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Pato Neira volvió a la crianza con hijas grandes

"Cuando uno fue futbolista es obvio que sueña con tener un hijo varón. Uno siempre tiene ese anhelo para poder enseñarle a jugar a la pelota y que pueda seguir los pasos que uno tuvo en el fútbol. Ahora también existe la posibilidad que se dedique a otra cosa. Igual nuestro hijo Alonso recién tiene un mes y 13 días, así que no sabemos a qué se dedicará cuando sea grande. Por ahora estamos disfrutándolo con Carol y con nuestras hijas. Lo mejor de todo es que nació sanito y cada día crece y crece".

Patricio Neira fue uno de los goleadores que irrumpieron muy jóvenes en el balompié criollo. Con un estreno más que auspicioso, desde bien cabro chico comenzó a inflar redes en las porterías rivales, defendiendo la camiseta de Palestino. Incluso en el Sudamericano Sub 20 de 1999, en Mar del Plata, se matriculó con cuatro goles, de los cuales dos se los marcó al mismísimo Julio César, portero de ese Brasil que tenía a Ronaldinho en sus filas.

"Jugaba una cantidad de futbolistas que, posteriormente, brillaron en el fútbol mundial", sostiene Neira, quien después de dejar la actividad en 2008, se dedicó a trabajar en escuelas de fútbol. Pero no le gustó mucho el tema. "Ahí me junté con unos amigos para iniciarme en la representación de jugadores. Viajamos a México para hacer algunos contactos y hasta ahora me dedico a esto. Tengo un grupo de jugadores y no me puedo quejar", dice el ex jugador de Palestino.

El Pato Neira, además de dedicarles el tiempo a sus representados, ahora cuenta que está durmiendo menos. "Con la llegada de Alonso todo se revolucionó en la casa. Imagínate que tenemos dos hijas grandes. Josefa tiene 20 y estudia medicina veterinaria y Maite, que tiene 14 años, está en el colegio. Así que disfrutamos con Alonso todo el tiempo", dice chocho el ex goleador.

-A trasnochar se ha dicho...
-Jajajá. Ya se nos había olvidado, pero seguramente vamos a estar con falta de sueño. Vamos a tener que aprender nuevamente a cambiar pañales, a dar mamadera y dormir muy poco en las noches. Pero estamos felices, como te comentaba, con Carol y las niñas.

-Un hijo de la pandemia.
-Efectos de la cuarentena. Pensábamos que habíamos cerrado la fábrica. Yo ya con 42 años pensaba que la familia se cerraba con Josefa y Maite, pero Alonso nos tiene muy contentos. Llama la atención que después de tantos años llegue otro hijo, pero no soy el primero ni el último. Un regalo maravilloso que nos dio la vida con Carol.

-¿Cómo conoció a Carol?
-Hace más de 20 años. Estábamos con Palestino en la pretemporada que se hizo en Pichilemu. El último día, Jorge Aravena nos dio permiso para dar una vuelta por la ciudad. Entonces en esos paseos por la playa vi a Carol. Claro que no me acerqué. César Díaz, el sempiterno, fue el que me hizo el gancho y desde entonces comenzamos una relación maravillosa. Nos casamos años después, el 6 de noviembre de 2004. Han sido dos décadas de mucho amor. También de mucha tolerancia.

-Dicen que estas cuarentenas son una prueba de fuego.
-¿Te han contado? Jajajá. Lo hemos disfrutado con toda la familia. A veces uno se queja de no estar en casa y disfrutando la familia. Ahora que vino todo esto de la pandemia lo hemos disfrutado. Y bueno... llegó Alonso.

-¿Qué tal el trabajo como representante? Por ahí los meten a todos al saco y se les critica sin saber.
-Lamentablemente, nos meten a todos al saco. Pero me va bien. Como te comentaba, tengo un grupo pequeño de jugadores, entre ellos a Carlos Espinosa, quien es un profesional a toda prueba. También al uruguayo Joaquín Pereyra, Jorge Romo. Y hasta diciembre trabajé con Sebastián Pérez. Lo mío es ayudar y guiar a los jugadores y sin un contrato. Toda relación se basa en la confianza y la gente me conoce. A mí me pasaron cosas buenas y malas con representantes, entonces trato de que ellos se sientan bien en todo sentido. A los chicos también los trato de ayudar y guiarlos.

-¿Pasó buenas y malas?
-Sí, claro. Por ahí tuve malas experiencias y no me gustaría que a ellos les pase lo mismo. Lástima que con la pandemia y el estallido social los más chicos no han podido jugar. Desde octubre de 2019 que los campeonatos de menores pararon y eso es complicado para ellos porque son generaciones que no han podido jugar. Es un gran trabajo Io que hay que hacer con ellos.

-En una época donde cuesta quitarles el móvil y evitar que estén en las redes sociales.
-Son otras épocas, pero es verdad. A mí me pusieron cuando joven un auto y convencieron a mis viejos. A los chicos hay que tratar de inculcarles otras cosas y no que estén preocupados del auto y de los tatuajes, como se lo escuché a Marcelo (Salas) en una entrevista. Para nosotros era muy importante debutar en el primer equipo. Pero para eso había que sacrificarse mucho.

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