El 1 de mayo del año 1800 dos químicos británicos, William Nicholson y sir Anthony Carlisle, llevaron a cabo la primera electrólisis del agua de la historia.
La electrólisis es la descomposición de la molécula del agua (H20) en oxígeno e hidrógeno. Se logra aplicándole corriente eléctrica a través de dos electrodos sumergidos, uno positivo y otro negativo: el hidrógeno aparecerá en el electrodo negativo (ánodo) y el oxígeno en el electrodo positivo (cátodo).
La esencia del experimento se ha mantenido intacto y silencioso durante todos estos años, presenciando desde la última fila de la platea las revoluciones energéticas del vapor, la electricidad, la energía atómica y la del rey de reyes, el petróleo y sus derivados. Sin embargo, todo parece indicar que su hora para saltar al escenario finalmente ha llegado.
Debido a los compromisos que ha suscrito buena parte de los países, incluido Chile, para disminuir las emisiones de efecto invernadero, el mundo se ha volcado a encontrar alternativas que reemplacen a los combustibles fósiles. Una de ellos es el llamado hidrógeno verde.
El hidrógeno verde es la fabricación de hidrógeno a través de la electrólisis, pero utilizando electricidad obtenida de manera limpia, es decir, sin emisiones. Por ejemplo, de la energía fotovoltaica y la energía eólica.
Chile, con ese campo ilimitado de radiación solar que es el desierto de Atacama y los vientos garantizados del extremo sur, parece estar destinado a fabricar hidrógeno verde. Sin ir muy lejos, el Presidente Sebastián Piñera, en la inauguración del Congreso Futuro, dijo que el gobierno está"impulsando una estrategia nacional de promoción del hidrógeno verde, para convertirnos en el país más eficiente en su producción".
¿Qué tan cerca estamos de eso?
Paulina Ramírez, investigadora del Centro de Energía de la Universidad de Chile, dice que los costos de producción en Chile siempre van a ser notablemente más bajos que la inmensa mayoría de los países, principalmente debido a la energía solar. "En nuestro país, la potencia eléctrica total instalada, con todo tipo de energía, es de 25GW; la energía que se podría obtener con la energía solar es de 2.000GW", dice. "Es decir, podemos tener un tremendo excedente y convertirnos en exportadores".Pero en estos momentos, aclara, el hidrógeno verde no es rentable. Su costo de producción es de unos 8 dólares por kilo de hidrógeno, y se calcula que podría ser competitivo a partir de los 2,5 dólares por kilo de hidrógeno.
"Pero todo apunta a que los costos van a seguir bajando. Está pasando lo mismo que con los paneles fotovoltaicos: cada vez están más baratos porque ha aumentado la competencia y la demanda. Los hidrolizadores (que son los artefactos que producen la hidrólisis) son cada vez más eficientes. De aquí al 2025 el hidrógeno verde en Chile ya debiera ser competitivo", augura.
¿Para qué sirve el hidrógeno?
Patricio Lillo, director del Comité de Investigación y Docencia de la Asociación Chilena de Hidrógeno, explica que el gran potencial del hidrógeno verde es que se trata de "energía almacenable"."El hidrógeno se comprime, se puede trasladar de un lugar a otro y se puede hasta exportan Y sus usos son múltiples", dice. "Primero, el hidrógeno ya se utiliza en ciertos procesos industriales, pero es un hidrógeno obtenido del metano y para hacerlo se emiten muchos gases de efecto invernadero. Por eso a ese hidrógeno se le llama hidrógeno gris. El primer paso del hidrógeno verde podría ser reemplazar al hidrógeno gris".
Un segundo paso -el más ambicioso, dice Lillo-, es reemplazar al diésel. Con el hidrógeno verde, por ejemplo, se puede fabricar metano de manera sintética, capturando el C02 de la atmósfera (el metano, CH4, tiene cuatro átomos de hidrógeno y uno de carbono). Este "metano verde" se puede instalar en una celda de combustible y hacer que un vehículo se mueva de la misma manera que se mueve con el petróleo.
De hecho, en nuestro país ya existen planes piloto para implementar el hidrógeno verde en la minería del norte y usando energía eólica en Magallanes.
Suena todo muy maravilloso, pero aún hay dificultades que superar. Primero, advierte Lillo, la forma de almacenaje. El hidrógeno, por muy comprimido que esté, ocupa mucho volumen y volverlo líquido, como el gas licuado, requiere mucha energía o temperaturas criogénicas que elevarían mucho los costos. Y por lo mismo, puede que muchas de las ventajas comparativas de nuestro país se desvanezcan con el costo del transporte a los lugares de demanda. "Aún así, los costos de producción siempre serán más determinantes en el costo total, más que el transporte. Las ventajas competitivas de Chile se mantendrán", asegura Lillo.
O como dijo Erwin Plett, director de la empresa de energías renovables Alfa Lux, que estuvo en un panel de hidrógeno verde en el Congreso Futuro, "la misma Agencia Internacional de Energía dice que Chile tiene el costo de producción del hidrógeno verde más barato en el mundo. Será el lugar donde se producirá más barata", dijo.