuvo (entre 2001 a 2014) y está ahí nuevamente. Los domingos en la mañana nos gusta ver programas de política y documentales de historia. Siempre me ha gustado ver noticias. También compartimos las cosas de Dios (son evangélicos). Él lleva mi nombre, se llama Eladio Andrés. Así que le digo "Tocayo", "Toco", así nos tuteamos, jajá.
Andrés toma la palabra: "La hora de la once es la que compartimos siempre. El almuerzo varía si alcanzo a llegar o no, y ahora para el desayuno no alcanzamos porque salgo bien temprano para el canal pero antes también lo hacíamos juntos. Y ver todas las noticias de las 21 horas, que es una tradición que tenemos desde siempre. De ahí nace mi afición por el periodismo".
-Doña María, ¿qué le cocina a Andrés? ¿Es hacendoso?
-Lo regaloneo preguntándole qué quiere comer. Le gusta el pastel de choclo, la cazuela, el pollo al jugo, pescado al horno. Los porotos no mucho, jajajá. Ahora el menú depende de él. Y sí, es hacendoso. Su pieza está ordenada, deja la cama hecha y el fin de semana la dio vuelta limpiando. Ahora que está trabajando se va a la pieza con su computador, antes se sentaba con nosotros en el living a mirar tele.
-¿Cómo están ustedes con él de regreso?
-María: Estamos contentos aquí con él. Él también. Es un niño nuevo y que se porta bien. Tenemos que tirar para arriba.
-Eladio: Volver a estar con él ha sido verlo renacer. Ver a un hijo que creció con nosotros, que lo educamos, desapareció... y ahora vuelve alegre, contento. Nuestro hijo se recuperó, gracias a Dios. El tiempo que estuvo ausente siempre fue hijo. Cuando él estuvo en problemas corrimos a socorrerlo. Nos adoramos entre toda la familia, nos reímos siempre. Lo que él ha dicho de su recuperación es para que otros puedan ver que sí se puede. Yo fui uniformado, pertenecí a la Fuerza Aérea por muchos años, y mi política es que las palabras siempre tienen consejo. Siempre a mis hijos les dije que la vista estaba hacia el horizonte, al infinito, que allá estaban las cosas. Sé de disciplina y eso se queda hasta el final.
Andrés finalmente reflexiona: "Cuando adolescente siempre reclamé contra esa disciplina militar, pero fue esa la que me permitió hacer el esfuerzo cotidiano por conseguir mis logros y seguir mis objetivos".