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Uno de los imputados reconoció el delito por primera vez mientras bebía con colegas

Tal vez el exceso de alcohol o la insoportable sensación de culpa motivaron al leñador Miguel Soto Cruces (52) a confesar su mayor y más abominable secreto justo cuando disfrutaba de unos tragos con sus compañeros de trabajo.

Como si se tratara de Raskolnikov, el protagonista de "Crimen y castigo", del ruso Fedor Dostoievsky, quien tras asesinar a dos mujeres entra en un espiral de remordimientos que lo llevan casi a la locura y a una confesión febril que lo conducirían a la cárcel y finalmente a su redención, Soto Cruces dejó salir la verdad en medio de una celebración durante un día de 201 6, en San Felipe.

El Chigualdo, como lo apodan sus cercanos, reconoció ante unos colegas que había participado en la desaparición de la adolescente Pascale Alvarado, de entonces 17 años, ocurrida el 8 de noviembre de 2011, en Puchuncaví, Región de Valparaíso.

Este episodio fue descrito la tarde de este viernes por el juez Felipe Contreras Bianchi, en la audiencia de formalización contra los dos acusados del crimen de la menor: el propio Soto Cruces y Mario Ulloa Saavedra (47), su jefe de ese entonces en el rubro de la tala de árboles. Los hombres tienen domicilios en Purén (La Araucanía) y San Felipe (Valparaíso), respectivamente.

El magistrado -quien suspendió la transmisión de la audiencia para evitar divulgar detalles dolorosos para la familia de Pascale- hizo un resumen de las pruebas exhibidas en la formalización y describió las declaraciones de tres testigos que compartieron ese día con Chigualdo. "Soto, de manera triste, llorando y con miedo, contó que habían matado y violado con Ulloa a la víctima de la siguiente causa", afirmó.

El abogado Patricio Olivares, representante de la familia de Pascale, agregó que la confesión informal de Soto permitió reactivar el caso, que había sido archivado en 2014 por falta de pruebas. A partir de ese día, la Fiscalía de Quintero puso la mira en el leñador y su jefe, interceptando sus teléfonos y localizando la camioneta que utilizaron el día que desapareció Pascale.

La segunda confesión

Sin embargo, recién la noche de este miércoles, cuatro años después de la primera confesión, en medio de una entrevista sicológica en una unidad de la PDI en Concepción, Chigualdo reconoció formalmente su autoría en la desaparición de la adolescente. Tamaña declaración adelantó los planes del Ministerio Público, que pretendía formalizar recién el próximo 26 de noviembre.

"En dicha entrevista, el imputado señaló que llegó junto al coimputado (Ulloa) a un sector donde se realizaban unas carreras de caballo a la chilena. Luego de unas horas, y de haber bebido bastante, ambos se retiraron en la camioneta del imputado Ulloa. Añadió que al llegar a las cercanías de la medialuna de Puchuncaví, subieron a una niña al asiento trasero (a la fuerza), donde iba el imputado Soto, porque Ulloa conducía. En un momento, Ulloa empezó a piropear, entre comillas, a la niña, quien intentó bajarse del vehículo, pero Ulloa hizo uso del seguro centralizado", relató el juez.

El fiscal Luis Ventura acusó a los imputados de cometer los delitos de sustracción de menor y violación con homicidio. Detalló en la audiencia que ambos sujetos trasladaron a Pascale en la camioneta (Nissan, color plateado, modelo Terrano) hacia el sector de la mina Las Cenizas, ubicada en la comuna de Cabildo, donde trabajaban en una faena de tala de árboles. Agregó que la menor intentó huir del vehículo apenas se estacionó en Cabildo. Sin embargo, Ulloa y Soto capturaron nuevamente a la joven.

El juez Contreras Bianchi acogió la hipótesis del Ministerio Público y decretó prisión preventiva para los dos hombres. También fijó un plazo de 120 días para la investigación.

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