Mucho de lo que recuerda Saúl Millalaf, de 52 años, parecen no ser propiamente recuerdos, sino imágenes, sensaciones, ideas. A veces conclusiones. Sobre todo cuando intenta recrear los primeros meses, cuando estaba conectado a un montón de máquinas, lleno de tubos, y atrapado en una cama UCI del Hospital Las Higueras de Talcahuano.
"Recuerdo que a mediados de marzo me hice un PCR en el consultorio de Hualpén y que salió positivo", cuenta. "Recuerdo que después me empecé a sentir mal, que me dolían las articulaciones y que apenas podía caminar. Llamaron a una ambulancia y partí al hospital. Eso es todo lo que recuerdo de lo que ocurrió al principio".
"El primer recuerdo claro de lo que vino después fue cuando vi a un doctor que me dijo que hacía tres meses que estaba internado, que estuve dos meses y medio intubado, que no podía hablar porque me habían hecho una traqueotomía, y que tampoco podía comer por la boca, pero que iba a empezar mi recuperación. Tampoco me podía mover. Trataba de mover las piernas y no podía. Pensé que me iba a quedar paralítico toda la vida y me empecé a desesperar".
"Después del tercer mes empecé a tener progresos. Pude mover un brazo y me pude comunicar con las enfermeras escribiendo en un papel. Hice kinesiología y ya en el último mes me pude poner de pie. Me cerraron la traqueotomía y también pude hablar y comer por la boca, aunque solo papillas. Y comencé a subir un poco de peso. Llegué pesando 80 kilos al hospital y en un momento pesé 50".
"Por suerte ahora estoy en la casa (fue dado de alta el martes), pero no estoy bien todavía. Quedé con problemas en el riñón y me tengo que dializar dos veces a la semana, quizás tres. Pero estoy mucho mejor".
Los recuerdos de Claudia Quiroz, pareja de Millalaf, en cambio, son sumamente nítidos. Se diría que insoportablemente nítidos a veces, porque, como dice, "para mí esto ha sido una pesadilla".
"A Saúl se lo llevaron al hospital porque estaba saturando muy rápido, estaba muy agitado. Durante dos días lo tuvieron con oxígeno de alto flujo para ver si respondía, pero no hubo caso. Lo intubaron el 22 de marzo", cuenta.
"El gran problema que hubo, es que Saúl se sacaba el tubo de la respiración solo. Para sacarle la intubación, le iban quitando la sedación de a poco, pero Saúl se despertaba de golpe y, desorientado como estaba, se sacaba todo. Entonces su estado empeoraba de nuevo y debían intubarlo partiendo de cero. Cinco veces hizo lo mismo, hasta que finalmente tuvieron que amarrarlo. Pasó mucho tiempo amarrado".
"De tantas veces que se extubó solo, le entró una bacteria intrahospitalaria, lo que significó un nuevo retroceso. Al mes de estar intubado me llama un doctor que me dice que tengo que ir al hospital a despedirme de Saúl, porque estaba muy grave. Pero yo no fui a despedirme, fui a decirle que debía levantarse de la cama, que había mucha gente que lo necesitaba, que debía recuperarse".
"A los dos meses me llaman de nuevo del hospital. Me dicen que a Saúl había que hacerle una traqueotomía porque no tenía posibilidades de respirar por sí solo si lo extubaban. Tuve que firmar un consentimiento para autorizarlo. Firmé. Después de la traqueotomía comenzó a recuperarse al fin. Pasados tres meses, lo llevaron a la sala de recuperación donde empezó su proceso de recuperación".
"Estuve todos los días con él. Todos los días le dije que debía salir adelante y lo hizo, sacando una fuerza de voluntad que no se la conocía. Para mí fue un infierno. Llamaban por teléfono y podía ser cualquier cosa: que mejoró un poco, que empeoró, que se sacó la intubación, que le bajó la temperatura... Al final yo ya no quería ni responder. Pero aquí está al lado mío, maltrecho y todo, pero vivo. Vamos a ver cómo lo hacemos para seguir adelante".
Saúl Millalaf estuvo cinco meses internado, lo que lo convierte en el paciente Covid que más tiempo ha permanecido en el Hospital Las Higueras. De ese tiempo, tres meses estuvo en la UCI, muy por sobre el promedio de estadía UCI a nivel nacional y que según el Minsal es de 1 5,9 días.