17 microestaciones hidrometeorológicas actuaban como un sistema de alerta temprana de aluviones en la Quebrada de Ramón, en la Región Metropolitana. "Teníamos información en línea de lo que estaba ocurriendo en la quebrada. Teníamos información para hacer un pronóstico de una crecida, con varias horas de anticipación", recuerda Christian Oberli, doctor en ingeniería computacional y eléctrica de la Universidad de California y profesor del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Católica.
Los aparatos fueron desarrollados e instalados por el Laboratorio de Tecnologías Inalámbricas y el Departamento de Ingeniería Hidráulica y Ambiental, ambos de esa universidad; el Instituto Nacional de Hidráulica del Ministerio de Obras Públicas y el Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastre (Cigiden). Hoy son sólo un buen recuerdo.
"Este proyecto hace pocos meses terminamos de desmantelarlo, porque nadie quiso hacerse cargo, nadie estuvo dispuesto a cargar la antorcha de la problemática de la alerta temprana. Hablamos de instituciones públicas, la Dirección Meteorológica de Chile, la Dirección General de Aguas, Servicio Nacional de Geología y Minería, Ministerio del Interior, etcétera. Todos lo encontraron fantástico, nadie interesado estuvo pero en comprometerse con financiar la continuidad operacional. Una lástima, por decir lo menos", lamenta.
Reportes en red
El Cigiden publicó el documento "Sistemas de monitoreo y alerta temprana (SMAT), un elemento esencial en la gestión de desastres de origen hidrometeorológico", que explica la necesidad de mantener una red de este tipo. "Las crecidas y aluviones son eventos que ocurren en minutos u horas, razón por la cual el carácter puntual e instantáneo de las mediciones es fundamental, no sólo para la alerta y toma de decisiones durante el evento mismo, sino también para la construcción de modelos que busquen estimar con mayor precisión los caudales y zonas de inundación con objetivos de planificación", dice en una de sus páginas.Estos aparatos, con sofisticados sensores, estaban conectados entre ellos inalámbricamente e instalados a distintas alturas en la quebrada. Medían el nivel de caudales, temperatura, viento y humedad, entre otros parámetros. Estuvieron desplegados, en distintos grados de desarrollo, entre 2013 y 2020.
En una red de monitoreo de este tipo, cada estación se llama "nodo". El más lejano le transmite información al que tiene más cerca, que a su vez transmite esa información y la suya a otro y así sucesivamente hasta llegar a un "nodo acumulador" o receptor, que sube los datos a una nube, para que queden disponibles, en tiempo real o diferido, en un procesador remoto.
"Se alimentaban distintos modelos hidrológicos, meteorológicos, que generalmente generaban un pronóstico de caudal y una alerta", cuenta Oberli.
"Dada su distribución espacial, estas microestaciones permiten una estimación precisa de la elevación de la isoterma cero y su dinámica temporal, así como de la magnitud y comportamiento espacial de la precipitación", dice el documento del Cigiden.
"El Centro Sismológico Nacional está albergado dentro de la Universidad de Chile, porque necesita conocimiento experto-avanzado sobre sismología, para operar los sismógrafos e interpretar los datos que esos aparatos producen, pero finalmente el financiamiento viene del Estado y es cuantioso. Nosotros estamos planteando algo bastante menos costoso", asegura Oberli.
Para él, es necesario instalar estaciones en las quebradas que desembocan en centros urbanos y crear una institución que podría llamarse, por ejemplo, Centro Nacional de Alerta de Aluviones.