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Wilma González y Nicolás Seguel

Durante noviembre y diciembre del año pasado, Wilma González (36 años) y su pololo, Nicolás Seguel (24), vendieron hamburguesas en las inmediaciones de la Plaza Italia. "Yo las preparaba y después las cargábamos con Nico en un cooler para andar de ambulantes en medio de las manifestaciones", recuerda la modelo española sentada afuera del Vegan Mundo's Food, el negocio de comida que inauguró este sábado en Talagante. "Era mucha pega, pero salvamos bastante bien. Antes del estallido yo tenía agendado un montón de eventos que se bajaron. También fastidió la obra de teatro que estaba haciendo y unos proyectos televisivos. Había que generar ingresos de alguna forma", suma ella.

Pensando en un negocio rentable para el 2020, Wilma -ex figura de realities como "Mundos opuestos"— pidió un crédito de consumo en febrero. "La comida siempre deja ganancias. Compré un food truck y me pasé todo el mes haciendo los trámites para poder funcionar. En marzo íbamos a abrir en el Duoc de Huechuraba y entonces llegó la pandemia", sigue contando ella (@wilmagonzalezfit en Instagram). "Era una buena plaza, fue increlble, porque teníamos todo listo", agrega Nicolás, estudiante de tercer año de ingeniería civil en la Universidad Adolfo Ibáñez.

Durante la cuarentena, la pareja y Noah, el hijo de Wilma, se fueron a vivir con la mamá y los hermanos menores de Nicolás. El food truck quedó estacionado afuera de la casa del papá. "Hace rato teníamos claro que debíamos empezar a movernos. En Huechuraba aún no tienen claro cuándo van a reabrir la universidad. Tengo un amigo, con el que vendemos salmón, que me avisó que se estaba armando un patio de food truck en Talagante", relata él.

-En Instagram contó que hicieron una sociedad, Nicolás.
-El 29 de octubre firmamos nuestra sociedad: 50 y 50. Dejamos todo ordenado, porque estábamos iniciando un nuevo giro que es la comida.

El trabajo se lo reparten de acuerdo a las habilidades de cada uno. Wilma inventó la carta, que es 95% vegana, y prepara las hamburguesas -de lentejas, garbanzos, porotos negros y quinoa— y las salsas, el pan de masa madre se lo compran a otra emprendedora y los dos van juntos a adquirir los insumos a La Vega. Ya en el local, Nicolás se encarga de los poke bowls —una preparación hawaiana— en base a salmón y arroz, y que corresponde al 5% no vegano del menú.

-¿Qué tal está resultando el negocio?
-Ha sido cansador. Estamos durmiendo entre cinco y seis horas al día. Hicimos dos semanas de marcha blanca y no hemos parado. Estamos aprendiendo sobre la marcha. El primer día llegamos con un arsenal de comida y vendimos súper poco. El fin de semana se llenó y quedamos cortos. Estamos buscando el equilibrio. Yo no soy chef, pero mi mamá sí, tengo el ejemplo desde chica. A los 18 años abrí un bar en Castilla de la Mancha, el pueblo de mi abuela. En aquel entonces en España por ser empresario joven te daban seis mil euros de subvención (casi cinco millones y medio de pesos) y me fue muy bien. Con el food truck hemos tenido una muy buena respuesta. En pocos días pagamos la inversión inicial. Yo tengo fe que sí nos va a resultar.

-¿Sigue haciendo clases fitness por Zoom?
-Estuve toda la pandemia a full con el deporte, pero tampoco me estaba dando para vivir. No es lo mismo cuando cobras por una clase personalizada en el gimnasio a cuando lo haces por Internet. Estaba trabajando muchas horas al mes y aún así no me alcanzaba. La semana pasada estuve haciendo clases a las seis de la mañana, pero no me está dando. No voy a seguir con los personalizados.

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