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Habla soldado de Vietnam que recibió una bala en su reloj en 1968 y se lo repararon 52 años después

La última vez que el teniente Barry Jones vio al médico asistente Lorrie McLaughlin fue en 1968, cuando en plena guerra de Vietnam lo subían a un helicóptero tras recibir tres impactos de bala, el peor en su muñeca izquierda, impactando también su reloj. "¿Qué hago con él?", preguntó el médico. "Quédatelo", dijo Jones al despegar en la ciudad costera de Da Nang. 50 años después, recibió un llamado del mismísimo McLaughlin para reconectarse en los Estados Unidos.

Hace unos meses se conoció la historia que une a estos dos hombres. Desde su cuartel general en Oregon, Barry Jones entrega su relato.

-¿Cómo lo encontró?
"Me sorprendió completamente cuando Lorrie me contactó. Pensé en él muchas veces durante ese lapso de 50 años tratando de encontrarlo. Pensé que era de Nueva York, busqué en las guías telefónicas y después en línea, pero sin resultado. Me encontró a través de un correo electrónico dirigido a mi hijo Carl dejando su teléfono. Rápidamente nos pusimos al día. Estaba en Colorado, en el lado opuesto del país y dijo ¿recuerdas el reloj? todavía lo tengo '. Lo tenía guardado con otros recuerdos, le contó la historia a su familia y a sus amigos veteranos a lo largo de los años. Me preguntó si lo quería de vuelta, le dije tú decides , cuenta Barry Jones a este diario desde Oregon.

Esa primera conversación ocurrió en abril de 2018. Meses después, McLaughlin envió el reloj que llegó a manos de Jones el 25 de agosto de 2018, exactamente 50 años después que fuera herido en combate el 26 de agosto de 1968. "Fue totalmente inesperado, cosas de la serendipia. Los hombres con los que serví, que todavía están vivos, tenemos 70 años y más. Tuve una especie de urgencia por verlos. Hice planes con Lorrie para vernos junto a otro veterano. En noviembre de 2018 fue el primer contacto físico real que tuvimos", cuenta Jones.

Un reloj para bucear

Jones sabía desde aquella tarde en Vietnam que su reloj estaba destruido. Lo había comprado un año antes en la tienda de la base porque necesitaba un reloj para bucear. Decidió invertir un tercio de su sueldo en un Tudor Submariner 7928, que en esos años costaba alrededor de 150 dólares. "Sabía que había sido dañado hasta el punto de que no iba a funcionar, pero era un recuerdo importante, estaba allí cuidándome porque era mi muñeca izquierda en la que llevaba puesto el reloj y quedó grave en ese momento", explica.

A los pocos días, puso el reloj en una caja con una carta dirigida al distribuidor Rolex en Portland, Oregon, donde él vive, para consultar si podía ser reparado. "Inmediatamente respondieron diciendo que era una historia interesante, pero no tenían las habilidades. Lo enviaron a la oficina central en Pensilvania, cuartel central de todos los trabajos de reparación de Rolex en Estados Unidos, desde donde me llamaron para decir que tampoco podían, pero que la casa matriz en Ginebra estaba interesada. Entonces Christophe Chevalier de Tudor vino y nos juntamos con Lorrie a principios del 2019. Se llevó el reloj para repararlo", cuenta Jones.

Un vocero de Tudor, empresa de relojes de lujo hermana de Rolex, aclara que "este reloj cuenta una historia con su apariencia y está tan cargado que nos pareció un elemento insustituible de la relación entre Barry y Lorrie. También era deseo de Barry intentar hacer que estas manecillas se movieran nuevamente para poder pasar el reloj a su hijo, quien a su vez lo usaría".

Producto del impacto de bala, el reloj no funcionaba y debía reconstruirse por completo. Su carcasa estaba torcida y doblada, las delicadas manecillas y el dial requerían trabajo joyería con herramientas diminutas para reutilizarse. Las reparaciones fueron grabadas por el portal de relojería Hodinkee, que muestra cómo en Tudor trabajaron para que este especial reloj volviera a funcionar usando técnicas clásicas para regresar las pequeñas piezas a la vida con precisión de cirujano.

"Las probabilidades de que suceda una historia humana tan increíble son insuperables, así que cuando recibimos la carta de Barry Jones al instante supimos que teníamos que intentar salvar su reloj. Tuvimos tres especialistas trabajando directamente en él y mucha más gente en Tudor ayudando de varias maneras. Todo el proceso tardó semanas en completarse", comenta el vocero desde Ginebra.

Uno nuevo no era lo mismo

En febrero de 2020 Tudor sorprendió al veterano Jones con su reloj totalmente funcional. "Más que un reloj, ahora es un símbolo de la reconexión con Lorrie, pero también con los otros infantes de marina con los que servimos. Es como si todos hubiéramos tenido estas experiencias traumáticas tanto física como sicológicamente, que todavía estamos más o menos menos funcionales y nos conectamos en tiempo real. Eso lo hace muy especial.

Paula Errázuriz, académica de la Escuela de Sicología de la Universidad Católica, distingue el valor emocional entre un objeto reparado que otro nuevo que lo sustituya: "No es lo mismo decir éste era el sombrero que usaba mi padre, que decir, este sombrero es igual al que usaba mi padre. Es normal que las personas queramos tener recuerdos de las distintas experiencias importantes de nuestras vidas. En las experiencias difíciles, guardar un objeto puede ayudarnos a no olvidar los aprendizajes adquiridos o puede ser una forma de asegurarnos que una experiencia traumática realmente ocurrió".

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