En su declaración de principios, la Usina de Arte puntualiza que fue creada como un instrumento de renovación. Incluso se define como una instancia de provocación para replantear el pasado y rediseñar las perspectivas del futuro en general y del arte en particular.
Este enorme centro cultural funciona desde hace tres años en el estado de Pernambuco, en Brasil, en una antigua planta de cultivo de caña de azúcar, y es un amplio predio donde se realizan residencias artísticas y que comprende un museo al aire libre.
En este paraje del noreste brasileño se está exhibiendo desde hace algunos días Diva , una escultura que ha provocado comentarios diversos por su fisonomía y su simbolismo atávico. Se trata de una vagina de treinta por dieciséis metros, hecha con hormigón armado y resina por la renombrada artista Juliana Notari.
El trabajo es fruto de una residencia que la autora realizó en la institución pernambucana. "Utilizo el arte para dialogar con temas que hacen referencia a la problematización del género desde una perspectiva femenina, combinada con una cosmovisión que cuestiona la relación entre naturaleza y cultura en nuestra sociedad occidental falocéntrica y antropocéntrica. Actualmente, estos temas se han vuelto cada vez más urgentes", es la explicación que esgrime Notari.
"Después de todo, será a través del cambio de perspectiva de nuestra relación entre humanos y entre humanos y no humanos lo que nos permitirá vivir más tiempo en este planeta y en una sociedad menos desigual y catastrófica", acentúa.
La pieza demoró casi un año en ser terminada y en el proceso intervinieron unas diez personas, entre quienes removieron el terreno, escarbaron los seis metros de profundidad y aplicaron al concreto la tintura rojiza que se distingue a la distancia y que refuerza el concepto de herida que la artista nacida en Recife ha desarrollado durante su carrera. "Esta herida es, sin embargo, infinitamente menor en comparación con los traumas de la esclavitud, el empleo desprotegido, el ecocidio y los traumas violentos que ocurrieron en esta usina, como en otras propiedades coloniales privadas", argumenta la autora.
La idea de esta escultura gigantesca surgió de la performance Dr. Diva , que Juliana Notari presentó en 2005 en Francia. Armada con un combo y un cincel, en laocasión abrió una grieta en una pared de concreto, la bañó con sangre de buey y le introdujo instrumental médico de acero inoxidable.
La presencia volumétrica ha generado controversia en Brasil, trascendiendo el ámbito artístico y provocando debates en redes sociales respecto de la pertinencia de la pieza ante los ojos de menores de edad. "¿Por qué hablan mal de una vagina de treinta metros en lugar de enfrentarla con un pene?", preguntó por Twitter el influyente filósofo Olavo de Carvalho, cercano al gobernante Jair Bolsonaro. En la misma plataforma, el cineasta pernambucano Kleber Mendonça Filho apuntó que "las reacciones a la obra son un espejo, un éxito".