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Vecinos amarran y golpean a joven acusado de violento asalto

Un muchacho de 15 años fue desnudado, amarrado a un árbol y golpeado por un grupo de vecinos de Estación Central durante unos 20 minutos, hasta que llegó Carabineros. El joven fue acusado de participar minutos antes en un violento asalto en el que tres delincuentes robaron un auto e hirieron a su dueño en el cuello, dejándolo gravemente herido por lo cual fue ingresado de urgencia en la clínica Red Salud.

El atraco ocurrió en la bencinera de calle Ecuador con Radal. Los ladrones alcanzaron a recorrer solo una cuadra en el vehículo robado antes de que se detuviera pues contaba con un sistema de cortacorriente. Varios videos atestiguan que poco antes de las 23 horas del lunes, en horario de toque de queda, decenas de vecinos lograron retener violentamente al adolescente.

"Esta clase de acciones es muy preocupante", reconoce Mauricio Olave, presidente de la asociación nacional de magistrados. Asegura que la ley faculta a los ciudadanos a detener a un delincuente en flagrancia (o sea, cuando realiza el hecho) hasta la llegada de la policía. "Pero si las personas se exceden con golpes y patadas, serán investigadas por el delito de lesiones o por detenciones ilegales, dependiendo de cuánto tiempo haya retenido a la persona, pues la ley dice que debe entregarla de inmediato a la policía", afirma.

El juez aclara que los autores de lesiones se exponen a penas "privativas de libertad", que van desde los 61 días.

Sin derechos

La abogada Loreto Quiroz ha estudiado estos hechos de violencia desde el año 2012. "En estos hechos — define- se ve una violencia administrada con una especie de ritualidad: se amarra a los acusados y se les desnuda. Luego los autores dosifican la violencia, pues rara vez se llega a lesiones severas", afirma la doctora en estudios americanos y académica de la Universidad Alberto Hurtado.

-¿Cómo se entiende la reacción de la gente, Loreto?
-Detrás de esto está la idea de que se suspenden los derechos del detenido, como el derecho a la integridad física, por haber delinquido.

El 76%

En una encuesta publicada el año 2016, el 76% de los chilenos justificó que algunas personas persigan y golpeen a un delincuente que acaba de cometer un delito.

La socióloga Mónica Gerber fue uno de los investigadores del Centro de Estudios de Conflictos y Cohesión Social (Coes) que realizó el estudio. "La agresión da una noción de castigo", comenta. "Hemos observado que se asocia a una crítica al sistema de justicia, acusando que los delincuentes salen libres al día siguiente. Cuando las personas ven que la justicia no llega para ellos, especialmente en sectores más populares, se organizan para hacer justicia por sus propias manos", dice Gerber, doctora en métodos de investigación social, investigadora de la Universidad Diego Portales y especialista en temas de castigo a delincuentes.

-¿Por qué desnudan a los delincuentes, Mónica?
-Esa humillación es para quitarle al delincuente el poder que, según las personas perciben, ha tomado sobre la sociedad con su acción. Así se restauran las relaciones de poder. Esto está relacionado con el impulso a no entregarlo a la justicia. De cierta forma es quitarle el derecho al debido proceso, invalidarlo ante la posibilidad de que demuestre su inocencia. Hay algo vinculado a la deshumanización en estos contextos de rabia colectiva.

Igual que antes

Daniel Palma es doctor en Historia y se ha centrado en temas de delitos y policías. Señala que los ajusticiamientos no son exclusivos ni de Chile ni de esta época. "Buena parte de los conflictos entre vecinos antes del siglo XX se resolvían con instancias civiles, como los llamados alcaldes de barrio, que intervenían ante trasgresiones a las normas de la comunidad. O en sectores rurales, donde las personas connotadas se organizaban para aplicar la ley contra el bandidaje de salteadores", afirma el director de la licenciatura en Historia de la Universidad Alberto Hurtado.

A principios del siglo XX se impuso la ley y las policías para impartir justicia, agrega Palma. "Pero los actuales ajusticiamientos son producto, precisamente, de desconfianza ante la policía y la justicia. Ante la sensación de indefensión y frustración, se produce el afán de hacer justicia por sus propios medios, pues sienten que el estado ha faltado a su promesa de resolver estos conflictos", comenta.

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