Fernando Solabarrieta se fotografió en modo melancólico el domingo, mirando al horizonte. Y se hizo una autodespedida en Instagram. "De seguro fue la última vez que pude usar el pelo largo en mi vida. Lo disfruté y me di el gusto a los 50 de ser un rato como quiero. Al final, nada cambia", escribió en su red social favorita (no tiene Twitter).
Solabarrieta pasó todo el 2020 con una larga cabellera, que ordenó con un cintillo, en un look mega noventero. El confinamiento le permitió relajarse en el aspecto capilar. "La pandemia me ayudó mucho. El estar guardados tanto tiempo nos permitió desajustarnos un poco los looks o subir de peso. A mí siempre me ha gustado el pelo largo, pero, por distintas razones de mi vida, no lo he podido mantener. En el colegio no se permitía y además empecé a trabajar muy chico, a los 21 años", cuenta el comentarista deportivo.
La recepción del público fue desfavorable ante su look pandemia. Y en la casa no fue mucho mejor. Así que este lunes, a propósito del estreno de la octava temporada de ESPN FC Radio (19 a 21 horas, de lunes a viernes), volvió a su aspecto más clásico. Recuperó los elogios, lo que agradece. "Volvieron las alabanzas estéticas. Me decían que me saqué hartos años de encima. Mis compañeros obviamente me molestaron, pero con cariño. Me dijeron: viste que te queda bien, te pareces a no sé quién, me agrandaron", agrega.
Solabarrieta se puso en manos de Samuel Rubio, su estilista. Incluso hizo una encuesta en su Instagram, al igual que su esposa Ivette Vergara, para respaldar la decisión. "Lo estoy tratando de convencer", escribió la animadora, quien hizo presión y lo acompañó a la peluquería.
"Fernando entró en esa onda de no cortarse el pelo porque quería recordar cuando era joven. Pero parecía un viejito, se le notaban mucho las canas. Ahora se ve 15 años más joven. Le hicimos un corte italiano, más largo y dejamos al descubierto sus canas. El normalmente se matiza las canas, pero ahora lo dejamos natural", cuenta su estilista (@samuelrubio_oficial en Instagram), quien tiene un local en Vitacura y asesora hace décadas a la pareja televisiva.
-¿Todos querían que se cortara el pelo menos usted, Fernando?
-Sí, mi mamá, mi hija, mi mujer. En mi casa me molestaban, me decían: además de guatón, ahora estái cabezón. Y en las redes me ponían: por favor, córtate el pelo. Definitivamente pasé por sobre los parámetros de aceptación estética porque nadie me decía que me quedaba bien. Todos me decían que me veía más viejo.
Su pelo largo, agrega Solabarrieta, le sirvió para comprobar un asunto no menor: no sufre alopecia a sus 50 años y 3 meses. "Me alegra saber que mi crecimiento del pelo no ha variado, tengo el mismo largo. No sé si es la forma más bonita, pero me crece igual. Así que no, alopecia no tengo", confirma.
-¿Y cómo fue volver a usar cintillo a los 50 años?
-En los noventa usé cintillo, pero tenía 26 años. En
esa época usar cintillo, o vincha como le decíamos
los jóvenes, estaba de moda, no era tan extraño.
Ahora parece que ya nadie usa. De hecho, la primera
vez que fui a buscar un cintillo al supermercado,
anduve con unos reponedores buscando pasillo por
pasillo y encontramos solo en la sección de niñas y
mujeres. Fue bien gracioso.
-¿Se sintió más joven?
-Más que eso, fue como un proceso. Estaba a punto de cumplir los 50, me encanta el pelo largo y dije ahora o nunca. Me di el gusto. Tal vez fue una forma simbólica de darle un último adiós a aquel corazón joven que ya no existe.
-¿De verdad fue una despedida?
-Lo interpreté así, que fue la última vez que me pude dar este gusto y ahora vuelvo a la seriedad de un adulto. Jugué a ser niño un rato. Quizás quise ir en contra de la vanidad. Tal vez no me veía bien, pero era lo que yo quería.
-¿Se sintió más joven?
-Más que eso, fue como un proceso. Estaba a punto de cumplir los 50, me encanta el pelo largo y dije ahora o nunca. Me di el gusto. Tal vez fue una forma simbólica de darle un último adiós a aquel corazón joven que ya no existe.
-¿De verdad fue una despedida?
-Lo interpreté así, que fue la última vez que me pude dar este gusto y ahora vuelvo a la seriedad de un adulto. Jugué a ser niño un rato. Quizás quise ir en contra de la vanidad. Tal vez no me veía bien, pero era lo que yo quería.