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Mamá de Tomás Bravo

"El momento más feliz de mi vida fue cuando nació mi hijo. Es algo que no se compara con nada. Cuando salió, su carita se iluminó con la luz de la sala de parto. Me acuerdo de sus gestos y cuando lo tomé en mis brazos por primera vez".

A ese recuerdo se aferra a diario Estefanía Gutiérrez (26), madre de Tomás Bravo, el niño de tres años hallado sin vida en Caripilún, en Arauco, Región del Biobío, el 26 de febrero, luego de estar desaparecido por nueve días.

La madre de Tomás dice que ese recuerdo es una de las cosas que la ayuda a lidiar con la incertidumbre sobre la desaparición y muerte de su hijo.

La Fiscalía Regional del Biobío emitió el miércoles pasado un comunicado en que aseguró que hubo participación de terceros en la muerte de Tomás. A seis meses de la indagatoria, esa es la única certeza que hay.

-¿Estefanía, qué ha sido lo más complejo durante estos seis meses?

-La incertidumbre: no saber nada, no saber quién le hizo a eso a mi hijo o cuánto sufrió él en sus últimos momentos. Hay días que no duermo ni como, y solo pienso en eso. También el hecho de no poder vivir el duelo; cuando sepa la verdad y se haga justicia recién voy a empezar mi duelo y llorar a mi hijo.

-¿Cómo sigue la vida después de un dolor así?
-Es difícil explicar lo que han sido estos seis meses para mí. Ha sido desgarrador, un sufrimiento que no se compara con ningún dolor. Ahora pienso que me puede pasar cualquier cosa en la vida, pero nada me va a doler más que esto.

-¿En quiénes se ha apoyado para seguir adelante?
- Mi familia ha sido lo más importante, mi madre. También mi sicóloga y el equipo de mi abogado Pedro Díaz han sido fundamentales. Un puntal importantísimo también ha sido el grupo de apoyo de padres.

-Cuénteme de ese grupo.
-Es un grupo de 20 padres que la mayoría ha perdido a sus hijos en manos de terceras personas. Este grupo de WhatsApp lo formó Camila Almonacid, madre de Tamara Moya. A nosotras nos unió este dolor y le tengo un cariño enorme. También está Raúl Moya (padre de Tamara) y Scarlett Ahumada (madre de Itan), entre otros padres.

-Se acompañan en el dolor.
Nos hemos podido abrazar en nuestro dolor y levantarnos si uno decae. Ha sido una red de apoyo importante. Algunos me preguntan cómo he sido tan fuerte, me piden consejos. Yo les digo que hay que seguir luchando y buscando la justicia, porque nuestros hijos y todos los niños lo merecen.

-Y comparten sus experiencias.
-Sí, porque a pesar de que las circunstancias han sido diferentes, es el mismo sufrimiento. Perder a un hijo es morirse en vida. Lo conversamos con los padres del grupo. Yo antes que pasara esto como mamá pensaba me muero si algo le pasa a mi hijo, pero realmente la vida te obliga a levantarte y seguir adelante, porque estás comprometido con tu hijo para hacer justicia.

-¿Qué cosas le dan alegría hoy en día?
Me gusta pasear por los lugares que frecuentaba con Tomás. Su preferido era la playa de Quidico, le encantaba ir para allá. Entonces cuando voy me siento más cerca de él, y saco toda la mala energía, porque puedo irme a otro mundo, a otro tiempo, cuando estaba con él. También voy a su memorial, le prendo velitas y le converso.

-¿Qué otras cosas lo conectan con él?
-Veo muchos videos y fotos; hay gente que no le gusta hacerlo por el dolor, pero a mí me gusta verlo y recordar lo que éramos antes. También le escribo cartas. Tengo un cuaderno donde le cuento todo lo que siento y lo que me pasa. El cuaderno se llama "Cartas a mi Titito". Ese era su apodo, por chiquitito. Además, siempre ando con su polerón, el que más usaba. La última vez que lo usó no lo lave, por casualidad, y así lo dejé porque todavía tiene su aroma. Lo llevo a todas partes, duermo con él, lo abrazo.

-¿Cómo la ha cambiado la pérdida de su hijo?
-No soy nada de lo que era antes. Soy otra Estefanía. Antes era inmadura, siempre andaba jugando y riéndome, me gustaba hacer cosas de niñas, por ejemplo subir videos a TikTok. Eso quedó atrás. Ahora me convertí en una mujer que perdió a su hijo. Antes era mucho más débil, ahora no sé de dónde saco tanta fuerza, pero siento esa obligación de hacer justicia por mi hijo, por su dignidad, por su dolor. Porque le quitaron su vida.

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