La estadía hospitalaria del famoso diseñador de zapatos Patricio Arévalo, de 71 años, casado y con seis hijos, empezó en marzo del año pasado cuando le dio una trombosis en una pierna. Eso lo llevó hasta el Hospital de La Florida luego de transitar por dos clínicas que no ten(an camas. Pasó diez días internado por una embolia pulmonar y se contagió de Covid-19.
El 12 de agosto "me quise levantar y me caff, cuenta desde una silla de ruedas. Lo volvieron a llevar al mismo recinto de salud, donde "entré y no supe más, después que me hicieron los primeros exámenes perdí la conciencia", afirma Arévalo. Su hija Claudia interrumpe para relatar lo que pasó: "Pensamos que podía ser un accidente cerebrovascular, pero un scanner lo descartó y el doctor dijo tiene que ser Guillain-Barré (trastorno poco frecuente en el que el sistema inmunológico ataca los nervios y que se puede producir por una infección aguda). El neurólogo le hizo una punción lumbar para confirmar el diagnóstico porque cuando llegamos ya no se podía mover de la cintura hacia abajo".
Efectivamente a Patricio Arévalo le detectaron el síndrome Guillain- Barré y quedó hospitalizado e intubado. Permaneció un mes en la UCI y cuatro meses en la UTI. "Estuvo en coma y en riesgo vital todo el primer mes. Los médicos esperaban que la inmunoterapia funcionara rápido, pero no fue así. No tuvo movilidad en los músculos y seguía dependiendo en más de un 90% del respirador", advierte su hija.
"Muchos no daban fe de que yo pudiera recuperarme", retoma el zapatero de Don Francisco, Rafael Araneda y Juan Falcón, entre otros. '"Los kinesiólogos se la jugaron porque la última opción era la neuroterapia, que es larga y que intenta hacer la conexión entre el cerebro y los músculos para reactivarlos", sostiene Claudia Arévalo.
Apenas movía la cabeza y sólo musitaba sí y no. "Unos auxiliares me tenían que cambiar de posición cada dos horas y me alimentaban por sonda. Cuando intentaba comunicarme no me entendían. Me empezaban a nombrar cosas y yo les decía que sí. Así estuve harto tiempo hasta que los kinesiólogos me dieron armas para salir de ese estado", recuerda Patricio. "No entendía por qué no podía ir al baño, pensaba que las piernas me iban a responder, pero estaban adormecidas. Cuando logré pararme por primera vez fue en una camilla especial en la que apoyas los pies y te amarran. Ahí estaban demasiado contentos, me sacaron fotos. Pasé a ser el regalón del hospital", agrega.
El 18 de septiembre del año pasado recién pudo volver a hablar por teléfono con su familia. El 23 Claudia fue autorizada a visitarlo y allí él le contó que sentía un hormigueo y dolor: "Eso significaba que las terapias estaban haciendo efecto".
En noviembre por fin le dieron el alta, estuvo con fonoaudiólogo y hasta ahora sigue con kinesioterapia día por medio, curaciones y controles médicos semanales.
-¿Tiene que andar en silla de ruedas y usar burrito?
-Sí, el burrito lo uso hace un mes y ando en silla de ruedas, aunque ya puedo dar algunos pasos. A ratos me paro. En la cocina tengo dos muebles que me hacen justo un pasillo y ahí camino afirmado. Me doy diez vueltas. En una oportunidad me solté y di ocho pasos, los tengo contados. Eso fue hace unas semanas.
-¿Tuvo que adaptar su casa para la silla?
-Sí, se sacó la mesa de centro y algunos sillones que están en la casa de mi hija.
-¿En qué consiste su kinesioterapia?
-Me hacen bicicleta, me ponen pesas en los pies para que camine, ejercicios para recuperar la movilidad en los brazos, subir y bajar una escalerilla. Estoy en la tercera terapia de 10 sesiones cada una. Quiero tomar otra para recuperarme bien. En mi casa hago puzzles y escribo para recuperar la motricidad fina. Ya puedo comer, lavarme los dientes, peinarme y vestirme solo. Son cosas cotidianas, pero para mí son grandes pasos en mi recuperación porque cuando llegué me daban la comida en la boca, me sostenían el vaso y me hacían el aseo porque el primer mes acá usaba pañales. Hoy a veces hago mi cama, que es clínica.
-¿Qué siente hoy?
-En el primer control médico, el gastroenterólogo me dijo "estaba leyendo tu ficha y de verdad eres Bruce WIllis, Duro de matar, porque pasaste muchas, fuiste porfiado. Nosotros hicimos un 20%, pero tú pusiste el 80%. Tu fuerza nos llevó a sacarte. Si puedes, cuéntaselo al mundo".
-¿Pensó en la muerte?
-Una sola vez y mi hija me dice que fue cuando me dio un paro cardiorespiratorio. Lo que más tenía eran pesadillas. Cuando pensé que me iba soñé que un grupo de enfermeros y kines preguntaban '¿qué pasa con Pato Arévalo?". "No, él ya está ido, hay que esperar que se vaya nomás", respondieron. Ahí me desesperé.
-¿Planea volver a trabajar?
-Mi negocio está cerrado desde marzo de 2020 por la pandemia y después no pude abrir. Gracias a Dios tengo mi equipo fiel que lleva desde 40 a 20 años conmigo. Me siguen esperando. Estoy agradecido de ellos, de mi familia y del personal del Hospital de La Florida. Se pasaron. Estoy contento por la gente que me ha manifestado su cariño.