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El caso de los sicarios que  se volvieron en contra del hombre que los contrató

Crescencio Gómez (59) llevaba dos años separado de su pareja, pero seguía viviendo con ella en la misma casa. Se había instalado en una habitación del primer piso, mientras que su ex señora y el hijo menor de ambos (18) ocupaban el segundo. Era un fantasma en su propia casa. No hablaba con nadie.

A fines del año pasado empezó a recorrer los campamentos de Alto Hospicio (Región de Tarapacá) Buscaba a alguien que le hiciera un trabajo: matar a una mujer que supuestamente le debía $3.000.000. Dos jóvenes colombianos, de 21 y 25 años, aceptaron. En ese momento no sabían que la mujer que debían asesinar era en realidad la ex pareja del hombre y que la deuda era inventada.

El subprefecto Carlos Albornoz, jefe de la Brigada de Homicidios de Iquique, cuenta que el plan consistía en simular un robo a la casa, subir al segundo piso y ultimar sólo a la mujer. Todo indica que el día escogido para concretar el encargo fue la madrugada del IO de abril pasado. Esa noche, Gómez salió a las 2.30 AM de su casa para reunirse con los sicarios y entregarles 9600.000. El subprefecto cuenta que Gómez incluso había dejado la puerta de su casa abierta antes de salir. Sin embargo, ambos jóvenes, apenas sintieron el calor de los billetes, se negaron a cumplir su parte del trato y lo asesinaron. Su cuerpo apareció en un peladero de Alto Hospicio, sin su billetera ni su celular.

Un hijo sin madre

Ambos sicarios fueron detenidos a fines de ese mes por la PDI.

El abogado Gabriel Cuevas, defensor privado de uno de ellos, explica que los jóvenes se negaron a cumplir las órdenes de su cliente apelando a una especie de código: ellos supuestamente no dejan a hijos sin sus madres.

"Esa noche, este caballero les contó la verdad mientras caminaban en dirección a su domicilio. Mi defendido le respondió: pero cómo vamos a hacer eso . Empezaron a discutir con el cliente. Discusiones morales, básicamente. Este señor les decía: qué les importa, si les estoy pagando. Esto no es gratis. A ustedes no les importa quién es la persona. Hagan el trabajo, nomás relata.

-¿Qué contestó su cliente, abogado?
-Me dijo que le contestó: es tu señora y tu hijo. Eso no se hace . Con sus palabras da entender que sus principios le impiden hacer este tipo de trabajos. De hecho, me dijo que para él la mamá es sagrada y que no iba a dejar a un hijo sin su madre.

-¿O sea que son una especie de sicarios con códigos de comportamiento?
-Ellos no son tan fríos como en otros casos de sicariato en el país. Al punto que se cuestionaron moralmente los hechos y concluyeron que era más grave el trabajo que tenían que hacer que matar a la persona que los contrató. No sé si denominarlos justicieros, pero bastaba que este caballero consiguiera a cualquier otro sicario para concretar lo que quería. Pero se topó con las personas incorrectas.

-Tan incorrectas que están acusadas de matarlo.
-Nuestra tesis es que hubo un forcejeo entre la víctima y los imputados antes del homicidio. Lo que pasa es que este señor, luego de ser cuestionado por los imputados, pidió la devolución de su dinero, los $600.000. Exigía que le devolvieran su plata si no iban a hacer el trabajo.

El subprefecto Albornoz, de la BH iquiqueña, cree que la historia es menos novelesca: "Lo mataron porque así se quedaban con la plata y cortaban todo vínculo con él. En su declaración, ellos dicen que habían decidido de antemano no matar a la mujer y que consideran que este hombre era un maldito por contratar a gente para matar a otra".

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