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Chilenos hablan el español más difícil de clasificar del continente

"Los conflictos de clase, generacionales y políticos, el aislamiento geográfico, el activismo feminista y LGBTI, y hasta la música urbana, cambian la lengua del país andino a una velocidad nunca antes vista".

Así comienza el artículo "El español de Chile: la gran olla a presión del idioma", del diario "El Mundo" de España, que plantea que la sociedad chilena ha desarrollado nuevas formas de expresarse que se modifica a diario y colectivamente. Nuestra forma de hablar sería "la más difícil de clasificar" del continente, dice el artículo, pero también "la más reconocible por su melodía, sus modismos y por lo que tiene de disruptivo".

En este último punto se detiene el doctor en lingüística Ricardo Martínez, profesor de las universidades de Chile y Diego Portales.

"Aunque es muy difícil medir con datos objetivos, lo disruptor de nuestro español es algo muy fácil de percibir para un extranjero, sobre todo por la velocidad con que cambiamos el léxico, la morfología y la fonética del lenguaje oral y escrito, así como también la forma en que los códigos sociolingüísticos caen y son remplazados por nuevas claves", indica.

Según Martínez, el ejemplo más potente de estos cambios es la revolución de la letra "e", que se popularizó en todo el mundo con motivo de las protestas feministas de 2019 y que se ha mantenido en uso en parte de Latinoamérica. La explicación, dice Matínez, estaría en que buena parte de la población joven ya hizo suya la idea de que el lenguaje construye realidad, por lo que está más dispuesta a alejarse de los conceptos binarios.

Fernando Lolas, miembro de la Academia Chilena de la Lengua desde 1991 y académico correspondiente de la Real Academia Española desde 1992, cree que hay que ser pacientes y esperar antes de hablar de cambios definitivos.

"Hay modas que muchas veces se pierden el tiempo, sobre todo cuando terminan por entorpecer o ralentizar el proceso de comunicación", sostiene.

Pone como ejemplo el saludo a "todas, todos y todes". Lolas estima que por integrar a más interlocutores, eclipsa el mensaje.

"Para evitar tantas repeticiones, sobre todo si el discurso es largo, creo que es mejor hablarle a la estimada audiencia y pasar a lo que nos convoque lo más expeditamente posible", confiesa.

Otra de las cosas que llama la atención de los extranjeros es la gran cantidad anglicismos que se usan en Chile. Martín Flores, magíster en Lingüística de la Universidad de Chile e investigador de la Universidad Central, asegura que "desde el siglo XIX los chilenos hemos aceptado e integrado a nuestro léxico palabras de otros idiomas, primero a través del comercio que se desarrollaba en nuestros puertos y ahora en la era digital, gracias a la música urbana y los videojuegos, que incentivan a los nativos digitales a relacionarse con personas de todo el mundo".

En este constante cambio, el lenguaje coloquial también juega un rol importante, que queda claro cuando el lenguaje callejero es aceptado y reconocido por las elites y las producciones culturales, como el cine y la televisión.

"Lo mismo pasa con ciertos sonidos que van en retirada, como los que dicen tchilenos para asociarse a un grupo determinado, versus los que dicen shilenos , que hoy son la mayoría", añade.

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