Héctor Rabanal (29) es propietario del restaurante "Tranque viejo", ubicado en la orilla de la carretera en la Ruta 5 Sur, a la altura de Chillán, y cuenta que, en tiempos normales, trabajan con él 18 personas, entre garzones, cocineros y administrativos. "Pero en temporada alta suben a 35", detalla.
El problema fue que, cuando pudo reabrir su negocio luego de las cuarentenas, el personal tuvo inconvenientes para movilizarse. "Bajó el flujo de la locomoción colectiva y simplemente no pasaban buses. En mi caso, o llegaba muy temprano o muy tarde, y a veces simplemente me quedé esperando en el paradero sin poder llegar al trabajo", relata Paula Villagra, garzona del local, quien vive en Ñiapas, una localidad distante a 30 kilómetros de la carretera.
Rabanal tiene un furgón de pasajeros Hyundai H-l, pero no era eficiente para el traslado de su pesonal porque "tiene capacidad para 10 personas y todos van sentados muy juntos. No existía la distancia social y eso aumentaba el riesgo de contagio. Además había que hacer dos viajes para transportarlos a todos, lo que implicaba dedicarle mucho tiempo a los traslados", relata.
Cómo lo subastó
El empresario gastronómico se enfrentó a "dos problemas por resolver: trasladar a mi personal y protegerlos del contagio", dice. En eso estaba cuando le llegó el dato de un remate de buses que habían sido dados de baja por Transantiago en la Región Metropolitana."Era una subasta de la empresa Express. Tenían 15 buses, pero de ellos solo cinco estaban en buenas condiciones estéticas. A las demás les faltaban las puertas, los asientos o el parabrisas", comenta.
Al final, se quedó con el vehículo que tenía la mejor apariencia y se asesoró con un mecánico para comprobar que también estuviera en las mejores condiciones mecánicas.
"Nos impresionó por su tecnología: frenos de discos, sistema de frenos ABS y suspensión neumática, que suaviza la marcha", detalla.
"Es una micro del año 2005, un bus no articulado que comenzó operaciones junto al servicio de Transantiago en la empresa Subus y luego fue comprada por Express. Siempre realizó recorridos troncales y el último fue el número 401 (que pasa por las comunas de Maipú y Las Condes)", detalla el empresario chillanejo.
Costos más bajos
Rabanal pagó $7.500.000 por el bus, un valor "mucho más barato que si me hubiera comprado otra van, que cuestan $16.000.000 usadas", asegura.Además gasta menos plata en las mantenciones. "Los furgones de pasajeros requieren una cada 10.000 km y eso significa cinco al año; cada una cuesta cerca de $350.000. El bus, en cambio, requiere una cada 20.000 kms, o sea la mitad, y sale 250.000 cada una", afirma.
Lo que sí reconoce es que ahora gasta más dinero en combustible. "Una van rinde 12 km/lt y la micro apenas 4 km/lt. Llenar el estanque me cuesta SI 70.000 y con eso circulo 400 kilómetros, pero como la micro tiene capacidad para 38 pasajeros, en un solo viaje los traslado a todos", añade.
Su recorrido pasa por las casas de todos sus trabajadores, los que viven en Chillán y Ñiapas. "Nos va a buscar y en la tarde nos va a dejar", detalla Paula.
Ignacio Jara, docente de la especialidad Maquinaria y Vehículos Pesados, de DuocUC (sede San Joaquín), confirma que el bus es una mejor inversión para trasladar un volumen alto de pasajeros.
"Los materiales de un bus, por su tamaño y cantidad de carga, son más grandes y de mejor calidad. Son hechos de mejores aleaciones de acero y aluminio, más resistentes y gruesos, y eso hace que la carrocería y las piezas de motor sean más durables y que requieran de menos reparaciones", asegura.
Además, dice que si el empresario se quedaba con su vehículo anterior, hacer dobles recorridos hubiera implicado "un mayor kilometraje y un desgaste acelerado de las piezas mecánicas, de los neumáticos, el aceite y los filtros".
Los planes de Rabanal para su micro son devolverle el color verde original. Cuenta que su paso se ha transformado en toda una curiosidad en las calles de Chillán. "La gente nos mira con curiosidad y simpatía", afirma.