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Volcán submarino Orca

El sismo de magnitud 7,1 que se vivió en la Antártida, pasadas las 20 horas del sábado, y del que gran parte de los chilenos nos enteramos por la alarma que llegó a nuestros celulares, intriga a los científicos nacionales que estudian su origen. Desde agosto de 2020 se han registrado más de 30.000 actividades sísmicas en la zona del Estrecho de Bransfield (ver imagen), que separa en 120 kilómetros la península Antártica de las islas de Shetland del Sur (conjunto de islas que están al sur de Chile Continental y donde se encuentra la mayoría de las bases de los países que tiene presencia en ese continente).

Las investigaciones se concentran en el volcán submarino Orca, ubicado a 4 kms de las islas Shetland del Sur, en el Estrecho de Bransfield, situado a 1,5 km de profundidad en el mar. Los geólogos lo consideran un centro volcánico activo.

Sergio Barrientos, director del Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile, comenta que, a pesar de que no se conocen las causas exactas del fuerte sismo, este pudo producirse por "la ruptura de la corteza continental. En el caso de la Antártida, la micro placa de Shetland del Sur y la placa de la península Antártica se están separando. Y la razón de la separación puede deberse a que el material volcánico está intentando salir desde el manto superior de la Tierra (que está justo antes de la corteza continental) hacia la superficie".

Volcán y placas

Daniel Basualto, geólogo vulcanólogo, doctor en Geología y académico de la Universidad de La Frontera, explica que "en Chile Continental estamos acostumbrados a que los sismos se provoquen por el choque de las placas tectónicas de Nazca y la Sudamericana, pero en la Antártida es completamente distinto y hay otras placas (placa Antártica y miniplaca de Shetland del Sur)", agregando que "los volcanes submarinos se diferencian de los demás sólo por estar bajo el nivel del mar y el ascenso de magma desde su interior hacia la corteza continental puede producir movimientos telúricos", lo que explicaría la separación entre las placas tectónicas de la zona.

Según datos del Programa de Riesgo Sísmico (PRS) de la Universidad de Chile, la miniplaca de Shetland se ha desplazado cerca de 15 centímetros por año, siendo que anteriormente el desplazamiento era de solo unos milímetros, y solo en los últimos cuatro meses (desde septiembre a la fecha) el desplazamiento ha sido de 5,5 centímetros aproximadamente.

Jaime Campos, director del PRS, cuenta que este 4 de febrero llegará una expedición a la zona a colocar "distintos instrumentos geofísicos y sismológicos en las diferentes bases chilenas, para medir la actividad sísmica en la zona".

De extremo a extremo

Para Basualto resulta curioso que, "si bien ha habido actividad sísmica constante desde agosto pasado a la fecha, el temblor del sábado se produjo a 150 kms de distancia de donde se estaba generando la actividad (ver imagen)", por lo que, "se puede generar una gran ruptura en la corteza continental del Estrecho de Bransfield en ambos extremos y eso conllevar a un gran terremoto que supere los 8 puntos en escala Richter que, eventualmente, puede generar tsunamis que inunden las costas y lleguen a las bases chilenas".

Sin embargo, el comandante Carlos Zúñiga, jefe del departamento oceanográfico del Shoa, comenta que "un terremoto podría generar el derrumbe de las paredes de hielo que hay en la costa y eso ocasionar un tsunami, pero en general las bases están ubicadas en sectores de altura, lo que las resguarda ante esa posibilidad".

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