Todo comenzó un 14 de febrero de 1994. A las afueras de El Sauzal, donde Universidad de Chile entrenó habitualmente durante décadas, Fabián Guevara se encontró con algunos hinchas azules esperando cazar un autógrafo, un saludo o alguna fotografía. A esas alturas, la hinchada de la U se ilusionaba con ganar un campeonato después de un cuarto de siglo.
El zurdo, que en la actualidad está dedicado a dictar clases a niños de Lo Espejo con su partner Francisco Murci Rojas, se dio cuenta de que algunos hinchas molestaban a una joven que también quería saludar a los cracks que dirigía Arturo Salah. "Hasta el día de hoy me acuerdo cuando a Valeska (Gallardo, ex seleccionada de básquetbol e hija de una histórica del baloncesto como Yolanda Piña) la molestaban. Me di cuenta de inmediato y fui en auxilio de ella. Era llamativa y le decían cosas cuando le ofrecí llevarla a su casa", dice Guevara, uno de los buenos laterales que tuvo el fútbol chileno y que se retiró con apenas 30 años producto de una lesión en su rodilla izquierda.
En el trayecto a Villa Francia, cuenta Guevara, su actual esposa le preguntó qué tenia que hacer en la tarde. "Atiné a decirle que iba a descansar después del entrenamiento. Entonces me dice: 'Te espero en el Estadio Chile (hoy Victor Jara), porque juego básquetbol por la Selección'. Me entusiasmó la idea y llegué. Desde entonces que estamos juntos, ahora con nuestra hija Valentina, que ya tiene 11 años y que también juega básquetbol", dice el jugador formado en Palestino.
Dieciséis años después de que se conocieran, Fabián y Valeska vivieron el momento más duro de sus vidas. Tras trece años luchando contra una fibrosis quística pulmonar, el pequeño Fabián, Fabito como le decía el ex crack de la U, falleció. "Era un día domingo y justo el 14 de febrero de 2010. Recuerdo que nuestro hijo estaba muy mal. Justo para el último Año Nuevo nos dijeron que había la opción de hacer un trasplante. Pero al final, la familia donante no dio el visto bueno. Ahí Fabito nos había dicho que era difícil que aguantara la operación. Ya había asumido que el final se acercaba, pero estaba feliz", relata Guevara.
El hijo del ex futbolista estaba entusiasmado con la idea de tener una hermana y, cuando se enteró que su mamá estaba embarazada, inmediatamente les señaló a sus padres que sería una niña. "'Nos decía que iba a tener una hermanita, que sería sanita y que se iba a llamar Valentina porque sería fuerte y valiente. Lamentablemente, no la alcanzó a conocer. El día que murió, Fabito me señaló que no me preocupara. Después de eso se relajó y nos dijo: 'Muchas gracias por todo, hasta aquí nomás, nos vemos'. Entró en coma. Sentí ese sonido (beep) en la habitación. Se fue tranquilo. Ya no quería luchar", agrega el lateral.
Después de dar la vuelta olímpica con la U a fines de 1994, el amor entre Guevara y la ex seleccionada de básquetbol iba viento en popa y el jugador partió a México para jugar en Monterrey, equipo que defendió hasta mediados de 1996. 'Valeska se fue conmigo y, cuando se dio la posibilidad de volver a Chile, a los hinchas de la U no les gustó mucha la idea", sostiene Guevara, quien un mes antes de debutar en Colo Colo había celebrado la llegada de su hijo.
"Fabito nació un 3 de julio de 1996 y jamás nos imaginamos con Valeska que tendría esa enfermedad. Además, como es hereditaria, no entendíamos la razón porque ambos éramos deportistas de alto rendimiento. Nunca olvidaré que, días antes que supiéramos lo de Fabián, había visto en las noticias a un hombre que se encadenaba en Dinamarca porque no tenía los medios para tratar a su hijo de una fibrosis quística. Yo veía a mi hijo como mi sucesor en el fútbol y él quería jugar siempre con niños más grandes. Ahí lo tenía que parar", cuenta el zurdo, quien en 1998 dejó el fútbol cuando defendía a Deportes Concepción.
"Ahí me lesioné y, con la enfermedad de Fabito, tenía que ayudar a mi mujer. En ese momento empezamos a comprar remedios y máquinas para alargar su vida", agrega Guevara, quien cuenta que siempre fue ordenado con el dinero. "Con la enfermedad de mi hijo tuve que sacar plata de mis ahorros y quedé sin nada. Cada mes gastaba entre 5 y 8 millones de pesos. En esos tiempos la enfermedad no la cubría el Auge. Pero finalmente se consiguió y mucha gente ayudó".
-Entre ellos Marcelo Salas.
-Marcelo fue muy bueno con nosotros y con nuestro hijo. También Miguel Pinto, Luis Pedro Figueroa. Bueno, muchos. Una vez Salas lo pasó a buscar para llevarlo a Pinto Durán. Antes que Marcelo jugara ante Uruguay y marcara esos dos recordados goles, fuimos al entrenamiento. El Matador le presentó mi hijo a Marcelo Bielsa. Incluso Fabito le regaló una virgen María y le dijo: 'Usted va a clasificar al Mundial de Sudáfrica y mi tío Marcelo le hará dos goles a Uruguay'. Bielsa le agradeció y le manifestó que era devoto de la virgen María.
-¿Bielsa nunca más lo vio?
-No, pero un día iba manejando y veo que me estaban llamando de un fono de red fija. Contesto y era Bielsa. Pensé que me estaban haciendo una broma, pero era él para agradecer el gesto de Fabián. Incluso me dijo que lo llevaría cada vez que jugara la Selección. Después se agravó mi hijo y no alcanzó a ver a la Roja en Sudáfrica.
-¿Después de dejar el fútbol a qué se dedicó?
-Hice el curso de entrenador, me titulé, y ejercí en las cadetes de Cobresal. Trabajé también de chofer en la minera La Escondida, en Los Pelambres y en Mejillones hasta 2017. Ahí llevaba a los supervisores. Como tenía turno de 14 por 14, aprovechaba de dar clases. Antes de la pandemia estaba en la escuela Vivo Fútbol con Mario Cáceres y Juan Manuel Ramírez. Ahí quedamos parados y apareció este ofrecimiento de Lo Espejo. Ahí los niños hacen deportes, lo que sirve para distraerlos y para que suelten el celular un rato.