Branco Ampuero contesta el teléfono y de fondo se escucha un silencio tan envidiable que dan ganas de renunciar a la pega e irse a Vivir al lugar donde está pasando las vacaciones.
"Estoy en Carelmapu, en la Región de Los Lagos, el pueblo donde nací y viví hasta los 18 años. Ando con mi polola Gabriela. Es un lujo, hay una tranquilidad que ya no se encuentra en otras partes. Necesitaba desconectarme. Todos los años me vengo unos días a la casa de mis viejos", cuenta el defensor de Antofagasta.
El futbolista de 30 años regresó a Santiago este jueves para luego volver a las prácticas con su equipo el próximo lunes. Antes de eso, alcanzó a compartir una foto muy particular. Ampuero aparecía a torso desnudo, con un hacha en las manos y un montón de leña cortada a su alrededor. "Pretemporada", escribió, casi como un homenaje al entrenamiento de Sylvester Stallone en Rocky IV.
"Naaa..., no estoy ni cerca de Rocky, jajajá. Así es la vida en el sur, hay que hacer de todo. En el verano todas las familias compran leña y la cortan para guardarla seca y tener para el invierno. No se usa mucho calentador, sino que estufas a leña. Y en el invierno no encuentras. Llueve mucho", explica el zaguero.
-¿Con lo de la foto basta para el invierno?
-Eso era solo una parte, el galpón de mis viejos está lleno. Compramos madera como lumas, eucaliptos o mañío a vendedores de campos cercanos a Carelmapu y después la repicamos porque viene muy gruesa y no cabe en la estufa. Luego se apilan en varas de 33x33 pulgadas (33 pulgadas son 83 centímetros). Mis viejos necesitan como 60 varas para pasar el invierno tranquilos.
Malcolm Hidalgo, dueño de la empresa Ecoleña, entrega más datos sobre las varas de madera. "En Chile no hay un estándar de medición de leña. No es como el litro, kilo, etc. Se puede hablar de varas, de astillón, de metro cúbico, un montón de estándares. El más usado es el metro cúbico, cortado en palos de entre 25 y 30 centímetros. Las varas son un cuarto de metro cúbico y cada una debe pesar cerca de 80 kilos", dice el empresario.
Ampuero cuenta que el día de la fotografía estuvo casi cuatro horas picando. "Hay que tomar pausas para cuidar la espalda, la cintura. Es complejo para el que no está acostumbrado, pero yo aprendí como a los siete años", asegura.
-¿Algún consejo para un futuro leñador?
-Es complicado porque qué pasa si doy un consejo y después se cortan la pata, jajajá. Queda a criterio de cada uno. Lo que sí, las piernas lo más lejos del picadero.
-¿Qué más ha podido hacer allá, además de cortar leña?
-He visto a mis amigos de infancia, salgo a andar en bicicleta por la playa, he hecho curantos, asados. También volví a ver a mis perros Boyka y Relmu. Tengo un primo buzo que recién pescó unos erizos y me invitó a probar. Estaban tan ricos, fresquitos. La mitad de la gente acá se dedica a los mariscos.
-¿Y usted también bucea?
-Mi viejo nunca quiso enseñarme porque pensó que me iba a gustar más que el fútbol, jajajá.