Tienen las mismas propiedades físicas y estéticas que los diamantes naturales, pero su gestación no ocurre en las profundidades de la tierra ni tarda millones de años. Son los diamantes de laboratorio, un tipo de gema que cada vez gana más terreno en el mundo de la joyería, debido a su menor precio y a que su producción no está sometida a los cuestionamientos de la extracción natural, tradicionalmente ligada a países africanos en conflicto.
Los diamantes de laboratorio, también conocidos como diamantes cultivados, configuran un mercado que el 2020 era avaluado en US$19,3 mil millones y que para el 2030 podría alcanzar los US$49,9 mil millones, según Allied Market Research.
Se trata de un nicho en expansión que ya llegó a Chile. Una de las empresas que los trae es Karat Joyas (@karatoficial en Instagram), fundada el 2021 y que, según explica su dueño, Marcelo Ergas, apuesta por una joyería más sustentable.
"Nuestros diamantes no tienen minería, ya que son creados en laboratorio. Eso los diferencia de los diamantes naturales que habitualmente son extraídos de países africanos en conflicto, por lo que su compra puede financiar guerras, pero además depreda el medio ambiente e incluso puede fomentar el trabajo infantil", señala.
Millones de años
La gestación de un diamante natural tarda millones de años y ocurre bajo la litósfera, a una profundidad que varía entre 150 y 200 kilómetros."Ocurre cuando los átomos de carbono son sometidos a altísimas presiones y temperaturas por un periodo larguísimo de tiempo, con Io que el carbono se mineraliza y se transforma en un diamante", explica el geólogo Manuel Schilling Danyau, académico del Instituto de Ciencias de la Tierra de la Universidad Austral, quien trabaja con rocas del manto terrestre de Sudamérica.
"Se producen en contextos geológicos bien particulares, en los cratones, que son cortezas continentales antiguas, como las que hay en Sudáfrica, Brasil, Canadá o China. Son placas continentales mucho más gruesas en las que se dan grandes presiones y temperatura, a diferencia de zonas más jóvenes y delgadas como las del extremo sur de Sudamérica", agrega.
En el caso de los diamantes de ingeniería, esas condiciones geológicas que afectan el carbono son generadas en un laboratorio, de modo que el resultado final es el mismo. La primera vez que se obtuvo uno fue en 1954, mediante el método HPHT (del inglés High Pressure High Temperature), desarrollado por General Electric, con el que se cristalizó carbono a altas presiones y temperaturas. Con dicha técnica, se comenzó a elaborar diamantes para procesos industriales, generalmente como abrasivos, ya que el diamante, junto al grafeno, es el mineral más duro que existe. Frente al HPHT, surgió el método de Deposición de Vapor Químico (CVD, por sus siglas en inglés), en el que se utiliza gas metano como fuente de carbono, que se mezcla con hidrógeno y se ioniza mediante el plasma. Los iones de carbono se depositan sobre una superficie creando una capa muy fina de diamante.
Ambos métodos, que en un principio surgieron para soluciones industriales, fueron evolucionando y bajando sus costos hasta que alcanzaron la fineza necesaria para elaborar diamantes de calidad gema, es decir, que se pueden utilizar en joyería.
"Tienen la mismas propiedades que los diamantes naturales", asegura el geólogo.
María Loreto Silva, dueña de la joyería Thereza (@thereza.cl en Instagram), ratifica el punto: "Tienen la misma dureza y a la vista son idénticos. Para distinguir uno de otro un joyero debe usar un instrumento óptico especial. Una persona común y corriente no puede".
Los diamantes se clasifican de acuerdo a cuatro características: claridad, color, corte y quilates, también conocidos como carats. Un quilate equivale a 0,2 gramos. En cuanto a la claridad, esta indica su pureza y respecto al color, aunque hay diez tipos, los más comunes son blancos, amarillos y marrones.
En opinión de Ergas, los diamantes de laboratorio tienen varias ventajas sobre los naturales, debido a sus condiciones controladas de producción.
"Tienen menos defectos, son más puros y brillantes y pueden tener colores que rara vez se ven en la naturaleza", explica.
En pleno boom
Se trata de una industria en franco crecimiento y cuya validación definitiva ocurrió cuando De Beers, el mayor fabricante de diamantes del mundo, cuyo propietario es Anglo American, comenzó el 2018 a vender joyas con piedras de laboratorio. El 2021, la finlandesa Pandora, la tercera mayor fabricante de joyas del mundo, anunció que durante este año dejaría definitivamente los diamantes naturales y usaría solo los de laboratorio. Según indica World Energy Trade, desde el anuncio de De Beers los precios de los de laboratorio comenzaron a caer."Cuando De Beers conmocionó a la industria, un diamante sintético de un quilate costaba alrededor de US$4.200, mientras que una gema extraída equivalente se vendía por US$6.OOO. Sin embargo, desde septiembre del 2018, De Beers ha estado vendiendo piedras artificiales con calidad de gema por solo US$800 el quilate", señala la publicación.
En ese mercado, la apuesta de Egers en Chile es por un modelo de joyería por internet: "Nuestra idea es la sustentabilidad y el ecommece está en línea con eso".
La tienda diseña en Chile y produce la joya completa en laboratorios en Oriente. Sobre los precios, dice que una joya con un diamante de laboratorio es 30% más barata que una con uno natural.