La pequeña isla de San Martín está en el mar Caribe, al este de Puerto Rico y es muy conocida por un aspecto casi anecdótico: el aeropuerto internacional de ella, llamado Princess Juliana, que está ubicado en el sector holandés (la otra mitad es francesa), fue construido pegado a la playa Maho, por Io que cuando los aviones vienen llegando pasan, literalmente, a pocos metros de las cabezas de los veraneantes y cuando van a despegar, el flujo de viento que generan las turbinas vuela todas las toallas y a algunas personas que desafían el poder de los aviones pegándose a la reja del recinto. Gisela Molinero anda por estos días en un crucero de 12 días por el Caribe junto a su pareja, Patricio Galaz, su mamá y tres amigas y una de las paradas era en San Martín. ¿Adivine qué fue Io primero que hizo cuando llegó ahí?
"Conocíamos esa playa porque es famosa. Siempre la veía en imágenes y queríamos ir porque era uno de los destinos del crucero y nunca habíamos ido, así que nos fuimos de una a esa playa", relata Gisela en una pausa de su descanso.
-¿Y qué tal la experiencia?
-Fue maravilloso, jajajá. Lo más emocionante era cuando los aviones despegaban. Yo pensaba "si me caigo, me caigo en la arena o me voy al agua" y las turbinas me tiraron al suelo. Eso Io sentí impactante, fue readrenalínico, porque no sabes que es tanta potencia.
En uno de esos despegues, Gisela grabó un video con su celular, pero quedó tan movido que subió a su cuenta de Instagram (@giselamolinero) uno que le hizo Pato Galaz. "Caí de rodillas porque si no hacía eso me tiraba, me caí antes de que me botara, fue muy chistoso. Es que están muy cerca, como a 30 metros", agrega Molinero. En rigor, desde la reja al inicio de la pista hay 53 metros.
-¿Pato aguantó más el viento?
-Aguantó, pero en el video se ve que se mueve también, luchaba contra el viento, viste, porque tiene mucha potencia. Ahí mucha gente arrancó y quedamos poquitos, los valientes, es que eso era sólo para valientes.
-Los valientes o los loco...
-O los locos, claro, jajajá, yo decía en el video "sobrevivimos", porque todos estábamos en las mismas. Mi mamá, que está recién operada de la cadera, no pudo estar ahí, no podía, estaba como a 100 metros, lo vio de lejos. La que sale al lado mío en el video es una amiga y ella se asustó toda, no sabía qué hacer. Yo me empecé a reír pero mi amiga lo pasó mal, se asustó mucho. Dijo "nunca más". Yo Io hago de nuevo 20 veces. Era como un parque de diversiones.
-¿No tuvo problemas con el bikini?
-No, estaba probado, bien ajustado y chequeado, bien firme para que no pasara nada bochornoso. -¿Y cómo era cuando aterrizaban los aviones? -Muy emocionante por el ruido, nunca sentí un avión tan cerquita. Las ruedas pasan casi por tu cabeza, no sé cuántos metros habrá, es difícil captar el momento porque pasa muy rápido y aparte te asustás . Al principio nos asustamos, pero después dijimos "no nos pasó por la cabeza" y nos relajamos, pero al principio eran gritos, nos agachábamos, es bien intenso y muy divertido también.
Osvaldo Bahamondes, jefe de capacitación, extensión y pregrado de la Academia de Ciencias Aeronáuticas de la Universidad Técnica Federico Santa María, destaca que "los aviones comerciales tienen un ángulo predeterminado (de aterrizaje) y tocan la pista en la mitad o en el final del primer tercio de ella". Por Io mismo, agrega que "cuando pasan por la playa deben estar como a unos 10 metros de altura", destaca.
En relación a la velocidad que tiene el flujo de aire que sale de las turbinas a la hora del despegue, y que botó a Gisela, Bahamondes revela que "es de 750 a 1.250 pies por segundo, es decir, un máximo de 381 metros por segundo (entre 822 y 1.371 kilómetros por hora). Es muy fuerte y el riesgo que se corre al ponerse ahí es bastante grande, porque el flujo sale casi horizontal. Uno puede salir disparado y golpearse con algo".
-¿Alguna vez le ha pasado algo como a Gisela?
-Sí, una vez que fui a tomar una foto cuando vino el avión U-2. Yo estaba fuera de la pista hacia un lado y cuando pasó, el flujo me botó.