A las 20:30 horas del 1 5 de diciembre, cerca del kilómetro 52 de la Ruta Y-50, en la comuna de Río Verde, la Armada y el grupo de Operaciones Policiales Especiales (GOPE) de Carabineros encontró el cuerpo del kayakista Patricio Ojeda González, que había desaparecido en el Seno Skyring, 100 kilómetros al norte de Punta Arenas.
Romario Peña, de 25 años, se volcó en un kayak la tarde del 23 de diciembre en la Bahía Jara, cerca de Chile Chico, en la Región de Aysén. "Estaba con tres amigos y en un momento él se fue más adentro. Hubo mucho viento y las mismas corrientes lo fueron arrastrando. El kayak se fue en una dirección y Romario en otra", cuenta Joaquín González, amigo del joven que sigue desaparecido.
Rachas de viento de 90 kilómetros por hora arrastraron a los subtenientes del Ejército Hugo Fuentealba y Pedro Pablo Moya, quienes se internaron con sus kayaks en aguas del Estrecho de Magallanes, la tarde del domingo. Ambos se volcaron y Moya nadó hasta la Playa Chabunco. La Armada continúa buscando a Fuentealba.
Una llamada al teléfono 137 permitió que el lunes pasado una lancha de la Armada rescatara con vida a dos kayakistas cerca de Playa Amarilla, Región de Valparaíso. Uno de ellos se había volcado y ambos estaban exhaustos.
Un muerto y dos desaparecidos en cuatro accidentes ocurridos en dos semanas. ¿Por qué? Las posibles respuestas son variadas.
Francisco Valle, kayakista y dueño de la compañía de expediciones Altue Sea Kayaking Chile, explica que hay que tener cierta experiencia para interpretar todas las variables naturales. "El peor enemigo del kayak, más que la lluvia o el clima, es el viento, porque produce olas", explica.
Lo primero es una buena planificación, que incluye saber cuáles serán las condiciones climáticas en el día, la hora y el lugar escogido para hacer una travesía. Eso puede marcar la diferencia. Sin embargo, no hay que confiarse. "Hay un punto en que las condiciones climáticas pueden ser muy adversas y cambiar en tan corto tiempo que lo sorprenden a uno", explica.
Las salidas en kayak en aguas abiertas son básicamente de dos tipos. "Una en la que no se pierde de vista la costa, en la que el kayakista está relativamente a distancia de nado de ella. La otra es un cruce en el que se pierde la costa y, si le pasa algo, no es capaz de llegar sin kayak a ella", explica. Lo más peligroso es la segunda situación.
El frío del sur también es un factor. "Si uno ya está en contacto con el agua y sin el vestuario adecuado, la hipotermia llega en 10-15 minutos", cuenta.
Recomienda usar un paddle float, que es un flotador que se pone en una de las palas o extremos del remo. Eso permite estabilizar la embarcación y subirse a ella más fácilmente, en caso de caer al agua.
"No considerar la naturaleza seriamente significa meterse en las patas de los caballos", cuenta Juan Federico Zuazo, dueño de Expediciones Yak.
Explica cuál es el momento en que no hay que meterse por nada del mundo al agua en kayak: "Cuando no existan las condiciones para que la persona más débil del grupo sea rescatada".