A principios de noviembre del año pasado, la FDA aprobó de emergencia el uso de un anticuerpo monoclonal elaborado por el laboratorio Eli Lilly y cuyo nombre es imposible aprenderse a la primera: bamlanivimab.
Los anticuerpos monoclonales son fabricados en laboratorio en base a los anticuerpos producidos por un paciente recuperado. De todos esos anticuerpos se toma el más potente, se identifica el linfocito que lo produjo y, mediante ingeniería genética, se clona.
La FDA aprobó el tratamiento tras la aparición de un estudio publicado en el New England Journal of Medicine que concluía que el 1,6% de los pacientes que recibieron el bamlanivimab fueron hospitalizados por Covid, en contraste con el 6,3% de hospitalizados que registró el grupo placebo.
Los resultados eran alentadores, aunque aún faltaban datos para saber si lograba prevenir infecciones. La respuesta llegó a mediados de esta semana.
Un grupo de científicos norteamericanos realizó un estudio en donde participaron casi mil residentes y personal médico de distintos hogares de ancianos. A la mitad de los pacientes se les suministró el anticuerpo y a la otra mitad placebo.
La clave de este estudio fue el momento en que se aplicó el tratamiento: apenas se supo de la aparición de un solo infectado en un centro, el equipo médico llegaba lo antes posible a aplicar el bamlanivimab a todos los demás residentes del hogar.
Los científicos informaron que el grupo que recibió el anticuerpo tuvo un 80% menos de infecciones en comparación al grupo que recibió el placebo. Se registraron, a su vez, cuatro fallecimientos, todos ellos pertenecientes al grupo placebo.
"La diferencia de este anticuerpo monoclonal con otros que se han probado anteriormente es que este fue fabricado específicamente contra el Covid", explica Sebastián Bravo, médico intensivista y académico de la Facultad de Medicina de la UC. "Los otros son específicos contra el lupus o enfermedades reumatoides que fueron homologados contra el Covid para ver cómo funcionaban".
"Que sea un anticuerpo específico contra el Covid significa que tiene una mayor afinidad con la proteína que quiere neutralizar. En este caso, lo que aquí se neutraliza es el lugar específico de la proteína spike del virus que se inserta en la célula para infectarla", agrega María Carmen Molina, doctora en Química y profesora de Inmunología en la Universidad de Chile.
Molina, que también ha realizado estudios de anticuerpos monoclonales, dice que la particularidad de este coronavirus es el poder de atracción que consigue con las células que infecta.
"Es como alguien que tiene una pelota de básquetbol fuertemente agarrada en las manos: para quitársela, tienes que diseñar algo que tenga más fuerza. En este caso, un anticuerpo con alta afinidad", dice. "Para lograr esta afinidad se debe identificar el linfocito que produce un anticuerpo potente y, mediante la informática y herramientas biotecnológicas, aumentas aún más la afinidad del anticuerpo escogido".
Bravo dice que la clave es suministrar el anticuerpo en un momento temprano de la enfermedad. "Lo cual tiene mucho sentido", dice. "Lo que logra el anticuerpo es cortar la infección de las células desde un inicio. No sirve de mucho aplicarlo en pacientes graves, después de que el sistema inmune se vio sobrepasado".
"En los pacientes hospitalizados los problemas son otros, ya no es el virus. Son inflamaciones, son los altos niveles de citoquina", agrega Molina.
Por supuesto, este anticuerpo, que se ve muy prometedor, tiene sus peros. Primero, es intravenoso así que no se puede suministrar en la casa como si fuese una pastilla. Y lo segundo, por lo general no es un tratamiento muy barato que digamos.
"Aún así, claramente es una alternativa para los grupos de riesgo, como ancianos y personas con enfermedades de base", dice Bravo.