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Gustavo Zerbino Stajano

Gustavo Zerbino Stajano es uno de los 16 sobrevivientes uruguayos del desastre del avión Fairchild, ocurrido en Los Andes el 13 de octubre de 1972, cuando viajaba junto a su equipo de rugby, el Old Christians, a Santiago. Sus vivencias y las de sus compañeros ya fueron recreadas en la cinta "¡Viven! ("Alive"), de 1993. Hoy el director español J.A. (Juan Antonio) Bayona se apronta para lanzar una nueva versión cinematográfica del accidente, tras armar una sólida carrera con títulos como "El orfanato", "Lo imposible", "Jurassic World: El reino caído" y, por estos días, con los primeros capítulos de "Los anillos del poder". Gustavo, que entonces tenía 19 años, ha asesorado muy de cerca a la producción, que por ahora se llama "Society of the snow" (Sociedad de la nieve) y que será estrenada en Netflix.

-¿Cómo recuerda lo que vivió en Los Andes hace cincuenta años?
-Primero deseo aclarar que no se trató de una tragedia ni tampoco de un milagro, sino de una historia de amor, de solidaridad, de amistad y de un lugar, allá arriba en Los Andes. Tuvimos que construir una sociedad para el bien de toda nuestra comunidad, con reglas que aparecían y desaparecían por sí mismas.

-¿Como qué reglas?
-La primera regla que acordamos fue que nadie reclamaría. Sencillamente, no estaba permitido reclamar. Nuestra única meta era sobrevivir.

-¿Qué provocó en usted y en sus compañeros el accidente?
-Ninguno de nosotros cambió. Lo distinto fue cómo desarrollamos el ciento por ciento de nuestro potencial físico, emocional y mental, que teníamos guardado dentro de nosotros.

-¿Eso le pasó a usted?
-De todas maneras. Antes de esta vivencia yo era una persona autoritaria y rebelde. Pero allá tuvimos que aprender cosas para las cuales no estábamos preparados. Toda la información que necesitábamos estaba dentro de nosotros.

-¿A qué información se refiere?
-En esos años yo era un estudiante de Medicina, pero solo había estudiado los tres primeros meses del primer año: ramos de psicología, estadística, biología y biología celular. Pero arriba de Los Andes tuve que actuar como un doctor, arreglar fracturas de los huesos, hacerles puntos a las personas heridas, etcétera, y lo llevé a cabo como un médico con muchos conocimientos. Cuando eso estaba sucediendo, me parecía que todo venía desde mi interior.

-¿Cómo lograron sobrevivir?
-Nunca pensé que sería capaz de sobrevivir 73 días y 73 noches en temperaturas de 40 grados bajo cero. Lo logramos porque esa era nuestra meta, no teníamos nada que perder. Estábamos solos, rodeados de muerte, el mundo no tenía idea si aún nos encontrábamos vivos. Lo único que podíamos hacer era sentir que nuestra situación mejoraría. Descubrí el otro lado de la moneda respecto al miedo.

Una nueva versión

-¿Qué le pareció "Alive", de 1993?
-La vi para comprobar si fue realizada con respeto y si se ajustaba a lo que sucedió. Y concluí que estaba muy bien hecha, que los efectos especiales eran correctos y que fue muy respetuosa.

-¿Y cómo ve este nueva película?
-He visto diez minutos de la nueva cinta y realmente me choqueó. Me impactaron las imágenes, que son muy fuertes, y el diálogo, que también es muy fuerte. Es impresionante ver cómo esas escenas se acercan a la realidad. Al mirarlas sentí como si un volcán hubiese entrado en erupción y la lava corriera.

-¿Cómo ha sido el proceso de asesoría suya a la película?
-La verdad es que J.A. Bayona ha estado conversando con nosotros durante los últimos quince años. A veces me llamaba a las tres de la mañana para preguntarme los más mínimos detalles. Eso me demostró que estaba muy comprometido con la película, especialmente honrando la vida de aquellos que murieron en el desastre. En la cinta anterior, cambiaron los nombres de todos ya que no querían que las madres revivieran la tragedia. Lo hicieron por respeto a las madres. Pero ya han transcurrido 50 años y solo una madre sigue viva. Por lo que ahora se honrará a todos.

-¿Durante estos años después del accidente, cómo ha sido su contacto con Chile?
-La verdad es que me siento chileno, porque sobrevivimos gracias a un arriero chileno que recorrió 160 kilómetros para avisar que se había encontrado con dos personas, que nunca antes había visto y que necesitaban ayuda. Si este hombre no hubiese aparecido, todos habríamos muerto. Por lo que todos consideramos a Chile como nuestra segunda patria. Hemos jugado rugby con los chilenos durante 50 años y el próximo mes de octubre jugaremos nuevamente un partido de amistad, en memoria de nuestros amigos que fallecieron en la montaña. Desde 1972 que un año jugamos en Uruguay y al siguiente jugamos en Chile. Hemos jugado 49 veces en memoria de nuestros amigos.

-¿Ha vuelto a estar cerca del lugar del accidente?
-He regresado al lugar del accidente alrededor de 15 veces junto a mi familia y los sobrevivientes. En febrero pasado, caminé 50 kilómetros, pasé cuatro noches durmiendo en la cordillera. Amo las montañas y deseo recordar a mis amigos que descansan en paz allí. En el lugar hay un altar que fue construido con las alas de nuestra aeronave.

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