Primero empezaron a caer las larvas, las más débiles de esa gran comunidad de abejas que conforman una colmena. Luego, fue el turno fatal de las abejas nodrizas, las obreras jóvenes, cuya desaparición termina por hacer colapsar la colmena.
Pero eso no es todo, explica Roberto Montero, destacado apicultor y exportador de abejas de la zona de Tomé, región del Bío Bío. "Cuando muere esa colmena, las que están alrededor, como la ven débil, la empiezan a saquear. Es un saqueo, porque se llevan la miel que tienen almacenada. El problema es que ahí están llevando la contaminación a otras familias de abejas. Por eso tuve que tomar la decisión de eliminar las abejas y la miel que estaba ahí, porque era un foco de contagio que se iba a seguir propagando dentro del apiario. Era necesario cortarlo de raíz", cuenta.
Para evitar que este asunto se saliera de control, ese día, el martes 24 de noviembre, Roberto Montero terminó quemando 22 de las 80 colmenas que tenía en su terreno. "Una colmena en producción está compuesta de entre 100 y 120 mil abejas. Por lo tanto, tienen que haber muerto unas 2,5 millones de abejas", explica. Además, tuvo que prenderle fuego a toda la producción de miel, polen, propoleos, jalea real y apitoxina que comercializa y que, tal como las abejas, estuvieron expuestos a la fumigación por herbicidas que ese día se realizó en un fundo vecino del sector de Rafael.
-¿Cómo sabe que eso fue lo que provocó el colapso de las colmenas?
-Porque ese día vi gente con estanques en la espalda que estaban fumigando.
Todo esto ha dado pie a una querella criminal contra quien resulte responsable de la contaminación, recurso que fue admitido por el Tribunal de Garantía de Tomé.
"Es que es el trabajo de muchos años. El maneja un centro de apicultura, hace clases de esto y es referente a nivel nacional en ese tema. No solo se trata de un problema económico, también es social, afectivo, etc.", explica Andrés Durán, abogado de Roberto Montero.
¿Qué es lo que buscan? "Lo que perseguimos es crear conciencia. Saber cuáles son los elementos tóxicos para el ambiente y los protocolos que se están utilizando", explica el abogado.
Según explica, aquel proceso de fumigación se hizo sin cumplir las normas existentes, específicamente los que tienen relación con el Decreto NO 158 del ministerio de Salud, que norma las condiciones para la seguridad sanitaria de las personas en la aplicación terrestre de plaguicidas agrícolas.
Según Roberto Montero, la aplicación de estos productos debe cumplir ciertas reglas. Entre ellas, que 24 horas antes de su aplicación se avise a la comunidad colindante a través de volantes que deben contener la fecha y hora, el tipo de plaguicida y las medidas de prevención que se deben adoptar para el cuidado de animales y el medio ambiente.
"De haber sabido, yo pude haber cerrado las abejas y las salvo, pero no lo hicieron", dice. Cuenta que esa jornada, con la fumigación en curso, intentó estampar una denuncia en un retén de Carabineros, pero no tuvo éxito "porque ni ellos sabían de la normativa". También llamó al guardabosques del recinto vecino y hasta habló con el encargado del área. Pero no pasó nada.
-¿Cuánto demora en recuperar esas colmenas?
-Yo me dedico a la producción de abejas reina, por lo que las recupero fácilmente. Pero eso no aminora el daño causado. Esto mismo ya ha sucedido a apicultores de otros lados.
1 comentarios:
No subestimar que Canadá certifica que -medioambientalmente- la producción forestal de Arauco esté en norma con las comunidades.