Como es de público conocimiento, el cobre es uno de los pilares de la economía chilena. Representó entre 2000 y 2019 como el 1 del PIB y el 50% de las exportaciones nacionales, incluyendo años de precios altos, como 2006 y 2007, cuando llegó a aportar el 20% del PIB y el 57% de los envíos. Hoy, una vez más está en un periodo virtuoso, con valores que en el último tiempo se han estacionado en cuatro dólares la libra, especialmente por la gran demanda China.
Justamente en estos periodos de precios elevados aparecen los temores en torno a los fantasmas del cobre, minerales o innovaciones que puedan reemplazar al mineral que aún no pierde el estatus del "sueldo de Chile". En la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), en su página web, se publicó un informe titulado "Posibles sustitutos del cobre" donde concluyen que no se ven riesgos en el corto y mediano plazo de que irrumpa un reemplazante que e haga la collera a nuestra viga maestra.
"Esto se debe por una parte a que los eventuales sustitutos ya han pretendido ser usados de forma significativa en espacios ocupados por el cobre, sin resultados satisfactorios, acotando sus posibilidades futuras de sustitución. Luego, la búsqueda por nuevos espacios de reemplazo se hace cada vez más compleja y requiere mayores inversiones en innovación y un mayor acopio de conocimiento", dice Marco Riveros, vicepresidente ejecutivo de Cochilco.
Actualmente los principales sustitutos del cobre son el aluminio, el acero inoxidable y el zinc, la fibra óptica, en el área de las telecomunicaciones y los plásticos, en cañerías, pero no le hacen el peso. "De acuerdo a estimaciones de la International Copper Association (ICA), las pérdidas por sustitución se situaron en torno a las 280 y 290 mil toneladas en 2018 y 201 9, lo que equivale a cerca del 1% de uso agregado anual del cobre, lo que no resulta muy significativo", comenta Riveros.
Los temibles
Claro que el ojo está puesto en las innovaciones como el grafeno, que proviene del grafito, y que actualmente se usa en interconexiones electrónicas de menor tamaño donde el cobre se hace menos eficiente como conductor. La conductividad eléctrica del grafeno es 68% superior al cobre, una conductividad térmica diez veces mayor, una tensión de rotura más de 1 veces mayor y una densidad unas cuatro veces menor, lo cual lo hace más liviano."Sí, existe la posibilidad de que el grafeno pueda ser usado en otras aplicaciones en reemplazo del cobre, incluyendo en el campo de telecomunicaciones donde podría competir incluso con la fibra óptica. Sin embargo, en general estas alternativas aún no han sido altamente exploradas. Por eso, resulta más probable que el grafeno se use en conjunción con el cobre en varias aplicaciones en lugar de reemplazarlo complemente, especialmente considerando que aún existe una alta incertidumbre respecto de su oferta, tecnología de producción, seguridad de uso y especialmente su costo de producción y precio de venta", dice Riveros.
La otra amenaza son los nanotubos de carbono y se encuentran en una línea similar al grafeno. Algunos nanotubos tienen cinco veces la conductividad eléctrica del cobre y 15 veces su conductividad termal. Al mismo tiempo, son resistentes a la corrosión, que la hace muy atractiva para la industria de automóviles y aviones. "El cableado en base a nanotubos es prohibitivamente costoso. Si bien sus precios han caído progresiva y significativamente en los últimos años, actualmente los nanotubos más económicos cuestan entre 100 y 200 dólares por kilo (según datos de Vanderbilt University, 2018). Es decir, hasta 22 veces el precio actual del cobre. Así, a los precios actuales, sólo puede ser usado en aplicaciones altamente sensibles al peso y con una elasticidad relativamente alta al costo, tales como satélites militares", finaliza Riveros.