En el último clásico universitario, Aníbal Ortiz apareció como un invitado estrella en la cancha. El portero de la Sub 12 de la U lució un parche negro que llamó la atención y esta semana se confirmó un duro diagnóstico: perdió la visión de su ojo izquierdo, según la opinión de tres oftalmólogos, como consecuencia del accidente automovilístico que sufrió el 31 de julio con su familia, cuando volvían del Superclásico en Talca.
En el choque el joven deportista recibió un golpe en el lóbulo frontal del cerebro que lo dejó con múltiples fracturas en su cara. Carlos Ortiz, su padre, dice que no pierden la fe de revertir el diagnóstico y esperan reunir la apreciación de al menos cinco especialistas.
Lejos de achacarse, Aníbal eligió el lado positivo. "A pesar de las malas noticias que ha escuchado, mi hijo está de muy buen ánimo. Anibal me dice: papá, aunque tenga solo un ojo, voy a seguir jugando igual. Y eso a mí me da tranquilidad. El dice que si no ve, va a seguir con el fútbol y que es probable que la U no lo va a querer, pero que puede seguir jugando como hobby. Nos tiene sorprendidos a nosotros por cómo ha tomado toda esta situación. Él quiere seguir haciendo las mismas cosas que le gustan", cuenta su padre.
Ortiz agrega que el primer diagnóstico sobre la pérdida de visión de Aníbal lo recibieron en el hospital Carlos van Buren de Valparaíso, después de una resonancia, y han corroborado el pronóstico con otros dos especialistas de la capital. "Hoy en la clínica nos explicaron que, aunque científicamente no es posible revertir esta situación, han habido casos en que el nervio vuelve a funcionar de la nada", detalla.
Tras la cita médica el padre revisa entre sus apuntes y lee el diagnóstico: sección traumática del nervio óptico. "Nos explicaron que Aníbal, seguramente, se apretó el nervio óptico con alguna de estas fracturas que sufrió en su cara, producto del golpe del accidente que fue en su lado derecho, en diagonal hacia el izquierdo. Eso podría haber presionado el nervio óptico por unos segundos o por un minuto, no se sabe, y eso hizo que no funcione", dice Carlos Ortiz.
Luis Contreras, neurocirujano del Hospital Clínico Universidad de Chile, explica el diagnóstico: "Si es una sección significa que el nervio óptico se cortó, es decir, se rompió la comunicación entre el globo ocular, la retina, donde están los receptores de luz que nos hacen ver, y el cerebro. Si se corta el nervio se pierde la visión y eso no se puede revertir. Al recibir un golpe en la región frontal, hay una parte del esfenoides, un hueso en la base del cráneo donde está el conducto óptico, como un túnel de hueso y por donde pasa el nervio óptico desde el cerebro hacia el globo ocular. Y cuando hay fracturas, por accidentes o golpes de altas energías, puede que ese canal se fracture y el hueso del canal comprima el nervio óptico y, en el peor de los casos, se puede cortar el nervio. Con ese diagnóstico, la potencial recuperación es muy baja, casi nula".
-¿Le sorprende cómo enfrenta su hijo esta dificultad, Carlos?
-Me ha sorprendido de una manera este niñito. Yo pensaba que lo conocía, pero los comentarios que hace a veces, como decir: papá, tranquilo si voy a entrenar igual, voy a jugar igual. Pienso que a lo mejor mi hijo va a romper barreras, uno nunca sabe, capaz que sea profesional. O capaz que no, que sea por hobby, pero va a ser feliz igual, que es lo que nosotros buscamos.
-¿Por qué su hijo decidió empezar a usar ese parche en el Ojo?
-Él se puso ese parche porque al principio tenía vergüenza, no quería que le miraran mucho ese ojito que está como desviado. Pero este martes el doctor le dijo que él causaba más impresión así porque la gente lo miraba por el parche. Después de salir del doctor, mi hijo pescó el parche, Io guardó en el bolsillo y no lo ha utilizado más. Ahora anda riéndose. Y nadie lo mira.
El padre de Anibal decidió seguirlo en todas sus decisiones desde el accidente. "Trato de acompañarlo en todo el proceso como él quiera. Si él se coloca un parche, yo también. Me puse el mismo corte de pelo. Uno como papá siempre tiene deseo de poder devolverle la vista de alguna manera, de poder hacer algo", relata el progenitor y aprovecha de agradecer a Pablo Soto, chofer de Uber, que los traslada en todas sus salidas al médico con el niño.
Aníbal cerró el año escolar anticipadamente. Además de realizar su rutina de rehabilitación, el joven aprovecha de salir con su padre a caminar, ir a una cancha cerca de su casa y chutear un rato el balón. En Instagram hay una cuenta de apoyo para solventar los gastos de la familia (@TodosconanIbaI) y pronto habrá un nuevo bingo a beneficio, en el que necesitan donaciones para los premios.