Patricia López y su marido, el músico esloveno Izidor Leitinger, llevan cuatro meses sin verse. "La distancia se me ha hecho muy, pero muy difícil", admite la recordada actriz de producciones como "Aquelarre" (1999) y "El señor de la Querencia" (2008).
A finales de marzo, Leitinger viajó a un intensivo de meditación a México y cuando ya estaba apunto de volver a Chile cerraron las fronteras.
"Luego él recibió la noticia de que su mamá requería cuidados y él como hijo decidió apoyarla, es decir, actualmente está en Eslovenia", añade la participante (del equipo verde dirigido por el italiano Ennio Carota) de "El discípulo del chef" (Chilevisión).
-Cuénteme de este tiempo.
-A pesar de estar separados por tanto rato, el amor sigue ahí. Nuestro amor es más fuerte que la distancia. Al principio, sufrí mucho: viví con dolor la distancia. Además, estaba pasando por un momento de mucha intensidad con la campaña (fue candidata a constituyente), pero poco a poco ese dolor comenzó a calmarse.
-¿Qué cambió?
-Se transformó en un extrañarlo, en añorar estar con él. Se echa de menos el calor, un abrazo, el contacto físico. Llega un momento donde Zoom, o la pantalla que sea, no transmite esa energía, ese calor. He aprendido que el tacto es muy importante para transmitirse amor. El cuerpo necesita cobijo. Yo, por momentos, me he sentido desolada, muy triste.
-¿Qué la anima?
-Sé que él está haciendo algo tan noble y que esa conexión con la madre es tan potente en la vida de alguien que eso me consuela mucho. Hay que rendirse nomás a lo que cada uno está haciendo.
Desde que la pareja se conoció el 2016, es primera vez que pasan tanto tiempo separados. "Antes él estaba en París y yo acá, pero íbamos y veníamos siempre. Para mí esta separación ha sido un desgarro. Los primeros días me dolía el corazón, el pecho. Yo soy demasiado querendona", resume la actriz.
-¿Cuál ha sido el aprendizaje?
-Soltar al otro. Entender que si la otra persona está lejos físicamente, no significa que esté lejos emocionalmente. También sobre la autocontención, es decir, que yo me puedo abrazar a mí misma, que yo puedo contenerme a mí misma. No puedo necesitarlo para poder vivir porque en algún momento él también puede no estar. La Paty romántica, que se entrega por completo, también maduró.
-¿La ayuda cocinar?
-Sí, ha sido un bálsamo para mí, un tremendo consuelo. Cocinar me ha mantenido despierta y entusiasmada. Igual siempre con el corazón dividido porque extraño mucho estar allá (en Eslovenia). Me siento muy orgullosa de mi esposo, de todo lo que está entregando.
-A pesar de estar separados por tanto rato, el amor sigue ahí. Nuestro amor es más fuerte que la distancia. Al principio, sufrí mucho: viví con dolor la distancia. Además, estaba pasando por un momento de mucha intensidad con la campaña (fue candidata a constituyente), pero poco a poco ese dolor comenzó a calmarse.
-¿Qué cambió?
-Se transformó en un extrañarlo, en añorar estar con él. Se echa de menos el calor, un abrazo, el contacto físico. Llega un momento donde Zoom, o la pantalla que sea, no transmite esa energía, ese calor. He aprendido que el tacto es muy importante para transmitirse amor. El cuerpo necesita cobijo. Yo, por momentos, me he sentido desolada, muy triste.
-¿Qué la anima?
-Sé que él está haciendo algo tan noble y que esa conexión con la madre es tan potente en la vida de alguien que eso me consuela mucho. Hay que rendirse nomás a lo que cada uno está haciendo.
Desde que la pareja se conoció el 2016, es primera vez que pasan tanto tiempo separados. "Antes él estaba en París y yo acá, pero íbamos y veníamos siempre. Para mí esta separación ha sido un desgarro. Los primeros días me dolía el corazón, el pecho. Yo soy demasiado querendona", resume la actriz.
-¿Cuál ha sido el aprendizaje?
-Soltar al otro. Entender que si la otra persona está lejos físicamente, no significa que esté lejos emocionalmente. También sobre la autocontención, es decir, que yo me puedo abrazar a mí misma, que yo puedo contenerme a mí misma. No puedo necesitarlo para poder vivir porque en algún momento él también puede no estar. La Paty romántica, que se entrega por completo, también maduró.
-¿La ayuda cocinar?
-Sí, ha sido un bálsamo para mí, un tremendo consuelo. Cocinar me ha mantenido despierta y entusiasmada. Igual siempre con el corazón dividido porque extraño mucho estar allá (en Eslovenia). Me siento muy orgullosa de mi esposo, de todo lo que está entregando.