Felipe Milla, eléctrico de 27 años y habitante de Chillán, Región de Ñuble, cuenta que hace dos semanas iba caminando despreocupado por el centro de esa ciudad con algunas bolsas de compras. Cuando iba pasando por calle 18 de Septiembre, dice, se cayó bien feo, justo afuera del cuartel de Bomberos.
"Me caí hacia atrás y me golpeé en el trasero. Pude amortiguar un poco la caída con las manos. La molestia me duró un par de días. Están peligrosas esas veredas, yo me llevé un susto de aquellos", advierte el joven.
Así como Milla, otros seis vecinos han sufrido caídas en las mismas veredas, en un área que incluye las calles Carrera, 18 de Septiembre, Prat, Sargento Aldea y avenida Libertad. Justo en esa zona el municipio de Chillán está ejecutando un proyecto de recambio de aceras en el centro.
Los siete afectados hicieron un reclamo a la municipalidad, que optó por suspender las obras hasta encontrar una solución técnica al pavimento resbaladizo.
El alcalde Camilo Benavente comenta que la obra de recambio de aceras, que se inició hace tres meses, ya estaba en ejecución al asumir la actual administración.
Agrega que el proyecto cuenta con informes técnicos del Serviu que respaldan que esas veredas cumplen con la normativa vigente.
"Sin embargo, ante la inquietud de la comunidad, y a pesar de que esos estudios avalan la textura de las veredas, estamos haciendo pruebas de campo para mejorarlas. Por lo tanto, hemos paralizado el hormigonado para hacer el análisis de lisura y un ensayo de pinturas y aditivos antideslizantes", explica.
Benavente cuenta que los propios funcionarios municipales comprobaron in situ el riesgo que tienen esas veredas. "Hicimos un experimento. Algunos de ellos se pusieron tacos, otros suela o goma para caminar. Efectivamente constataron lo resbalosa que está la calle".
Tras los análisis de campo, dice el jefe edilicio, el municipio debe decidir entre dos opciones: continuar construyendo las veredas lisas tal cual están y al final agregarles pintura y aditivos antideslizantes, o utilizar un instrumento llamado helicóptero, que tiene una hélice que va agregando piedrecillas para volver más rugoso el pavimento.
La iniciativa de recambio de aceras contempla una superficie de intervención de 27.212 metros cuadrados en pleno centro de Chillán. Fue financiada con fondos regionales por aproximadamente S 4 mil millones.
El coeficiente de fricción
¿Cuál es la rugosidad mínima que debe tener una vereda para evitar que la gente se caiga? Álvaro González, gerente de la unidad de ingeniería vial del Departamento de Ingeniería y Gestión de la Construcción de la Universidad Católica (Dictuc), explica que más que rugosidad, el concepto clave es el coeficiente de fricción o roce."En términos simples podríamos definirlo como la dificultad que existe entre dos superficies para deslizar una respecto a la otra. En este caso sería la superficie de los zapatos de los peatones con la superficie donde están caminando, o sea la vereda", explica.
González dice que, según la normativa internacional, para que un pavimento sea resistente al deslizamiento debe tener un coeficiente de fricción entre 0,4 y 0,5.
¿Cómo se mide eso? "Existen instrumentos relativamente simples que miden el coeficiente de fricción. El más usado es un péndulo que básicamente deja caer una masa sobre la superficie; esta se lanza con cierta velocidad y se mide cuánta energía pierde esa masa. Así se puede estimar el valor del coeficiente de fricción", enseña el ingeniero.
La normativa
Manuel González, coordinador de la Línea de Inversión de Movilidad Sustentable del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu), dice que la vereda se define como la parte pavimentada de la acera.Explica que la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones define las condiciones que debe cumplir una vereda: "debe ser una superficie plana, homogénea (que no tenga elementos sueltos que se desprendan), lisa y antideslizante en seco y en mojado".
Sin embargo, aclara que en el país no existe una normativa para medir la resistencia al deslizamiento del pavimento o una vereda.
"Al no existir esa norma, no hay tampoco un ensayo de laboratorio que te permita definir si una vereda es antideslizante. Si bien la ordenanza dice que tiene que ser antideslizante en seco y en mojado, no hay una medición que pueda determinar si cumple o no. Queda al criterio de la construcción tradicional".