El comienzo. Una profesora chilena se hizo viral en la red
social de videos TikTok (más de 900.000 reproducciones
en dos días) luego de compartir una jugarreta con sus
alumnos durante una clase online.
En el video -disponible en lun.com- les dice a sus alumnos (la mayoría tenía la cámara apagada) lo siguiente: "Voy a hacer algunas preguntas con nota a todos los niños que tengan la cámara apagada". La mayoría de la clase enciende rápidamente sus cámaras (salvo tres). La profesora agrega: "A esos tres les haré la pregunta". Pasan segundos y luego agrega: "Chicos, era broma...".
El video, que se ha compartido en portales de España y México, ha puesto en discusión si es necesario que los estudiantes prendan su cámara y también qué pasa con ellos al exponer la privacidad de sus casas.
La historia. "Fue una humorada preparada", confiesa Patricia Leyton, de 47 años, profesora básica con especialización en Matemáticas, la protagonista del viral del momento.
Los niños son alumnos del Quinto Básico A, de la Escuela Monseñor Manuel Larraín, ubicada en Hualañé, Región del Maule. "Esto ocurrió el lunes, cuando volvimos de vacaciones de invierno. Ellos me pidieron que les hiciera un video, un TikTok, y yo les dije: 'Sí, estamos con tiempo, hagamos uno. Ahí les expliqué que hay uno que me gustaría hacer, que había visto. Lo hicimos todo pauteado", revela.
Lo importante. La humorada -dice- fue para instalar el tema de la privacidad. "Y abrió un debate sobre lo que está pasando... Siempre he tratado de estar al día en todo este tema de las redes sociales, porque a los niños les gusta eso; y en realidad si uno quiere conquistar a los estudiantes, tiene que hacerlo, primero con el corazón, y segundo por medio de las cosas que a ellos les gustan. Con mi curso hacemos TikTok regularmente desde el año pasado", cuenta.
Sobre su relación como docente con las cámaras apagadas, comenta: "No me pasa mucho con este curso (el 50 A), pero sí con otros más grandes, como séptimo, que les hago otra asignatura -Tecnología- y la mayoría está con las cámaras apagadas. Para el docente es un poco frustrante tratar de buscar elementos para conseguir que prendan su cámara".
La mirada. Andrés Mendiburo, sociólogo y académico del Núcleo de Investigación en Educación, luego de enterarse del viral, reflexiona: "Es impactante cómo hay algo enchufado en la sociedad, y en la gente que hacemos clases, que es que si no están mirando, si no los ves, no están aprendiendo. Eso deja de lado a un montón de personas que quizás son más introvertidas, entonces hay que tener eso en consideración, la idea de cómo se enseña y cómo se aprende", dice.
Mauro Basaure, doctor Filosofía, director del Doctorado en Teoría Crítica y Sociedad Actual de la UNAB, complementa: "Tener la cámara encendida genera ansiedad en muchos casos y distracción; es decir, problemas en el aprendizaje. Desde ese punto de vista es mejor que tengan la cámara apagada. Pero tenerla apagada es también un problema porque no se puede tener una interacción mediada por el lenguaje facial, que es muy importante en el proceso educativo. Es una situación de difícil salida, frente a la que sólo cabe ser flexible".
La privacidad . Mendiburo cuestiona: "¿Qué pasa con esos a quienes las condiciones en sus hogares no les facilitan prender la cámara? Ahí está el tema más duro, de hasta qué punto la clase online está remarcando diferencias a nivel de estructura social. Estudiantes que tienen buen acceso a una conexión en sus piezas, un computador privado, evidentemente no se van a ver afectados. Pero aquellos que no tienen esa oportunidad, que es la mayoría, están en desventaja".
Mendiburo retoma y agrega: "Hay muchas razones por la que podrían querer su cámara apagada. Una es mera comodidad, la más simple: en realidad están en pijama, muy cómodos en la cama o en su sofá; la situación la pueden controlar ellos y por eso no quieren. La segunda es que no quieran mostrar el lugar donde están, porque se avergüenzan, tal vez de la situación de vida que tienen, de la falta de tranquilidad que tienen, el miedo de que ocurra algo cuando están en clases, como que grite alguien. Es decir, esa situación de vulnerabilidad, de estar expuesto en la privacidad, la que puede mostrar más de lo que quieren".
Las bromas Karina Navarro, sicóloga infantil de Vidaintegra, dice que algunos profesores, sin saber estas individualidades, critican a los alumnos. "Los chicos, como en las salas de clases, a través de los chats, se burlan, se ríen, se tiran tallas. Entonces ha costado poner límites. Eso los lleva a distraerse y a una situación de cierto hostigamiento en algunos casos".
Lo nuevo. Navarro agrega que durante la pandemia se ha generado una insatisfacción en los estudiantes al estar en clases en línea tanto tiempo. "Eso ha provocado una desmotivación y además una perdida en la atención y concentración, en la perdida de hábitos y rutina frente al estudio".
Ignacio Tapia, profesor de Física en el Liceo 7 de Ñuñoa, se hizo conocido en redes sociales por realizar guías de ejercicios protagonizadas por personajes de animé. Dice: "En nuestra enseñanza hemos debido priorizar algunas habilidades y contenidos por sobre otros, lo que ha reducido enormemente los niveles de aprendizaje de nuestros estudiantes. Además, vivimos en una era digital donde los tiempos de concentración en una sola actividad, son cada vez más acotados. Pero, al mismo tiempo, esperamos que mantengan la concentración en una sesión de al menos 60 minutos".
En el video -disponible en lun.com- les dice a sus alumnos (la mayoría tenía la cámara apagada) lo siguiente: "Voy a hacer algunas preguntas con nota a todos los niños que tengan la cámara apagada". La mayoría de la clase enciende rápidamente sus cámaras (salvo tres). La profesora agrega: "A esos tres les haré la pregunta". Pasan segundos y luego agrega: "Chicos, era broma...".
El video, que se ha compartido en portales de España y México, ha puesto en discusión si es necesario que los estudiantes prendan su cámara y también qué pasa con ellos al exponer la privacidad de sus casas.
La historia. "Fue una humorada preparada", confiesa Patricia Leyton, de 47 años, profesora básica con especialización en Matemáticas, la protagonista del viral del momento.
Los niños son alumnos del Quinto Básico A, de la Escuela Monseñor Manuel Larraín, ubicada en Hualañé, Región del Maule. "Esto ocurrió el lunes, cuando volvimos de vacaciones de invierno. Ellos me pidieron que les hiciera un video, un TikTok, y yo les dije: 'Sí, estamos con tiempo, hagamos uno. Ahí les expliqué que hay uno que me gustaría hacer, que había visto. Lo hicimos todo pauteado", revela.
Lo importante. La humorada -dice- fue para instalar el tema de la privacidad. "Y abrió un debate sobre lo que está pasando... Siempre he tratado de estar al día en todo este tema de las redes sociales, porque a los niños les gusta eso; y en realidad si uno quiere conquistar a los estudiantes, tiene que hacerlo, primero con el corazón, y segundo por medio de las cosas que a ellos les gustan. Con mi curso hacemos TikTok regularmente desde el año pasado", cuenta.
Sobre su relación como docente con las cámaras apagadas, comenta: "No me pasa mucho con este curso (el 50 A), pero sí con otros más grandes, como séptimo, que les hago otra asignatura -Tecnología- y la mayoría está con las cámaras apagadas. Para el docente es un poco frustrante tratar de buscar elementos para conseguir que prendan su cámara".
La mirada. Andrés Mendiburo, sociólogo y académico del Núcleo de Investigación en Educación, luego de enterarse del viral, reflexiona: "Es impactante cómo hay algo enchufado en la sociedad, y en la gente que hacemos clases, que es que si no están mirando, si no los ves, no están aprendiendo. Eso deja de lado a un montón de personas que quizás son más introvertidas, entonces hay que tener eso en consideración, la idea de cómo se enseña y cómo se aprende", dice.
Mauro Basaure, doctor Filosofía, director del Doctorado en Teoría Crítica y Sociedad Actual de la UNAB, complementa: "Tener la cámara encendida genera ansiedad en muchos casos y distracción; es decir, problemas en el aprendizaje. Desde ese punto de vista es mejor que tengan la cámara apagada. Pero tenerla apagada es también un problema porque no se puede tener una interacción mediada por el lenguaje facial, que es muy importante en el proceso educativo. Es una situación de difícil salida, frente a la que sólo cabe ser flexible".
La privacidad . Mendiburo cuestiona: "¿Qué pasa con esos a quienes las condiciones en sus hogares no les facilitan prender la cámara? Ahí está el tema más duro, de hasta qué punto la clase online está remarcando diferencias a nivel de estructura social. Estudiantes que tienen buen acceso a una conexión en sus piezas, un computador privado, evidentemente no se van a ver afectados. Pero aquellos que no tienen esa oportunidad, que es la mayoría, están en desventaja".
Mendiburo retoma y agrega: "Hay muchas razones por la que podrían querer su cámara apagada. Una es mera comodidad, la más simple: en realidad están en pijama, muy cómodos en la cama o en su sofá; la situación la pueden controlar ellos y por eso no quieren. La segunda es que no quieran mostrar el lugar donde están, porque se avergüenzan, tal vez de la situación de vida que tienen, de la falta de tranquilidad que tienen, el miedo de que ocurra algo cuando están en clases, como que grite alguien. Es decir, esa situación de vulnerabilidad, de estar expuesto en la privacidad, la que puede mostrar más de lo que quieren".
Las bromas Karina Navarro, sicóloga infantil de Vidaintegra, dice que algunos profesores, sin saber estas individualidades, critican a los alumnos. "Los chicos, como en las salas de clases, a través de los chats, se burlan, se ríen, se tiran tallas. Entonces ha costado poner límites. Eso los lleva a distraerse y a una situación de cierto hostigamiento en algunos casos".
Lo nuevo. Navarro agrega que durante la pandemia se ha generado una insatisfacción en los estudiantes al estar en clases en línea tanto tiempo. "Eso ha provocado una desmotivación y además una perdida en la atención y concentración, en la perdida de hábitos y rutina frente al estudio".
Ignacio Tapia, profesor de Física en el Liceo 7 de Ñuñoa, se hizo conocido en redes sociales por realizar guías de ejercicios protagonizadas por personajes de animé. Dice: "En nuestra enseñanza hemos debido priorizar algunas habilidades y contenidos por sobre otros, lo que ha reducido enormemente los niveles de aprendizaje de nuestros estudiantes. Además, vivimos en una era digital donde los tiempos de concentración en una sola actividad, son cada vez más acotados. Pero, al mismo tiempo, esperamos que mantengan la concentración en una sesión de al menos 60 minutos".