La denominada Población William Noon está en el epicentro de la comuna de Providencia, en la esquina de las calles Eliodoro Yáñez y Manuel Montt. Es un conjunto de 48 casas -pareadas, y unas en el primero piso y otras en el segundo piso- diseñadas por el arquitecto Ricardo Larraín Bravo allá por los años 20.
El conjunto fue de los curas dominicos. Todo iba tranquilo, hasta que en los años 90 los curas quisieron venderle el terreno a una inmobiliaria. Las casas estaban muy deterioradas. El negocio parecía redondo para curas y la inmobiliaria. Fue entonces cuando "las viejitas" -algunas de las cuales nacieron, literalmente, allí- se opusieron.
Gerardo Maldonado, presidente del comité de administración del William Noon, cuenta: "Se armó la guerra. Por un lado, estaban las viejitas luchadoras, que sacaban a Jesucristo a la calle todos los años. Ellas mismas lo cargaban. Y por el otro lado estaban los curas y la inmobiliaria".
En el aprieto, esas mujeres se fueron contra los dominicos, nunca más pagaron arriendo y detuvieron la venta. La batalla la libraron ante el Consejo de Monumentos Nacionales, logrando que se declarara el conjunto como zona típica. Los dominicos entonces vendieron las casas a un bajo precio y algunas señoras compraron. Las casas, muy bien ubicadas, subieron mucho su valor.
Olga Santibáñez es una de ellas y sólo acepta que le digan señorita. Su casa está en un primer piso y poco ha cambiado en 80 años. "Yo tengo 79 años, nací en esta casa. No vivo sola. La casa es mía, pero la comparto con personas antiguas. Por ejemplo, ahora se tuvo que ir un caballero que estuvo conmigo como quince años. Se cambió porque se chaló. Ahora tengo dos personas que comparten conmigo gastos. Es como si tú tuvieras un amigo que se tiene que ir de donde está viviendo, entonces tú lo invitas y le dices, vente a vivir acá, compartamos casa y gastos".
"Esto eran puros potreros. Casi pasaba uno o dos autos por milagro divino en Manuel Montt", recuerda. Ignacio Velasco vive hace 20 años en el conjunto habitacional. Tiene una casa con seis piezas. Vive con su familia y convirtieron el lugar en un hotel. La tiene bien mantenida y decorada. Por una habitación para una pareja cobra aproximadamente 40 mil pesos. "El estallido y la pandemia nos han golpeado fuerte", reconoce.
Terreno de disputas
La William Noon —nombre de un antigüo pirata- es una copropiedad, entonces cada modificación del lugar debe contar con la autorización del Comité de la Administración -que preside Maldonado-, de la municipalidad y del Consejo de Monumentos Nacionales. Uno de esos cambios fue pintar todas las casas: un verdadero atractivo turístico.Maldonado remodeló su casa entera por dentro y quedó muy bonita. Pero al principio lo odiaban. Hubo una guerra a muerte con algunos antiguos, cuenta: "Te vai a morir por lo maldita que eres", le dijo a una señora un día. Y a los 15 días la señora se murió: "Pero ya nos reconciliamos con el marido".
En William Noon hay hoy hoteles, lavaseco, una escuela de flamenco y una farmacia. Antes de ésta allí estaba La picada del Guatón, un clásico, que dejaba pasada a fritanga las casas. Maldonado inició acciones legales y logró sacarlo, después de un año, plazo que pidió el empresario.
Hoy hay pugnas dentro de la comunidad. Una señora que hizo una ampliación sin permiso, demandó a la comunidad, y ésta la contrademandó. Hay problemas con algunas cañerías. "El señor de arriba me tiene inundado mi baño, no quiere arreglar las cañerías. El comité de administración vio este problema y el señor se comprometió a solucionarlo, pero nunca hizo nada. No sé qué hacer. Ahora estoy con un abogado de la municipalidad, pero de repente desapareció el abogado", cuenta Olga Santibáñez.
Con Gerardo Maldonado, sin embargo, las cosas se han movido en la William Noon: "Yo fui el hombre más odiado de aquí. Ahora soy el más querido. Pero me demoré 12 años en lograrlo".