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Intensivista del Hospital Clínico de la UC analiza el rebrote proyectado para enero

"El rebrote es inevitable; no tengo dudas de que habrá una segunda ola", plantea el doctor Glenn Hernández, médico intensivista del Hospital Clínico de la Universidad Católica y poeta en sus tiempos libres, a propósito del recrudecimiento de la epidemia que proyecta el Minsal para enero. Hernández asegura que empezó a notar algunas señales de que la tormenta se acerca.

"Siempre hemos tenido pacientes durante estos meses, pero estábamos tranquilos. Sin embargo, la semana pasada vi muchos pacientes ventilados y noté que el panorama había cambiado. Me dio una sensación sombría, de algo que es inevitable. Tengo eso que se llama déjÀ vu", afirma.

-¿Por qué siente eso?
-En el hospital tenemos una UCI básica de 32 camas: 16 en un piso y 16 en el otro. Al comienzo de la pandemia, un piso era para pacientes Covid y el otro para pacientes comunes. Sin embargo, a partir de mayo el piso Covid empezó a llenarse lentamente. Ya a finales de ese mes teníamos los dos pisos UCI con enfermos y tuvimos que empezar a abrir unidades expandidas. Ahora, los pacientes del primer piso se duplicaron de una semana a otra, de 6 a 13 personas. Si seguimos así, seguramente volveremos a ocupar el otro piso pronto.

-¿Cómo cree que será el rebrote en nuestro país?
- No lo sé, pero sí te puedo decir algo: en Europa estuvieron casi dos meses casi sin casos nuevos. Eso fue justo antes del verano. Por eso la vida se retomó de una manera más o menos normal. En Chile no pasó eso. Siempre quedó un colchón de 1.500 casos nuevos cada día. Nos quedamos estancados. Entonces la segunda ola nos pilla sobre un fondo de hartos pacientes. Sin embargo, la sensación de mis colegas europeos es que hubo más contagiados que en la primera ola, pero menos muertos y casos graves.

-¿Por qué hubo menos fallecidos?
-Por varias razones. Primero, le tomamos mejor el pulso a la enfermedad y ya no hacemos tonteras. Al principio, con el desconcierto de la pandemia, se utilizaron medicamentos que después el tiempo probó que no servían. Ahora también somos más racionales a la hora de los ingresos a los ventiladores. No creo que el virus haya perdido virulencia. Más bien siento que el manejo hospitalario mejoró y los pacientes más expuestos al virus fallecieron en la primera ola.

-¿A qué se refiere con que le tomaron el pulso a la enfermedad?
-Ahora sabemos que los corticoides, usados en ciertas dosis y en pacientes graves, pueden disminuir la mortalidad. Antes disparábamos a ciegas. Ahora ya existen estudios categóricos que demuestran que los corticoides, al ser antiinflamatorios, sirven para frenar la respuesta inmunitaria que se sobreactiva cuando el organismo no logra expulsar al virus. También tenemos experiencia en el manejo ventilatorio. Hemos aprendido ese manejo fino, esa área chica, que nos permite saber con más seguridad a quiénes intubar y a quiénes no. Con algunos, por ejemplo, podemos usar terapias ventilatorias alternativas.

-Eso es muy alentador, doctor.
-Dentro del claroscuro que es todo esto, lo claro es que ya le tomamos el pulso a la enfermedad, pero lo oscuro es que el personal está agotado y agobiado. Imagínate los tens (técnicos en salud), los trabajadores de los hospitales públicos o de los servicios de urgencias. Ellos no han tenido vacaciones. Lo único que quieren es tener días de descanso. Pero confío en que el espíritu va a resurgir.

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